Emilio Lora-Tamayo,
presidente del CSIC, ha querido destacar que se trata de un proyecto “de
dimensión global, que ha trabajado en aguas de 18 países.
Un equipo de
científicos españoles, coordinado por el Consejo Superior de Investigaciones
Científicas (CSIC), ha comenzado a secuenciar el genoma del océano profundo
global a partir de las más de 2.000 muestras de microorganismos recogidas por
la expedición Malaspina.
Emilio
Lora-Tamayo, presidente del CSIC, ha querido destacar que se trata de un
proyecto “de dimensión global, que ha trabajado en aguas de 18 países, con más
de 2.000 muestras recogidas y que ha movilizado a más de 400 científicos y
miembros de la armada”.
Por su parte,
Carlos Duarte, investigador del CSIC y coordinador de la expedición, ha
señalado que desde que en 2007 empezara a madurar el proyecto, “el coste de la
secuenciación ha caído” por lo que pueden trabajar con menos recursos económicos
de los estimados al inicio y además cuentan con un Centro Nacional de Análisis
Genómico (CNAG) en Barcelona, creado en 2009 para este campo de investigación.
“Es
fundamental que el Gobierno haya sabido ver que es importante que este trabajo
se haga en España. Tenemos la perspectiva de liderar el genoma del océano
profundo”, ha destacado Duarte en referencia a la secuenciación de las muestras
recogidas y su potencial biotecnológico.
Los
investigadores han analizado una muestra que supone el 5% del total –para
demostrar la viabilidad del proyecto– y, según sus estimaciones, podrían hallar
decenas de millones de genes nuevos en los próximos años. Para la explotación
de las diferentes aplicaciones biotecnológicas han creado la empresa Deep
Blue Enterprise.
“Estamos
abriendo una caja negra de genes del océano profundo, de funciones de las que
conocemos muy poco”, aseguró Josep Mª Gasol, investigador del CSIC en el
Instituto de Ciencias del Mar y líder del bloque de microorganismos de
Malaspina. “El CSIC –ha querido añadir Lora-Tamayo– tiene una amplia
experiencia en la secuenciación de genomas”.
Por su parte,
Carmen Vela, Secretaria de Estado de Investigación Desarrollo e Innovación, ha
destacado el apoyo del Ministerio de Economía y Competitividad hacia este programa
científico. “Es importante que, a pesar del escenario en el que nos
encontramos, sigamos trabajando en este proyecto tan global y con un recorrido
tan intenso”, expuso.
Bacterias que degradan compuestos muy
tóxicos
Entre las
muestras analizadas, los científicos han detectado bacterias capaces de
degradar compuestos altamente tóxicos que se han ido acumulando en el fondo
marino.
“Nos ha
sorprendido encontrar, sobre todo en el océano Índico, genes de degradación de
metilmercurio que tienen un potencial biotecnológico muy grande”, ha apuntado
Gasol.
Los expertos
esperan encontrar, además, la razón por la cual estos se encuentran en mayor
medida en el Índico y no en otros océanos.
En referencia
a los costes y los potenciales beneficios de esta investigación, los
científicos calculan que si 5.500 genes pueden generar 9.000 millones de euros
de propiedad intelectual, “si les encontramos una aplicación, tenemos un
potencial de multiplicarlo por muchas veces”.
Carlos Duarte
ha apuntado que la expedición contó con una financiación de 4,2 millones de
euros, pero que el total del proyecto –contabilizando personal, los costes de
los buques, etc.– asciende a 17 millones. "Lo que hemos gastado en hacer
una gran expedición del fondo oceánico equivale a lo que cuesta construir un
kilómetro de AVE”, ha asegurado.
El
investigador también ha explicado que el trabajo de genómica no solo
corresponde al océano, sino que también han recogido muestras de la atmósfera,
con lo que esperan realizar también su secuenciación a escala global, “algo que
no se había hecho nunca antes”.
Por último,
los investigadores han informado que reservarán un 25% de las muestras para la
“colección Malaspina” con el objetivo de que en el futuro se puedan explotar
con mayores resultados y beneficios.
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