El
crecimiento global hace escasear los recursos naturales
Un
tercio de la Humanidad vivirá en 2025 en zonas con deficiencia de agua
En Botsuana,
en el sur de África, un país árido y sin salida al mar, la palabra pula (lluvia
en lengua setsuana) es tan importante y valiosa que llega a dar nombre a la
moneda nacional. El que haya lugares donde el agua es tan valiosa que su mero
nombre sea dinero ha sido, hasta ahora, anecdótico. Pero el mundo está
cambiando muy deprisa.
Según datos
recopilados por el Foro Económico Mundial, para el año 2025 más de un
tercio de la población del planeta, 3.000 millones de personas, vivirán en
zonas con escasez de agua. En los próximos 20 años, la humanidad necesitará un
40% más de agua solo para poder acompañar el ritmo del crecimiento económico.
Pero la
importancia capital del agua y de su futuro muchas veces queda oculta en las
urgencias de lo cotidiano. Para debatir el presente y el futuro del agua, EL
PAÍS ha reunido a varias personalidades en un desayuno patrocinado por Agbar.
¿Cuáles son los principales problemas
del agua hoy día?
“Yo creo que
más que un problema de falta de agua, lo que tenemos es un problema de
gobernanza del agua”, afirma Ángel Simón, presidente de Agbar. “La crisis nos
está dando la oportunidad de reformar la gobernanza del agua, de cómo gestionar
un recurso escaso de la forma más eficiente posible”.
“En nuestro mundo
hay dos grandes recursos escasos: la tierra y el agua”, afirma Jaime Lamo de
Espinosa, presidente de la Asociación España-FAO. “Tenemos muy poquita agua: el
agua dulce es solo el 0,77% de los recursos hídricos del planeta. Y la que hay
está distribuida de manera muy irregular: el 75% del agua dulce del planeta
está en solo cinco países”.
“El agua es
un factor desde el punto de vista de la seguridad”, señala Ángel
Pascual-Ramsay, director del programa de estudios sobre riesgos globales del
ESADEgeo Center for Global Economy and Geopolitics. “Hasta ahora, las guerras
justificadas por el agua como recurso estratégico han sido la excepción y no la
regla. La ocupación israelí de los altos del Golán es, posiblemente, el ejemplo
más obvio”.
Para
Pascual-Ramsay, la importancia geoestratégica del agua tiene, por ahora, un
perfil más bajo, pero no por ello menos importante. “Puede servir de
catalizador de conflictos de baja intensidad. Por eso creo imprescindible
garantizar la seguridad de abastecimiento”.
“En China ya
hay 600 millones de personas viviendo en ciudades y que quieren consumir con
los patrones de Occidente”, confirma Lamo de Espinosa. “Al crecimiento de las
clases medias de los países emergentes le ha seguido una explosión del precio
de los alimentos a nivel global. Y los problemas de subsistencia que ha
provocado esa explosión están detrás de la primavera árabe”.
“Mahatma
Gandhi dijo una vez que la Tierra tiene recursos para saciar las necesidades de
todos, pero no la codicia de unos pocos”, recuerda Luz María Sanz, responsable
de la delegación para el centro de España de la Fundación Vicente Ferrer.
“Nosotros trabajamos en India, donde habitan 1.200 millones de personas, de las
que el 80% vive de la agricultura. Y nuestra experiencia allí nos ha enseñado
que antes de poder usar bien el agua hay que poder acceder a ella, lo que en
muchas regiones del mundo no ocurre”, agrega.
No se puede
hablar ya del agua en el siglo XXI sin tratar del cambio climático y del
calentamiento global, cuyos efectos se hacen notar. “¿Qué le va a pasar al
ciclo del agua con el cambio climático?”, pregunta el arquitecto y humorista
gráfico José María Pérez González, Peridis. “Este mes de marzo no ha
parado de llover, mientras que el año pasado se rezaba por el agua”, señala
Lamo de Espinosa. “Es sintomático que las plegarias sean vistas como una
solución al problema”, apunta Pascual-Ramsay.
En España
también se han vivido conflictos por el agua. “Recuerdo el debate de los
trasvases y de los planes hidrológicos”, reflexiona Peridis. “Entonces se
planificaron y construyeron desaladoras para un modelo de urbanización que ya
no existe. ¿Cuánto ha costado eso? ¿Cuánto nos cuesta tenerlo parado?”. “El
agua es un recurso global”, afirma Lamo de Espinosa, “y, por más que lo
intentemos, los españoles no podemos ser localistas”.
Para Peridis,
el problema reside en la irracionalidad del uso del agua. “El hombre siempre se
ha instalado al lado de los ríos. Y aun así, los maltratamos. Llenamos de
plástico los mares y matamos a los animales. Cuando falta agua, decimos: ¡Ya se
llevará!”, afirma el humorista. “La naturaleza tiene algo que decir sobre la
forma en que la tratamos”.
Para el
escritor Félix de Azúa, que también es catedrático de Estética en la
Universidad Politécnica de Barcelona, la falta de consideración con el medio
ambiente tiene una causa más profunda. “La palabra naturalezasurgió en el
siglo XVIII, para convertir en laica la palabra Dios. Ahora la estamos destruyendo
para sustituirla por una tecnificación absoluta”.
Para Azúa, la
humanidad “ha sustituido a los entes metafísicos por cosas completas y
planificadas”. Este mundo más concreto se sostiene sobre el pilar de la
escasez. “Antes no existía la escasez. La creamos porque es necesaria. No
podríamos vivir sin ella”.
Hay esperanza para el agua
Pero no todo
son malas noticias. El objetivo de Naciones Unidas con respecto al agua,
reducir a la mitad el número de personas sin acceso al agua potable antes de
2015, se cumplió cinco años antes de lo previsto. Desde 1990, 2.000 millones de
personas han mejorado su acceso al agua.
De estas
personas, 522 millones viven en India, donde fundaciones como la Vicente Ferrer
han contribuido a la mejora de las condiciones de vida de una de las zonas más
pobres del país, construyendo presas, entre otras cosas. “En Anantapur, la
región del Estado de Andhra Pradesh donde trabajamos, las cosas han mejorado
mucho gracias al apoyo que hemos recibido de millones de personas”, afirma Luz
María Sanz.
“El agua es
abundantísima”, afirma Peridis. “La primera vez que vi el mar, me dije:
‘¡Cuánta agua!’. Lo que es realmente escaso es la tierra, mientras que lo que
es realmente abundante es el hombre. La verdadera inundación es de hombres”.
Pascual-Ramsay
recuerda que el agua no solo puede ser fuente de conflicto, sino también “motor
de paz”. Y pone un ejemplo: “En la mayor parte de las veces, compartir cuencas
ha obligado a entenderse a los países”.
“Se está
produciendo una revolución en el riego agrícola”, según Lamo de Espinosa.
“España es pionera en ese sector. Y es importantísimo, dado que el 70% del agua
se utiliza en la agricultura”.
Pero hay que
buscar soluciones para los problemas que existen ya. Naciones Unidas estima que
605 millones de personas, uno de cada 12 seres humanos, seguirán sin acceso al
agua potable en 2015. ¿Cómo solventar esos problemas y los que traerá el
futuro?
“No hay que
olvidar la educación”, señala Peridis. “Tenemos que educarnos mucho mejor en un
respeto reverencial al agua”.
“Es necesaria
una mayor colaboración público-privada para gestionar los recursos del agua”,
indica Pascual-Ramsay. “Y el descrédito de las instituciones públicas es
evidente, pero ese descrédito también se extiende a una gran parte del sector
privado”.
“Pero la
iniciativa privada es importante”, considera Simón. “Nosotros surgimos con el
ensanche de Cerdá, en Barcelona, cuando la ciudad salió de la barrera de sus
murallas para crecer. El ensanche habría sido imposible sin agua, y el agua
habría sido imposible sin la iniciativa privada: sin nosotros, Barcelona tal y
como la conocemos no habría sido posible”.
“Entre los
jóvenes crece la opinión de que el papel del sector privado es positivo y debe
crecer”, afirma Pascual-Ramsay.
“Pero no hay
que olvidar que la política también es capaz de rescatar lo perdido”,
interviene Javier Moreno, director de EL PAÍS. “Recuerdo que el río de mi
pueblo, donde me bañaba cuando era pequeño, empezó a decaer tras la
construcción de una presa. La contaminación, la falta de cuidados, acabaron con
el río. Pero intervino el Gobierno y el río volvió a la vida”. Peridis asiente.
“Lo mismo ha pasado en las tablas de Daimiel. O en la ría de Bilbao, por
ejemplo”.
“Lo
importante es que todos, especialmente los jóvenes, sepan que la solución está
en su mano”, afirma Félix de Azúa.
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