El Instituto
Nacional de Biodiversidad (INBio), organización sin fines de lucro, anunció
esta semana que cedió su enorme colección de especies costarricenses al Ministerio
de Ambiente y Energía (MINAE), un legado que se pretende popularizar y ampliar
en un atlas del país.
La colección
del INBio, considerada como la más grande que existe en países tropicales,
contiene 27.395 especies entre arácnidos, botánicas, insectos y hongos, que
representan el 29 % de las especies conocidas en Costa Rica.
De esa
colección, que incluye 1,2 millones de especímenes, un total de 3.717 son
especies nuevas para la ciencia.
"Como
país estamos dando un gran paso adelante. Hace 28 años (cuando se creó el
INBio) el Estado no podía hacerlo y un grupo de ciudadanos pudimos con
cooperación científica e intelectual internacional y con una buena relación con
el Estado", dijo a Efe el presidente del INBio, Rodrigo Gámez, acerca de
la colección.
El científico
calificó como "extraordinaria" la colección del INBio y se mostró
confiado en que las diversas colecciones que existen en universidades, museos y
centros de investigación podrán ser reunidas en el Sistema Costarricense de
Información sobre Biodiversidad (CRBio).
El CRBio, al
que se puede ingresar mediante la dirección crbio.cr, pretende convertirse en
una gran base de datos sobre la biodiversidad del país, similar al Atlas de
Australia Viviente, en el que los ciudadanos van a poder colaborar con fotos e
información, comentó Gámez.
El objetivo
es que en este sitio las personas de cualquier parte del mundo puedan encontrar
información sobre determinada especie, desde su nombre, hasta donde se
encuentra, sus hábitos y de qué se alimenta.
Además, se
podrán hallar datos acerca de las características de la zona donde habita
alguna especie, como la topografía, la hidrología, el clima y, mediante modelos
de proyección, determinar de qué forma será afectada por el cambio climático.
"Como
miembros del sector científico y académico sentimos que es nuestra obligación
que quien tiene la toma de decisiones sobre qué conservar, cómo y dónde, o cómo
utilizarlo y dónde, tiene que hacerlo de manera informada y ese conocimiento lo
podemos desarrollar", expresó Gámez.
El científico
reconoció que se trata de un "trabajo enorme", pero dijo que "es
posible" lograrlo.
El objetivo
es "conservar el patrimonio natural y hacerle frente al gigantesco
problema del cambio climático que va a requerir mucho conocimiento sobre el
patrimonio natural de Costa Rica", agregó.
Por su parte,
el ministro costarricense de Ambiente y Energía, René Castro, declaró a que la
colección del INBio es "la más importante del mundo tropical" y que
se trata de un "legado" que el Estado mantendrá con altos estándares
científicos.
Sobre el
atlas de biodiversidad, Castro comentó que la idea es pasar del
"embrión" que supone el CRBio a "un sistema abierto de uso
público global, con muchos más socios activos" que se involucren en el
aporte de información científica.
"Queremos
que otros países vean la fuente de riqueza no extractiva que se ha desarrollado
en uno de los más pequeñitos que hay en la franja tropical y que en vez de que
observemos con tristeza como desaparecen los bosques tropicales vean una
esperanza y una alternativa de uso sostenible", afirmó Castro.
Costa Rica es
un país de 4,3 millones de habitantes y 51.100 kilómetros cuadrados (el 26 %
del territorio bajo protección) que alberga el 4,5 % de la biodiversidad
mundial.
"La
única forma en que la biodiversidad tropical sobrevivirá es aunando esfuerzos a
través de las fronteras y ese va a ser el aporte de Costa Rica", dijo el
ministro.
El río Celeste en San Carlos (Costa
Rica), que debe su color incomparable a las entrañas del Volcán Tenorio,
enclavado en el Parque Nacional del mismo nombre.
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