La trashumancia ha sido
una actividad ganadera tradicional durante siglos en la Cordillera Cantábrica
como destino de verano para el ganado
Una
investigación de la IE University de Segovia y la Universidad de León está
comprobando que el descenso en la actividad trashumante hace el paisaje más
homogéneo y provoca una pérdida de biodiversidad en los lugares que
tradicionalmente usaba el ganado ovino. En la Cordillera Cantábrica la
trashumancia ha descendido un 83% en los últimos cuatro años, aunque todavía
mantiene cierta actividad, y este estudio realizado en la comarca leonesa de
Babia señala las consecuencias que esta novedad tiene en la fauna y en la
flora.
“La
trashumancia ha sido una actividad ganadera tradicional durante siglos en la
Cordillera Cantábrica como destino de verano para el ganado, pero actualmente
está en declive y por eso tratamos de ver qué efectos puede tener este cambio en
el paisaje y en la biodiversidad”, comenta Pedro Pérez Olea, investigador de la
IE University de Segovia.
La
investigación se ha centrado en los puertos de montaña, lugares ocupados por
pastizales subalpinos, donde pasan los meses de verano principalmente ovejas de
raza merina procedentes del Sur. “Estamos viendo patrones de cambio comparando
puertos de montaña que están siendo usados con otros que ya han sido
abandonados”, apunta el experto. De esta forma, los investigadores pueden
estudiar qué fenómenos suceden, por ejemplo, si aumenta el matorral, y si esto
supone que se pierda algún tipo de especie.
“El ganado
mantiene zonas de pastizal y esto beneficia a un determinado número de
especies, de manera que, si el paisaje se llena de matorral, cambia la
biodiversidad e incluso se hace más homogéneo y se empobrece. El ganado
mantiene una estructura más diversa de hábitats”, afirma el investigador.
Aves afectadas
Las aves se
encuentran entre las más afectadas de forma directa, especialmente, las necrófagas,
como buitres y alimoches, que necesitan carroña para alimentarse. Sin embargo,
los investigadores han comprobado que hay otra especie que se ve
particularmente afectada, la chova piquirroja (Pyrrhocorax pyrrhocorax), debido
a que sus hábitos y su alimentación, a base de insectos del pastizal, se ven
alterados por el cambio en el paisaje.
El trabajo,
financiado por la Junta de Castilla y León, comenzó en 2010 y tiene prevista su
finalización este año, una vez que se recojan los datos de la primavera y del
verano. Sin embargo, la información recopilada hasta ahora ya le permiten a los
investigadores obtener algunas conclusiones de manera provisional.
Otra de las
más llamativas es que en algunas zonas el ganado bovino está sustituyendo a la
habitual trashumancia de ovejas y este hecho está aumentando la carga ganadera
que soporta el ecosistema y “está produciendo cierta degradación”, asegura
Pedro Pérez Olea. Para llegar a todas estas conclusiones, los investigadores
utilizan diversas técnicas. Una de las más llamativas e innovadoras es la
utilización de imágenes por satélite para comprobar cómo el paisaje va
cambiando en los lugares que se estudian. Sin embargo, otros muchos datos se
obtienen a través de los métodos habituales en estudios ecológicos, desde la
observación directa de la avifauna al trampeo de artrópodos o la captura de
mariposas.
Toda la
información recopilada resultará útil para tomar decisiones relativas a la
gestión del territorio. La información recogida “pone en valor las prácticas
tradicionales para conservar la biodiversidad” hasta tal punto que “sería
recomendable recuperar la trashumancia, siempre que no se haga de manera
intensiva”, indica el experto, ya que durante siglos la trashumancia ha
modelado el paisaje de forma sostenible.
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