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sábado, 3 de agosto de 2019

Los animales no pueden seguir el ritmo del cambio climático

Decenas de especies ya están intentando adaptarse pero los primeros datos señalan que pocas lo logran.

El cambio climático va demasiado deprisa para los seres vivos. Los intentos de adaptarse se producen en todos los órdenes de la vida: con el aumento de la temperatura, hay árboles que están ocupando espacios cada vez más al norte o cotas más altas de las montañas. Muchas aves están adelantando sus migraciones y los peces se están desplazando hacia el norte. Pero los pocos estudios que hay lo suficientemente extensos en el tiempo muestran que son pocas las especies que se adaptan al calentamiento global.

Un grupo de investigadores, entre ellos varios españoles, han revisado las publicaciones científicas que han estudiado la respuesta de los distintos animales al aumento de las temperaturas provocadas por el cambio climático en curso. Encontraron casi 5.000 estudios con datos de más de 1.400 especies en los que se recogían la conexión entre evolución de las temperaturas y cambios en determinadas características o patrones de conducta de los distintos animales, como el adelanto del periodo de cría o el de las migraciones.

El estudio, publicado en Nature Communications, no ha encontrado confirmación de que las especies estén experimentando cambios morfológicos por la presión selectiva del aumento de la temperatura. Pero sí cambios fenológicos, adaptaciones de patrones de conducta de su ciclo vital, en general en forma de adelantamiento de los eventos de ese ciclo, como el fin de la hibernación o el inicio del periodo de apareamiento y cría. Pero estas adaptaciones no son suficientes ante el acelerado ritmo del cambio climático.

Muchas especies han adelantado el fin de la hibernación, las migraciones o la época de cría

"Vemos que algunas poblaciones cambian demasiado poco a poco, por lo que enfrentan un riesgo de extinción en un espacio de tiempo relativamente corto", sostiene en un correo el biólogo evolutivo del IZW y coautor del estudio Alexandre Courtiol.

"Con esta base de datos podemos decir cómo ha afectado la temperatura a las características. Por ejemplo, mostramos que, a lo largo de muchos taxones [grupo de organismos emparentados, que en una clasificación dada han sido agrupados, asignándole un nombre en latín, una descripción si es una especie y un tipo], el tempo de los diversos eventos biológicos se ha adelantado a medida que las temperaturas iban subiendo en las últimas décadas", explica en un correo la investigadora del Instituto Leibniz para la Investigación de la Vida Salvaje y Zoológica (IZW, con sede en Berlín) y principal autora del estudio, Viktoriia Radchuk. "Pero este conjunto de datos no podía contarnos nada sobre si estas respuestas de las especies son adaptativas, es decir, si se traducen en alguna ventaja de adaptación, como un mayor número de crías sacadas adelante", añade.

Para saber si hay respuesta adaptativa al cambio climático hace falta estudiar las poblaciones durante muchas generaciones, como los 54 años que ya lleva el estudio de las gaviotas de pico rojo de la península Kaikoura, en Nueva Zelanda.

Para poder determinar si un cambio es adaptativo o no, hace falta trabajar durante décadas con las mismas poblaciones. Por eso, apenas hay estudios que respondan a esta última cuestión. Solo encontraron 71 trabajos sobre menos de 20 especies, la mayoría aves. Investigadores españoles de la Estación Experimental de Zonas Áridas (EEZA-CSIC) aportaron sus investigaciones con tres de esas especies: la carraca (Coracias garrulus), el autillo (Otus scops) y la urraca (Pica pica) en la zona Guadix - Baza, en el interior de Granada.

"Hemos observado que las carracas y autillos han avanzado su fecha de puesta, cada año ponen los huevos antes, pero no así las urracas que no han modificado su fenología durante estos últimos años", comenta el investigador de la EEZA Jesús Miguel Avilés. Este cambio de la fecha de puesta no conlleva beneficios al autillo, porque no tiene mayor descendencia cuando cría más pronto, mientras que las carracas sí tienen más pollos al adelantar la reproducción.

Aún más preocupante es el hecho de que los datos disponibles se refieren a especies relativamente comunes y abundantes, como el carbonero común, el corzo o la urraca, que están sobrellevando mejor el impacto climático. "Las respuestas adaptativas entre las especies más raras o amenazadas aún están por investigar", dice en una nota Stephanie Kramer-Schadt, también del IZW, y añade: "Tememos que las previsiones de mantenimiento de las poblaciones de estas especies claves para la conservación sean aún más pesimistas".

El Ártico se derrite

La ola de calor intensifica los deshielos en Groenlandia y va camino de provocar vertidos récord de caudales de agua dulce en el océano, lo que hará subir el nivel del mar.

Calor, fuego y deshielo galopantes. Son las tres palabras que mejor describen la particular situación que viven este verano las regiones árticas, que también están sufriendo episodios de altísimas e inusitadas temperaturas. Los países y regiones ribereñas del océano ártico (particularmente Alaska, Canadá, Siberia, Groenlandia y sus aguas oceánicas) registran un calentamiento mucho más acusado que el resto del planeta. Y lo que sucede este verano es una evidencia más.

Las temperaturas en las regiones árticas se han disparado este verano y han provocado condiciones muy favorables para los incendios forestales. En paralelo, el ritmo de los deshielos en todo el círculo polar ártico se ha acelerado y marca niveles similares a los del 2012, el año con más deshielos.

Cuando uno piensa en Groenlandia, probablemente le vienen a la mente imágenes de un paisaje helado, áspero e inhóspito, y no un paisaje de hielo lleno de estanques y arroyos transformados en ríos furiosos. Pero esta es la imagen actual que ofrece esta gran isla, a la que ha llegado de lleno la ola de calor que afectó a Europa la semana pasada. La consecuencia es un derretimiento de su plataforma helada sobre tierra, que podría alcanzar sus mínimos históricos.

El 30 de julio se registró una temperatura de 20,6 ºC en la estación de Qaarsut (en la zona occidental de Groenlandia, cerca del paralelo 71° N), y en la estación Norte, situada a 900 kilómetros del Polo Norte, se registró una temperatura de 16 °C.

Fuego. Esta imagen del 23 de julio muestra cómo las regiones árticas de Alaska y Canadá registraban más de 100 incendios forestales, visibles como puntos amarillentos.

Groenlandia ya experimentó un intenso episodio de deshielo entre los días 11 y 20 de junio.

El 31 de julio fue el día con un derretimiento más grande (desde al menos el año 2012). El 60% de la capa de hielo perdió al menos 1 milímetro mientras que se vertieron en el océano más de 10.000 millones de toneladas de hielo, según los datos del Portal Polar, un sitio web administrado por instituciones danesas de investigación polar y el Centro Nacional de Datos de Nieve y Hielo.

Así, desde el 1 de junio, la capa de hielo ha perdido un total de 240.000 millones de toneladas, una cifra muy cercana a la registrada al acabar el año 2012 (290.000 millones de toneladas).

“El deshielo podría batir el récord de 2012, ya que se prevé que se mantengan las temperaturas templadas y que la temporada de deshielo dure hasta finales de agosto. Entonces sabremos cuáles son las cifras definitivas de la temporada”, ha explicado la climatóloga del servicio meteorológico danés Ruth Mottram a Euronews.

Las consecuencias son un enorme vertido de agua dulce y fría sobre el Atlántico Norte, que puede alterar las corrientes oceánicas y hará subir el nivel del mar. Durante un año como 2012 o 2019, el agua producida por la capa de hielo de Groenlandia aporta más de 1 milímetro a los niveles globales del mar, según Jason Box, profesor y climatólogo en el Servicio Geológico de Dinamarca y Groenlandia.

Otras regiones del círculo polar ártico también se han visto afectadas por las altas temperaturas. Los termómetros han marcado registros hasta 10 grados más de lo normal para estas fechas.

En el océano ártico la superficie helada se sitúa en niveles del 2012, año que marcó la extensión mínima

Anchorage, la ciudad más poblada de Alaska, sufrió una insólita ola de calor el 4 de julio, cuando el mercurio registró 32ºC y superó el anterior récord (29,4ºC). Las localidades de Kenai, Palmer y King Salmon, también en Alaska, sufrieron situaciones parecidas (más de 30ºC). “Estas temperaturas tan elevadas son altamente inusuales, pero no inesperadas”, declara a este diario Michael Sparrow, científico principal del programa mundial de Investigación del clima de la Organización Meteorológica Mundial (OMM). “Conforme la Tierra se calienta a causa del cambio climático, las temperaturas extremas se vuelven cada vez más probables”, explica.

Estos episodios cálidos han propiciado además grandes incendios forestales en algunas de estas regiones árticas, incluida Groenlandia. Los incendios forestales declarados en Siberia hasta el 29 de julio han afectado a una superficie de 33.200 km2, según la Administración rusa. En total, se han registrado 745 focos activos, que han provocado un daño ecológico ingente. El humo fue claramente visible desde el espacio.

“No es raro que haya incendios en regiones árticas en verano”, declara a este diario Mark Parrington, experto del servicio de vigilancia atmosférica de Copernicus. “Lo inusual es la latitud y la intensidad de estos últimos, así como su duración”, sentencia. Las emisiones de CO2provocadas por los incendios forestales declarados en el círculo polar ártico ascendieron a 75,5 millones de toneladas, un valor comparable a las emisiones anuales por la quema de combustibles fósiles en Colombia en el 2017.

Ríos. El caudal de los hielos derretidos fluye en el fiordo cerca de Kangerlussaq, al oeste de Groenlandia (izquierda), antes de que entre en agujeros que conducen al mar

“Al quemar vegetación, los incendios forestales también reducen la capacidad de la biosfera para absorber dióxido de carbono. Si se quiere luchar contra el cambio climático, es preciso aumentar esa capacidad”, dice Oksana Tarasova, experta de la OMM. Todo ello ha comportado una reducción importante del hielo marino en el Ártico. En julio, la superficie de este hielo marino se situó en el mismo nivel que en el 2012, año en que tuvo la menor extensión desde que se hacen registros por satélite (1979), según el Centro Nacional de Datos de Hielo y Nieve de la Universidad de Boulder en Colorado (EE.UU.).

Las elevadas temperaturas son una constante este año. Julio, al menos, igualó, si no superó, el mes más caluroso desde que se iniciaron los registros a mediados del siglo XIX, según los nuevos datos de la OMM. El hecho se produce después de que el mes de junio también batiera su propio récord de temperaturas más altas. La OMM espera que el 2019 sea uno de los cinco años más cálidos registrados y que el periodo 2015-2019 se convierta en el más caluroso en comparación con quinquenios anteriores. “Se está acabando el tiempo para manejar aumentos peligrosos de temperatura con múltiples impactos en nuestro planeta”, dijo Petteri Taalas, secretario general de la OMM.

Datos de la OMM
Julio igualó, si no superó, el mes más caluroso de la historia a nivel mundial

Los datos son particularmente significativos porque el año 2019, a diferencia del 2016, no ha estado marcado por un fuerte El Niño, un fenómeno consistente en un fuerte calentamiento de las aguas del Pacífico tropical con impacto en todo el mundo.

“Sólo este año, hemos visto que se batían récords de temperatura desde Nueva Delhi hasta Anchorage, desde París hasta Santiago, desde Adelaida y hasta el Círculo Polar Ártico. Si no tomamos medidas sobre el cambio climático ahora, estos eventos climáticos extremos se convertirán sólo en la punta del iceberg”, añadió António Guterres, secretario general de la ONU.

Bélgica, Alemania, Luxemburgo, los Países Bajos y el Reino Unido tuvieron el día 25 de julio las temperaturas más altas de su historia (desde que se hacen registros). París registró el 25 de julio su día más caluroso, con una temperatura de 42,6 °C. Es una temperatura típica del mes de julio en Bagdad.

“Estas intensas y extendidas olas de calor llevan la firma del cambio climático provocado por el hombre. Todo esto es coherente con el hallazgo científico que muestra evidencias de sucesos meteorológicos más frecuentes, prolongados e intensos a medida que las concentraciones de gases de efecto invernadero conducen a un aumento de las temperaturas mundiales”, señala Johannes Cullmann, director del departamento de Clima y Agua de la OMM.
Fuente y más información:
https://public.wmo.int/es