Investigadores del CSIC
participarán en dos proyectos europeos que se acaban de aprobar -”Sea on a
chip” y “Braavoo”- y que tienen por objetivo buscar una solución alternativa
basada en sensores autónomos y con control remoto para vigilar la contaminación
del mar, especialmente en las piscifactorías.
El primero de los dos
proyectos, que forman parte de la última convocatoria del VII Programa Marco de
la Unión Europea, desarrollará un sistema de control basado en una red de chips
sensores miniaturizados que quedarán fijados en el perímetro de las piscifactorías.
Este proyecto
está liderado por Damià Barceló, profesor de investigación del CSIC en el
Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (IDAEA), y tiene como
gestora del proyecto a Marinella Farré, también investigadora del CSIC en el
IDAEA.
Farré ha
avanzado que “la intención es que los chips vayan sobre unas miniboyas, del
tamaño de un tercio de un paquete de tabaco, que llevarán un chip de apenas 10
centímetros, con su fuente de energía propia, con los reactivos necesarios para
el análisis y con los componentes electrónicos necesarios para la recepción y
transmisión de datos” de modo que cada miniboya será un laboratorio autónomo.
Cada chip
estará dotado de biosensores para analizar un grupo de 6 o 7 compuestos, los
más representativos del tipo de contaminación que se quieran controlar: desde
toxinas naturales procedentes de floraciones algales naturales hasta
contaminantes emergentes, como los compuestos polibromados o antibióticos.
“Buscamos
aplicar una tecnología flexible y barata, que se pueda adaptar a las
circunstancias, el control de diferentes contaminantes y que los sensores
puedan ser reemplazados fácilmente”, dice Farré.
“Los chips
enviarán los resultados a una estación central y, en función de la situación,
por ejemplo ante una alerta por contaminación, se pueden enviar nuevas órdenes
a los sensores para que realicen análisis con más frecuencia o se centren en
algún contaminante concreto”, ha explicado la científica.
En el
proyecto “Sea on a chip”, que cuenta con un presupuesto de más de 5,5 millones
de euros y que coordina el Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del
Agua el CSIC, también participarán el Instituto de Química Avanzada de Cataluña
(IQAC) y el Instituto de Ciencia de Materiales de Barcelona (ICMAB), además de
17 socios de 9 países.
El otro
proyecto para controlar la contaminación marina, el “Braavoo”, busca
desarrollar un laboratorio flotante instalado en un minicatamarán totalmente
autónomo y dotado de energía por paneles solares, según ha informado el CSIC en
un comunicado.
Este sistema
se controlará de forma remota y los resultados analíticos obtenidos a lo largo
del recorrido se enviarán a una central de recogida de datos.
El proyecto
prevé dotar al catamarán con diferentes biosensores: por un lado inmunosensores
ópticos, que son extremadamente precisos en la detección de contaminantes
diana, y por otros sensores basados en células bacterianas para la determinación
de contaminantes como el mercurio.
En este
proyecto participan dos centros de investigación del CSIC: el Instituto de
Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (IDAEA) y el Centro de Investigación
en Nanotecnología y Nanociencia (CIN2), tiene un presupuesto total de 3,5
millones de euros y cuenta con la participación de 9 socios de 7 países
(Alemania, España, Holanda, Irlanda, Israel, Italia y Suiza).
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