El águila
perdicera está en riesgo de desaparecer del norte del España, según han
constatado biólogos de la Universidad de Barcelona (UB), que han llevado a cabo
el primer estudio que cuantifica con detalle las diferencias demográficas entre
las poblaciones de águilas en Europa occidental.
El trabajo
científico, que se ha publicado esta semana en la revista de la Sociedad
Americana de Ecología ‘Ecological Monographs’, califica de “crítica” la situación
de esta especie en Cataluña por culpa de la presión urbana y el abandono de la
agricultura tradicional.
La
investigación ha analizado los indicadores demográficos de las poblaciones de
águila perdicera en Europa occidental de 1990 a 2009 y alerta de que en el
sector norte de la Península Ibérica están los núcleos poblacionales con mayor
riesgo de desaparecer.
El trabajo ha
sido liderado por Joan Real y Antonio Hernández Matías, biólogos del
Departamento de Biología Animal y del Instituto de Investigación de
Biodiversidad de la UB.
El estudio,
en el que también ha participado el Centro Nacional de la Investigación
Científica de Francia y otros centros de investigación de España, Portugal y
Sudáfrica, con la financiación de la Fundación Miquel Torres de Vilafranca del
Penedès (Barcelona), se ha basado en el seguimiento durante 30 años de los
núcleos poblacionales de águila perdicera en la Península Ibérica y Francia.
Estos
seguimientos han permitido descubrir las relaciones demográficas entre
poblaciones y entender la dinámica en el oeste europeo, donde se encuentra uno
de los núcleos de esta especie amenazada y en declive en Europa.
El profesor
del Departamento de Biología Animal de la UB, Joan Real, ha explicado que “el
águila perdicera, una de las aves más representativas y también más amenazadas
de la región mediterránea, no tiene una distribución muy amplia en Europa. El
límite norte es el sur de Francia y las poblaciones más meridionales se
encuentran en Portugal y Andalucía”.
“Desde hace
30 años -ha añadido Real-, hacemos el seguimiento anual de la población de
águila perdicera en Cataluña, un trabajo que, junto con seguimientos de otros
equipos europeos, ha permitido alcanzar por primera vez toda la población de
águilas, estudiarla de manera homogénea y analizar su evolución demográfica,
muy útiles en conservación”.
El estudio
revela que las poblaciones de águilas no están aisladas en la Península y que
hay una “dinámica de fuente o sumidero a una escala espacial amplia en la
Península”, es decir, lo que ocurre a cientos de kilómetros de Cataluña afecta
a la persistencia de la población local de águilas.
Al cuantificar
detalladamente las diferencias demográficas entre las poblaciones de águilas en
territorios europeos, el estudio ha hallado que las diferencias son debidas,
entre otros factores, a la presión humana y las condiciones paisajísticas,
geográficas y climatológicas del entorno.
En el norte
peninsular, con áreas rurales abandonadas y actualmente muy forestales, el
estado de las poblaciones es límite (elevada mortalidad adulta, baja
fertilidad, etc…), sin embargo, en el sur, más cálido y con más actividades
rurales tradicionales, los indicadores demográficos son mejores.
“Esta especie
convive bien con la agricultura y la ganadería tradicionales gestionadas de
manera sostenible -ha señalado Real-, que generan espacios abiertos y facilitan
la presencia de presas”.
Pero si estas
actividades se dejan de hacer, cambian los hábitats y desaparecen las presas,
las águilas tienen dificultades para sobrevivir.
“Un exceso de
presión humana, como una agricultura intensiva o la urbanización, también puede
tener un efecto negativo en la supervivencia de las águilas porque a menudo
caen víctimas de las líneas eléctricas, de las balsas, no tienen lugares donde
cazar y no tienen tranquilidad para criar”, ha advertido Real.
En el litoral
mediterráneo, la intensa presión humana produce un incremento en la mortalidad
de la especie por diferentes causas (electrocución y colisión con líneas
eléctricas, persecución, etc).
Con una
mortalidad adulta del 17 % en Cataluña, que se reduce al 5 % en Andalucía, la
situación actual de la población en el territorio catalán es “crítica” y su
persistencia probablemente depende de la llegada de individuos de otras
regiones.
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