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viernes, 14 de junio de 2013

Voluntarios con información muy valiosa

Casi 3.000 personas aportan voluntariamente datos relevantes sobre las poblaciones de 407 especies de aves en España, alguna considerada en peligro crítico de extinción.

Esta información ha servido para publicar el primer 'Atlas de las aves en invierno en España'

72.000 kilómetros cubiertos a pie durante 120.317 recorridos de 15 minutos, lo que equivale aproximadamente a 1,8 vueltas al Ecuador terrestre y un tiempo invertido de 30.079 horas de muestreo. Todo ello se condensa en 820 páginas que ofrecen datos actualizados sobre 407 especies de aves, de las cuales 238 se catalogan como comunes, 76 de presencia escasa o puntual, 34 se consideran como rarezas y 59 corresponden a aves exóticas. Estas son algunas de las cifras que jalonan la realización del primer Atlas de las aves en invierno en España,que acaba de presentar la Sociedad Española de Ornitología (SEO/BirdLife) con la colaboración del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente. Pero en este baile de cifras falta, quizá, la más importante.

Casi 2.700 personas se pasaron parte de los inviernos de 2007 a 2010 pateando costas, bosques, ríos, montañas, lagunas, embalses, campiñas y ciudades, entre otros ambientes, para dotar a la investigación sobre la avifauna española de una herramienta imprescindible para mantener, y en algunos casos afrontar, estrategias fiables de protección y conservación. La mayoría de estas personas son voluntarias y desde SEO/BirdLife reconocen que “sería muy difícil encontrar suficientes profesionales altamente capacitados para censar paseriformes (aves pequeñas y de mediano tamaño) en invierno y muestrear todas las cuadrículas en pocos años, además de ser inviable económicamente”.

El Atlas ofrece datos actualizados sobre 407 especies de aves, de las que 34 se consideran como rarezas 

Javier Puertas es veterinario y atiende una consulta en el centro de salud de un pueblo de Cáceres, Casas del Castañar. Es uno de los voluntarios que durante tres inviernos ha recorrido 120 kilómetros a pie y le ha dedicado 40 horas a rastrear la presencia de cualquier especie de ave. No es un recién llegado a este tipo de censos, ya que participa en los programas Sacre (seguimiento de aves comunes reproductoras en España) y Noctua (seguimiento de aves nocturnas), pero reconoce que el método era distinto esta vez: “Tienes que anotar no solo especies, sino todos los ejemplares que ves, cumplir con los 15 kilómetros diarios pie y además te obliga a ir a sitios que no son tan conocidos como Monfragüe, pero de los que sacas observaciones muy curiosas y aprendes de ellas”.

Asunción Ruiz, directora ejecutiva de SEO/BirdLife, se acordó especialmente de la labor de estos voluntarios durante la presentación del atlas, afirmando que este “hubiera sido imposible sin la participación impagable de los miles de colaboradores”. Añadió que “es una demostración de la fuerza que tiene la sociedad civil”. “En estos tiempos confusos, donde con la excusa de la crisis se recortan recursos, desde SEO/BirdLife queremos demostrar que existe otro modelo, el de una sociedad más sostenible, más justa, con más fortaleza democrática y donde el bien público sea el principal valor”, concluía Asunción.

La directora de SEO/Birlife destaca “la labor impagable” de los colaboradores en este trabajo

Movilizar y coordinar a 2.700 personas implica que algunas de ellas se dediquen a tiempo completo a mantener activas al resto y además de forma personalizada. Lo explica Juan Carlos del Moral, coordinador del Área de Estudio y Seguimiento de Avifauna en SEO/BirdLife, quien asegura que “esa actividad se mantiene gracias a un sistema de coordinación regional que necesita una atención independiente para cada colaborador; al trabajo de personal informático que crea, mantiene y mejora aplicaciones que facilitan la labor de los colaboradores y les permite tener acceso permanente a sus datos, además de facilitarles consultar los mismos mediante tablas, mapas y gráficos; y a la compilación, revisión y arreglo de esos datos, que facilitan la elaboración de análisis y la publicación y difusión de los resultados”.

La elaboración del presente atlas tiene una gran trascendencia, por ser el primero y comenzar así a crear un patrón de seguimiento y establecer futuras tendencias de las poblaciones. David Palomino, investigador de SEO/BirdLife y del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC), y Luis Miguel Carrascal, investigador titular del MNCN-CSIC, reconocen en el propio atlas el valor del trabajo presentado porque “el actual sesgo hacia la priorización en función de parámetros reproductivos y de especies particulares estaría provocando una desprotección de otros procesos ecológicos (invernada o migración) y de muchos taxones [organismos emparentados] no considerados por no tener estatus de conservación desfavorables”.

Blas Molina, que también trabaja en el Área de Estudio y Seguimiento de Avifauna de SEO/BirdLife, aclara la diferencia entre aves en invierno, que es de lo que va el atlas, y aves invernantes. “El nombre de este trabajo hace solo referencia a una estación del año y no al concepto de aves invernantes que utilizan nuestro territorio para pasar esta estación, sea porque encuentran unas condiciones mejores para sobrevivir, porque son los últimos ejemplares en sus rutas hacia zonas más meridionales a principios de la estación o porque coincide el momento en el que las especies más madrugadoras atraviesan la Península en dirección a sus áreas de reproducción en los meses de enero y febrero”. Incluso las hay que, ya en invierno comienzan su reproducción, como buitres leonados, quebrantahuesos y búhos reales.

Golondrinas en invierno
No existía con anterioridad un atlas de aves en invierno en España, pero sí uno de reproductoras, por lo que la comparación entre ambos ha permitido obtener algunas de las informaciones y curiosidades más notables.

Algunas las repasa Blas Molina, entre ellas la presencia de golondrinas en España en invierno: “Las golondrinas y aviones comunes relegan su escasa presencia a la zona suroeste”. Es decir, hay golondrinas en invierno. La gran mayoría proceden del paso prenupcial, que comienza en febrero, y el postnupcial, que concluye en noviembre. En total, el atlas recoge 1.620 ejemplares, muy alejados de los 30 millones que hay en la época estival.

“Algunas especies amplían su distribución en invierno con respecto a la primaveral con la llegada de ejemplares de poblaciones europeas –señala Molina–, como es el caso del acentor común, el acentor alpino, el petirrojo europeo, el mirlo capiblanco, el reyezuelo sencillo y el treparriscos; el mosquitero común se extiende por gran parte de la Península y Baleares; y la abubilla reduce ampliamente su distribución y desaparece de la mitad norte peninsular, mientras que zonas del suroeste peninsular y algunas de ambiente mediterráneo se muestran como las idóneas” .


Otras curiosidades son las especies raras, como la cerceta americana, el pelícano común, las gaviotas: pipizcán, de Bonaparte, del Caspio y groenlandesa y la avefría sociable, una de las especies más amenazadas del mundo (está en peligro crítico de extinción) que comparte situación tan grave con otra más habitual del invierno español, la pardela balear. 

Entre las exóticas invasoras, destacan las cada vez más numerosas cotorras de Kramer y argentina, el ganso del Nilo, el pico de coral y el bengalí rojo.
Pinzón real

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