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domingo, 15 de diciembre de 2013

"Doñana se ha vuelto respetable. Ya no es el 'far west' con furtivos a caballo"

Entrevista a Miguel Delibes de Castro (Biólogo del CSIC y durante 12 años, director de la EBD). Hoy en día es considerado la mayor figura en el estudio del Lince Ibérico. Llegó de Castilla para vivir en un coto aún aislado y salvaje. Hoy es uno de los mayores expertos en el lince, "la última fiera de Europa", como la definió Félix Rodríguez de la Fuente.

- De las dos grandes pasiones de su padre, la naturaleza y la escritura, usted se ha quedado con la primera, ¿por qué? 

- De alguna manera he heredado las dos pasiones. Sin embargo, al igual que le pasa a mis hermanos, siento un gran pudor y ejerzo una férrea autocensura cuando de escribir se trata. Yo siempre he dicho que el que me hizo querer a la naturaleza fue mi padre, mientras que el que me enseñó a escribir fue Rodríguez de la Fuente.

- Rodríguez de la Fuente... ¿Cómo terminó siendo su colaborador?

- Fue un cúmulo de casualidades y a lo mejor tuvo algo que ver el llamarme Miguel Delibes. El año que yo estaba acabando la carrera en la Complutense, la editorial Salvat le encargó a Rodríguez de la Fuente escribir la Enciclopedia de la Fauna, y éste le pidió a mi profesor de Evolución Humana, Emiliano Aguirre -el maestro de todos los de Atapuerca-, que le diera los nombres de estudiantes que redactasen bien los exámenes. Me llamó su secretaria para citarme en su casa y yo creía que era una broma, tanto que le dije que me contara otra de vaqueros. Estuve tres años trabajando con él, sin contrato, cobrando en un sobre, aunque al final, tras un plantón que organizamos los colaboradores, ganábamos bastante dinero.

- Sobre él se difundió la leyenda negra de que era una persona egocéntrica y narcisista hasta extremos ridículos. ¿Qué opina usted?

- Trabajé con él del 69 al 72 y a mí me pareció siempre un hombre cercano, amistoso y buen maestro. Es cierto que tenía debilidades humanas, lo cual es bastante de agradecer. Por ejemplo, le gustaba parecer más alto de lo que era y en las fotos siempre se ponía un poco adelantado para dar esa sensación... Tonterías de ese tipo que más bien lo humanizaban. El día que lo conocí junto a un amigo nos habló durante varias horas con el mismo tonillo y lenguaje que tenía en la televisión... "el astro rey que se acuesta en el horizonte"... Al salir de su casa concluímos que debía ser bastante insoportable. Sin embargo, al día siguiente me llevó a cazar con halcones y al volver le dije a mi amigo: "Es normal, suda, dice tacos y come chorizo..." Al final estaba un poco agobiado y constreñido porque en TVE tenía muy poco presupuesto en unos momentos en que en todo el mundo se hacían ya las cosas con mucha calidad. Con lo que la BBC hacía un programa de media hora, Rodríguez de la Fuente tenía que hacer treinta...Sólo puedo decir cosas buenas de él.

Los niños de la EGB se lo agradecemos. Ha sacado usted el tema de la caza, la gran afición de su padre, sobre la que dejó páginas inolvidables. ¿La ha practicado?

- Sí, fui un apasionado cazador desde los 15 hasta los 22 años. Iba con mi padre todos los domingos hasta que me marché a estudiar a Madrid. Finalmente, cuando me vine a Andalucía lo dejé totalmente. Aun así, sigo compartiendo ese espíritu de los cazadores de antes.

- ¿Pero hubo algún motivo ideológico en este abandono de la caza?

- Algo de eso hubo. Lo ha contado mi hermano Germán en el prólogo del volumen dedicado a la caza de las Obras Completas de mi padre. A mí me empezaron a divertir más otras cosas del campo. Aunque parezca una inmodestia, me pasó igual que a Darwin, que antes de embarcarse en el Beagle era un apasionado cazador. Cuando vas al campo y te interesas más por la caca del zorro o la egrópila del mochuelo que por cobrar una perdiz te conviertes en un mal cazador.

- ¿Cómo era su padre en el campo, cómo se movía?

- En la cacería era muy líder, infatigable, tenaz... nos obligaba a seguir cazando cuando ya estábamos todos agotados y con ganas de regresar. Era abierto y se hacía muy amigo de las gentes, siempre atento a su forma de hablar para después anotarlo. Estaba muy preocupado por el aspecto social y económico del campo castellano, cuyos problemas llevó al periódico con los consiguientes choques con la censura.

- A principios de los años 70 llegó a Andalucía para estudiar la cadena trófica del lince...

- A mí me llamaba mucho la atención la investigación y pedí una beca para la Estación Biológica de Doñana. José Antonio Valverde, que era su director entonces, me puso la condición de que tenía que vivir dentro del parque nacional.

- ¿Y cómo era aquella Doñana de principios de los 70? 

-Una cosa totalmente primitiva. Al poco de estar allí me casé y viví con mi mujer casi cinco años en una habitación del Palacio de Doñana. Éramos un colectivo muy pequeño y aislado, sin electricidad, sin correo, sin teléfono. Había que ir a comprar la comida a Almonte, que estaba a unos cuarenta kilómetros, muchos por camino de tierra. Los alimentos se nos estropeaban en las neveras de butano y muchas de las cosas que ahora no me gustan es porque las comí allí medio malas. Los universitarios establecimos una relación muy estrecha con los guardas y sus familias. Unos aportaban el saber tradicional y otros la novedad. Eso sí, al principio no les entendíamos nada cuando hablaban.

- ¿Y su mujer se lo ha perdonado?

- Una vez, en una boda, mi suegra, que se había tomado una copa de vino, me dijo: "Que conste hijo que todavía no te he perdonado". Hay que tener en cuenta que mi mujer llegó a Doñana con 22 años y era la única niña de ocho hermanos. Entonces, cuando veníamos a Sevilla lo hacíamos para calentarnos, meternos en una bañera de agua caliente e ir al cine. Decidimos dejar el parque y residir en Sevilla cuando tuvimos un niño y no éramos capaces de criarlo en las condiciones de Doñana. Había que darle el biberón con una lámpara de minero, calentar la leche en un hornillo de gas y todo ese tipo de cosas. Ahora, mi mujer, que añora mucho aquellos años, me pregunta por qué nos fuimos. "Porque quisimos", le digo yo.

- Toda una aventura.

- Doñana se ha hecho respetable. Ya no es el far west con furtivos a caballo, paludismo y sin apenas población. De eso apenas queda nada, se ha civilizado. La Doñana de los 60 y 70 era joven, pero condenada a muerte debido a un horizonte de desarrollo previsto que contemplaba un enorme plan agrícola y un proyecto turístico muy amplio. Doñana es ahora más respetable y funcionarial, pero se ha salvado, está indultada.

- Sin embargo, sobre Doñana sigue pesando una amenaza desarrollista, un discurso que culpa al parque nacional de la falta de perspectivas de desarrollo de la zona. 

- Este discurso, como es normal, es mayor cuando hay una crisis económica y social como la actual. Cuando las cosas iban bien y llovían los millones de Europa para el Plan de Desarrollo Sostenible, Doñana era maravillosa.

- ¿Ha aumentado la presión sobre el coto?

- Sí, ahora es mayor que hace unos años.

- ¿Y quién la ejerce? 

- Todo el entorno: la agricultura, el turismo, los municipios, algo menos la construcción... Esta presión se percibe en el ambiente. Por ejemplo, el borrador de la nueva ley sobre parques nacionales que prepara el Ministerio de Medio Ambiente contempla más facilidades para la explotación económica de estos espacios. Creo que esto se está difundiendo en los medios de comunicación para calmar los ánimos.

- ¿Y cuál es la situación actual del parque?

- Doñana tiene un problema importante de agua dulce, algo que creo que ocurrirá siempre. Por sus acuíferos compiten la agricultura, las urbanizaciones turísticas y la ecología de la zona. Hay bastantes regadíos ilegales y se puede estar sacando más agua de lo que los expertos recomiendan para poder conservar el parque. El peligro de que se sequen muchos árboles y cambie la vegetación en las orillas de las marismas ya está ocurriendo desde hace años en la parte norte de Doñana, entre el Rocío y Villamanrique, donde hay una gran depresión del acuífero. Esta circunstancia, inevitablemente, es una fuente de tensión y hay que saber llegar a acuerdos. Que Doñana tenga problemas no es dramático, es lo normal.

- ¿Y el cambio climático, le afectará?

- Bueno, se supone que en Andalucía hará más calor y lloverá menos, algo que afectará inevitablemente a Doñana. Además, el mar está creciendo y, a largo plazo, hay riesgo de que se introduzca en los acuíferos dulces. En cualquier caso estamos hablando de una posibilidad y siempre a largo plazo.

- ¿Es posible realizar el dragado en profundidad del Guadalquivir sin dañar el parque nacional?

- Actualmente no lo veo posible. El informe científico que hizo el CSIC, que es un trabajo muy serio, dice que sería factible con una serie de condiciones que por ahora no se cumplen: revitalizar todo el estuario -de Sanlúcar de Barrameda a Alcalá del Río-, cuya agua está biológicamente muy muerta; y afianzar los márgenes. Sólo el paso actual de barcos se está comiendo Doñana y si aumentamos el calado de los mismos el proceso avanzará mucho más deprisa.

- El lince, sobre el que usted es uno de los mayores expertos del mundo, se ha convertido en una especie de símbolo de una Península Ibérica natural y salvaje que está desapareciendo.

- Rodríguez de la Fuente lo bautizó como la última fiera de Europa. Hay especies que son muy emblemáticas porque son raras, bonitas y parecen que te dicen algo con la mirada, incluso en las fotografías... Por ejemplo, el águila imperial o el quebrantahuesos y sus "ojos de acero y sangre", como decía Francisco Umbral. Yo fui víctima de ese hechizo de la mirada del lince, porque mi tesis, en principio, iba a ser sobre ginetas y meloncillos. Cuando llegué a Doñana todo el mundo hablaba del lince, pero yo no veía ninguno. Pasé meses y meses sin conseguirlo y los guardas hasta se reían de mí...

- ¿Cuándo lo vio por primera vez? 

- Sin buscarlo. Iba a subir a un nido de milanos y el lince estaba durmiendo en la rama de un alcornoque. Fue una cosa impresionante. Debió notar que yo andaba cerca y me eché para atrás sin hacer ruido. Él se desperezó, bajó y huyó.

Tras una época de recuperación, parece que el lince pasa actualmente problemas por la falta de conejos debido a una epidemia. ¿Cuál es la situación actual?

- Probablemente hay más linces y en más lugares que cuando empezamos a censarlos en los años 80, aunque la población de Doñana es menor. La Junta los cifra en 305, una cifra demasiado exacta que le resta un poco de verisimilitud. También hay unos 90 ejemplares en cautividad... Es muy difícil frenar la desaparción de una especie, pero esto se ha conseguido con el lince y hay lugar para el optimismo. Sin embargo siempre hay amenazas, como la enfermedad de los conejos a la que usted hacía alusión, que es una cepa nueva de la neumonía vírica, o que, simplemente, la Unión Europea deje de destinar las grandes cantidades de dinero que ha invertido en el lince... Miedo me da.

- Hay una cierta corriente de opinión en contra del lince. Le llaman el animal funcionario...

- Creo que esto es inevitable. Si el lince desapareciese las críticas vendrían por el otro lado. Vuelvo a la opinión de Umbral sobre el quebrantahuesos: "Que no se nos acabe, que no se diga".

- A mucha gente le cuesta comprender por qué es necesaria la biodiversidad. Creen que es una frivolidad propia de radicales ociosos.

- La pérdida de biodiversidad es un problema grave. Somos parte de la biodiversidad y dependemos de ella. El medio ambiente en el que vivimos no está hecho, sino que se hace todos los días: el oxígeno de la atmósfera lo producen las plantas y las bacterias; los seres vivos son los que regulan el clima... Sin ellos, la tierra ya estaría mucho más caliente. Tenemos cosechas porque los seres vivos polinizan las flores y éstos son también muy importantes en el control de plagas y, al desaparecer muchos depredadores, tenemos que usar cada año más insecticidas. La biodiversidad es todo ese entorno que necesitamos para vivir. Es cierto que nuestro mundo funciona pese a la extinción de algunas especies, algo que siempre ha ocurrido, pero no sabemos dónde está el límite. En ese sentido, el lince es una bandera que sirve para llamar la atención sobre el resto.

- Antes habló de José Antonio Valverde, gran naturalista y figura legendaria en Doñana.

- Fue el gran muñidor de Doñana, el que construyó un espacio resistente a la destrucción basándose en la trascendencia ecológica del lugar. Yo he escrito que por el coto habían pasado reyes y nobles; escritores y poetas como Quevedo; pintores como Goya; curas y monjes para catequizar a los indígenas que estaban por allí... Pero no fue hasta que llegaron los naturalistas cuando Doñana trascendió. Valverde tuvo desde el principio la idea de vender Doñana a través de los medios de comunicación. Por ejemplo, llegaba un periodista que iba a publicar un reportaje en Paris Match y tenía prioridad sobre todos los becarios a la hora de usar un coche, algo que entonces nos molestaba mucho.

Entrevista realizada por Luís Sánchez Moliní

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