Un
estudio concluye que se ha perdido el 85% de las praderas marinas en
dos años.
El
85% de las praderas marinas que había en 2014 en el Mar Menor ya no
existen. En su lugar, no hay nada. “Ahora es un desierto de fango”,
cuenta Juan Manuel Ruiz, investigador principal de un equipo del
Instituto Español de Oceanografía (IEO), que junto con la ONG ANSE
lleva estudiando la vegetación marina de la laguna desde 2013. Un
año después, en 2014, el equipo realizó un mapa detallado de las
praderas y mediante una serie de inmersiones y mediciones, los
investigadores encontraron 13.780 hectáreas de vegetación. Aquello
significaba que las praderas estaban resistiendo el impacto de las
actividades humanas. Sin embargo, ante el cambio que se produjo en
las aguas del Mar Menor en 2015, el equipo ha vuelto a sumergirse
para comprobar cómo la mayor parte de la vegetación marina ha
desaparecido.
El
equipo de Ruiz se dedica a estudiar la ecología de las praderas
vegetales marinas en general y en 2013, debido a la falta de
información fiable y el valor ecológico de la vegetación del Mar
Menor, los investigadores se plantearon estudiar de forma científica
y detallada estas praderas para estudiarlas de forma científica.
Para ello, el IEO presentó un plan conjunto con ANSE ante la
Fundación Biodiversidad, dependiente del Ministerio de Agricultura y
Pesca, Alimentación y Medio Ambiente. Y así los investigadores
demostraron la existencia de grandes extensiones de praderas marinas
con una amplia gama de especies vegetales entre las que destacaba una
en particular, la Cymodea Nodosa. Alrededor del 60% de la vegetación
pertenecía a esta especie de planta marina. Estos resultados
contradecían algunos estudios previos que decían que esa especie
estaba desapareciendo del Mar Menor.
En
2015, sin embargo, las aguas del Mar Menor se empezaron a transformar
y se pusieron verdes. Ruiz explica que eso se debe a lo que los
científicos llaman el proceso de eutrofización. “Ocurre cuando
hay una excesiva carga de nutrientes, como nitratos o sulfatos, y los
organismos no los pueden procesar. Entonces aparecen algas y
fitoplancton que son las responsables de que se enturbie el agua”,
explica el experto. La turbidez del agua impide que la luz del sol
llegue a las praderas y que la vegetación no pueda realizar la
fotosíntesis.
Con
la nueva situación el equipo se planteó comprobar si la calidad del
agua estaba afectando a las praderas marinas. “Era necesario
hacerlo antes de acometer la segunda parte de nuestro proyecto que
consistía en cruzar y analizar los datos recogidos en 2014”,
explica Ruiz. Entre septiembre y octubre de este año, los
investigadores han realizado nuevas inmersiones y mediciones y ha
sido entonces cuando se han encontrado el desastre.
El
hecho de haber perdido el 85% de la vegetación marina puede tener
múltiples consecuencias. “Lo primero es que la propia vegetación
actuaba como un filtro de la materia orgánica, que es precisamente
la que ha causado esta situación”, explica Ruiz. Ahora, al no
haber vegetación, se mantendrá la turbidez porque no hay organismos
que la procesen, según señala Ruiz. “Y ahí tenemos un problema.
Porque hasta que no se consuma toda la carga orgánica que hay en los
sedimentos, no podremos recuperar la calidad de las aguas y revertir
la calidad del agua es ahora lo más urgente”, cuenta Ruiz, que
incide en que hasta que no se recuperen los niveles de calidad del
agua, no se podrá hacer nada más. “No se puede replantar porque
no hay luz. Y cualquier cosa que se plante, volverá a morir”,
explica el experto. Y luego están las consecuencias que tiene la
propia pérdida de un hábitat en el Mar Menor para la cadena
trófica. “Pero eso lo desconocemos”, admite Ruiz.
El
proceso de eutrofización ocurre cuando hay una excesiva carga de
nutrientes, como nitratos o sulfatos, y los organismos no los pueden
procesar
El
investigador reconoce que desde que comenzó el problema del agua en
el Mar Menor, los expertos han estado trabajando para identificar las
causas que han llevado a esta situación. “Se han puesto algunas
medidas en marcha, pero hay que ir más allá y actuar en todos los
niveles”, señala Ruiz. Otro problema al que se enfrentan es que se
trata de una situación nueva y desconocida. “No tenemos
información sobre qué podemos hacer y tenemos que ir a buscarla
fuera, a otras partes del mundo que han pasado por situaciones
similares”, explica. En algunos de esos lugares, la situación se
ha revertido en unos meses. “Pero aquí ya llevamos un año”,
lamenta.
Según
Ruiz, no se puede saber el tiempo que se tardará en recuperar los
niveles del escenario inicial. “Lo único que podemos hacer es
trabajar, pero sí tenemos claro que el cambio no será inmediato”,
concluye Ruiz, que a pesar de todo, asegura confiar en que la
situación se pueda revertir.
Fuente
y más
información:
http://www.asociacionanse.org
http://www.asociacionanse.org
Mapa
del antes y el después de la distribución de las praderas marinas
del Mar Menor.IEO / ANSE
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