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viernes, 4 de octubre de 2013

10+1 bosques españoles para perderse este otoño

Un bosque de hayas en la provincia de Vizcaya.

Se acaba el verano, pero no llores: las lágrimas no te dejarán ver los colores del bosque (y se te correrá el rímel). Ahora llega la época de descubrir nuevas sensaciones, nuevos olores y colores a lo largo y ancho de nuestra geografía. Aquí os dejo 11 rincones en los que perderse en las próximas semanas. Se que hay muchos más en el tintero... pero os doy via libre para que me los enseñeis a mi :D.


Al norte de Cuenca, en las lindes con Guadalajara, el paisaje se pliega formando un corto y estrecho desfiladero de paredes calcáreas que rezuman humedad. Es la hoz que el río Guadiela traza al poco de nacer, entre Beteta (la antigua Vetera romana) y Cañizares, una de las más profundas y frondosas de la Alta Sierra. Un sendero botánico permite recorrerla entre el puente de las Tablas, que cruza el Guadiela a la altura de Beteta, y la fuente de los Tilos, cerca de Puente de Vadillos, un paseo de tres kilómetros boscosos, en la umbrosa compañía de sauces, pinos, avellanos, acebos, tejos, sabinas, tilos y álamos temblones. La ruta finaliza cerca de Puente de Vadillos y su vieja fábrica de carburo de silicio. Donde se juntan los ríos Cuervo y Guadiela, un camino de cuatro kilómetros, entre robles y pinares, conduce parelelo hasta la presa del embalse de Chincha, puerta de entrada de la hoz de Tragavivos.


Al suroeste de la provincia de Albacete, entre las entrañas de la sierra de Alcaraz, brota del interior de una cueva a más de 30 metros de altura una de las mayores surgencias cársticas de España, convertida en el nacedero del río Mundo. Un hito del otoño manchego, al igual que la Torca de los Melojos, un bosque relíctico (superviviente de otras épocas) de roble melojo, o el valle del Tus, en las Sierras de Alcaraz y Segura (Albacete).


En el corazón del Goierri, la sierra de Aralar, un macizo cárstico que se reparten Guipúzcoa Navarra,  dibuja un paisaje de cuento, con enclaves singulares como el hayedo de Akaitz, el lapiaz de Pardarri, el valle de Arritzaga o el circo glacial de Pardelutz, que invitan a recorrerlos a pie. Más de cien dólmenes, túmulos y menhires se reparten por estos valles, y en las majadas de las laderas del monte Txindoki los pastores mantienen sus  ovejas latxas, de las que se extrae la leche para el queso de Idiazábal. Varias rutas señalizadas permiten descubrir este legado prehistórico. Los aficionados al senderismo disponen de la Vía Verde del Plazaola, una ruta de siete kilómetros que recorre el antiguo trazado del ferrocarril desde Lekunberri, en el centro del valle de Larraun, entre Pamplona y San Sebastián, desde donde se puede hacer una excursión hasta el santuario de San Miguel de Aralar.


Entre Las Hurdes y el valle del Jerte, al norte de la provincia de Cáceres, se abre un pasillo verde de reminiscencias norteñas: el valle del río Ambroz. La orientación meridional de estos montes propicia un clima suave que, unido a la abundancia de lluvias, los ha cubierto de tupidos bosques de castaños y robles, más propios de climas atlánticos.


Los robledales palentinos de Fuentes Carrionas alfombran las faldas meridionales de la cordillera cántabra en la comarca de La Pernía. Castaños, hayas y acebos acompañan al roble albar y al melojo en estos parajes montañosos, uno de los últimos refugios del oso pardo en Europa. Uno de estos árboles destaca por su longevidad: el llamado roblón de Estalaya o el Abuelo, de casi 10 metros de perímetro y una edad que supera los 1.000 años.


Casas de pizarra,  molinos de agua, prados y robledos adornan Horcajuelo de la Sierra, uno de los pueblos mejor conservados de la Sierra Norte, a 90 kilómetros de Madrid por la por la carretera de Burgos (A-1) y desviándose en el kilómetro 85.   Por la misma carretera, un  kilómetro al sur del pueblo de Somosierra, en el cerro de la Cebollera Nueva, se accede a la dehesa de Somosierra (la Dehesa Bonita), un precioso bosque de abedules,  robles albares, mostajos, acebos y avellanos.


Un bosque con  hayas que superan los 30 metros de altura, alguno de más de 200 años,  en la comarca barcelonesa de Osona. No es tan conocida ni está tan concurrida como la Fageda d'en Jordà, en la Garrotxa (Girona), otro must del otoño en Cataluña.



Como en el laberinto sin paredes de Borges, la llanura segoviana esconde lugares secretos por los que el viajero suele pasar de largo. A 24 kilómetros de Segovia, siguiendo la autovía de Valladolid y después la CL-603 en dirección a Cantalejo y las hoces del Duratón, se llega al pueblo de Peñarrubias de Pirón, de donde parte una senda señalizada que se adentra, emboscada entre chopos y fresnos, en los cañones de los ríos Pirón y Viejo. En estos parajes inició sus fechorías Fernando Delgado Sanz (1846-1914), último bandolero de la sierra de Guadarrama.


Los valles occidentales del Alto Aragón (Hecho, Ansó, Aragüés del Puerto, Borau y Aísa), en la comarca de La Jacetania (Huesca),  esconden algunos de los mayores bosques del Pirineo, que se pueden disfrutar en  parajes como  la foz de la Boca del Infierno o  la Selva de Oza,  donde existe más de un centenar de círculos megalíticos.


Y por último, aunque no el menos importante (de hecho, es el number one de los bosques españoles): Irati, una de las principales masas forestales europeas, de abetos y hayas, a una hora de Pamplona. 


La reserva asturiana de Muniellos atesora un bosque único de roble albar poblado por osos pardos, lobos, urogallos, rebecos y trasgos.

En esta entrada también faltan Redes (Asturias)Saja-Besaya (Cantabria)Tejera Negra (Guadalajara),  la sierra de Cameros (La Rioja)y muchos otros bosques andaluces, riojanos, catalanes, gallegos... Algunos los encontraréis en este otro post:  

Los mejores sitios para ver (y oír) caer las hojas 


REPORTAJE RECOGIDO EN EL BLOG DE VIAJES DE "EL PAÍS"

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