Un estudio muestra la misma escasa variabilidad en restos antiguos que en las poblaciones actuales de esta especie
Una especie con escasa diversidad genética tendrá pocos recursos en sus genes para adaptarse a cambios del entorno y será muy vulnerable. Si a esto se unen factores negativos como las poblaciones reducidas y aisladas, con el consiguiente cruce cosanguíneo altamente probable, la especie corre un alto riesgo de extinción, consideran los expertos. En esta situación se halla el lince ibérico, el carnívoro más en peligro de Europa, uno de los felinos más amenazados del mundo, que muestra muy poca variabilidad genética entre sus ejemplares actuales. Muchos expertos han considerado incluso que las posibilidades de supervivencia de la especie serían por ello tan escasas que los programas de conservación tendrían poco éxito a largo plazo. Sin embargo, unos científicos españoles (en colaboración con expertos de Dinamarca, Suecia y Reino Unido) han analizado el material genético de restos de linces ibéricos y han descubierto que, al menos en los últimos 50.000 años, su variabilidad genética ha sido siempre muy baja, por lo que la amenaza viene de otros frentes.
Quedan en la península Ibérica solo dos poblaciones de lince ibérico y están aisladas: una es la de Sierra Morena, con 172 ejemplares, y la otra la de Doñana, con 73, según el censo de 2010 y los expertos en este animal. Sin embargo, en el pasado este felino estaba ampliamente distribuido en el territorio, hasta hace un siglo, y la decadencia poblacional ha sido especialmente dramática en los últimos 50 años. La fragmentación de los hábitats del lince en un territorio cada vez más urbanizado y la escasez de su alimento favorito, el conejo, son factores determinantes. Además, por supuesto, la caza -incluso furtiva en años recientes- ha hecho mucho daño. Pero el problema de la variabilidad genética se ha tomado tan en serio como para llevar algún ejemplar de Sierra Morena a Doñana e intentar aliviar así la escasa riqueza de genes diferentes.
El investigador Ricardo Rodríguez y sus colegas explican en la revista Molecular Ecology que han centrado sus análisis genéticos del lince en la mitocondria (orgánulo de la célula exterior al núcleo), en concreto en una zona de su genoma altamente variable. Han trabajado con 51 restos (huesos y dientes) de lince ibérico localizados en diferentes lugares de España, los más antiguos de hace 50.000 años. Los resultados muestran la misma escasa variabilidad en los restos antiguos que en las poblaciones actuales de esta especie y que, por tanto, no se debe al declive observado en los últimos 50 años.
"Estos resultados nos sorprendieron, ya que, aunque es común encontrar bajos niveles de diversidad genética en especies actuales amenazadas, cuando se trabaja con ADN antiguo, lo normal es observar una mayor diversidad en el pasado", comenta Rodríguez, investigador del Instituto de Evolución y Comportamiento Humanos (UCM-ISCIII) que dirige el paleontólogo Juan Luis Arsuaga, uno de los autores de este trabajo sobre el ADN de los linces. "Con este estudio hemos podido demostrar que este fenómeno tan poco usual solo puede explicarse con una población de linces de tamaño relativamente pequeño a lo largo del tiempo", añade otro miembro del equipo, Oscar Ramírez, del Instituto de Biología Evolutiva (CSIC-UPF).
La escasa diversidad genética es poco común, pero no exclusiva de los linces, señalan los expertos, ya que se conoce en otras especies de félidos, como los guepardos africanos, los leones del cráter de Ngorongoro y la pantera de Florida, y se debe normalmente a un cuello de botella demográfico en algún momento de la historia de la especie, "normalmente como consecuencia de los efectos de las actividades humanas o los dramáticos cambios ambientales que sucedieron a finales de la última glaciación", sostienen los científicos del Instituto de Biología Evolutiva.
"Podemos concluir que no necesariamente una especie con una diversidad genética pobre está condenada a la extinción, por lo que la falta de variación en el ADN mitocondrial de los linces actuales no debería ser un obstáculo para las actividades de conservación", dice otra de las investigadoras, Cristina Valdiosera.
Enlaces externos:
http://www.atapuerca.org/complu.htm
http://www.ibe.upf-csic.es/
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