Durante la última década, la Unión Europea ha hecho grandes esfuerzos para seleccionar las áreas más apropiadas para la conservación de los tipos de hábitats y especies más raras o amenazadas protegidas por las directivas (leyes europeas) de Aves y de Hábitats.
Resultado de ello, unos 26.000 lugares han sido incluidos en la denominada Red Natura 2000, que es considerada como la mayor red coordinada de áreas protegidas del mundo.
Los países con más territorio protegido
Junto a España, los países con un mayor porcentaje de superficie nacional bajo el paraguas de Natura 2000 son Eslovenia (35,5%); Bulgaria (33,9%) y Eslovaquia (29%).
Sin embargo, en todos estos casos hay que tener presente que sus respectivos territorios son muy inferiores en relación al de España y, en consecuencia, el esfuerzo de conservación no es comparable.
La designación de estas zonas, que pueden ser de Protección Especial para las Aves (ZEPAs) o Lugares de Importancia Comunitaria (LIC), exige la adopción de medidas para garantizar el mantenimiento o reestablecimiento de su adecuado estado de conservación.
Los datos del último barómetro Natura 2000 de la Unión Europea, que se basa en la información transmitida por los Estados miembro, apunta a que la superficie total protegida en la Red alcanza casi el millón de hectáreas (949.910).
De ellas, 715.150 son terrestres y 198.760 marinas, y en conjunto suman el 17,5% del territorio de los 27 países miembro.
Entornos poco protegidos
Como la fase de puesta en marcha de Natura 2000 está ya muy avanzada, la atención se va desviando cada vez más hacia la gestión y restauración eficaz de los lugares dentro de la Red.
La obligación de aplicar las medidas de conservación necesarias está formalmente vinculada a la designación de lugares como Zonas de Especial Conservación (ZECs) dentro de los seis años que siguen a la adopción de los Lugares de Importancia Comunitaria (LICs).
La mayoría de los LIC fueron aprobados a finales de 2007, por lo que el plazo para la selección de las Zonas de Especial Conservación es cada vez más apremiante, y en algunos casos ya ha expirado.
Ello implicará la adopción de medidas positivas de conservación, no sólo, como hasta la fecha, medidas de salvaguarda con objeto de prevenir el deterioro de estos hábitats, así como el procedimiento de autorización de nuevos planes o proyectos que pudieran tener un efecto apreciable en los mismos.
Esto último es especialmente importante dado que hoy muy pocas especies o tipos de hábitats están en un estado de conservación favorable, de acuerdo con el estado de salud publicado por la Unión Europea en 2009.
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