Namibia
y Zimbabwe quieren que se les permita vender las reservas de marfil
acumuladas.
La
población de elefantes africanos se ha reducido en torno a 111.000
ejemplares en la última década, como resultado de la caza furtiva,
según un informe de la Unión Internacional para la Conservación de
la Naturaleza (UICN). El informe se ha presentado en 17ª reunión de
la conferencia de las partes de la Convención Internacional sobre
Comercio de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres
(Convención Cites) que se celebra en Johannesburgo.
Las
pérdidas de elefantes han sido atribuidas a la caza furtiva, pero
los países africanos están en desacuerdo sobre cuál es la mejor
manera de proteger a los animales. Las noticias de la peor caída del
número de elefantes en 25 años se producen pues en medio de los
desacuerdos mostrados en el segundo día de la reunión mundial de
Cites.
El
recuento total del continente actual se ha cifrado en unos 415.000
elefantes, aunque puede haber entre 117.000 y 135.000 animales más
en áreas que no han sido objeto de seguimientos sistemáticos. Se
estima que esta cifra (los 415.000) supone una reducción de
elefantes de 93.000 ejemplares respecto a los calculados para el año
2006, para lo cual se tuvieron en cuenta las estimaciones
poblacionales procedentes de una amplia variedad de fuentes, que
incluyen seguimientos aéreos y recuentos de excrementos de
elefantes. Sin embargo, este número incluye 18.000 ejemplares de
poblaciones que no fueron previamente contadas, por lo que se estima
que el declive real se acerca a 111.000.
“El
aumento de la caza furtiva por el marfil, que se inició hace
aproximadamente una década –y que ha sido el peor que África ha
experimentado desde los años 1970 y 1980- ha sido el principal
impulsor de esta caída”, señala la UICN. El hallazgo se produce
en medio de discusiones entre los países africanos sobre la mejor
manera de proteger a los elefantes. Namibia y Zimbabwe quieren que se
les permita vender las reservas de marfil acumuladas procedentes de
muertes naturales, con el fin de poder financiar las iniciativas de
conservación de los elefantes de la comunidades. Ahora, el comercio
de marfil está prohibido.
Actitud
“imperialista”
El
ministro de Medio Ambiente de Zimbabwe, Oppah Muchinguri, rechazó
las “políticas imperialistas” de los países que se oponen a
este plan, que calificó de “infracción clara sobre los derechos
soberanos de las naciones”. Namibia y Zimbabwe cuentan con
poblaciones de elefantes sanos y su deseo de vender las existencias
con el apoyo de Sudáfrica. El comercio ilegal de marfil ha puesto
sobre las cuerdas el tratado existente, firmado por más de 180
países: la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies
en peligro de extinción (Cites).
“La
convenció Cites debería facilitar el éxito en nuestros programas
de conservación en lugar de aplicar estas políticas imperialistas”,
dijo Muchinguri, quien afirma estar hablando en nombre de la región
de África meridional que alberga a tres cuartas partes de la
población de elefantes.
La
otra opinión
Sue
Lieberman, vicepresidente de la Wildlife Conservation Society,
declaró que el informe de la UICN indica “claramente que los
gobiernos deben tomar todas las medidas necesarias para hacer frente
a la crisis, incluyendo el cierre de sus mercados nacionales de
marfil de elefante”. “Ahora corresponde a la Convención Cites
llevar ese impulso hacia adelante y apoyar la mayoría que pide la
mayoría de países en donde se distribuye el elefante africano, y
que están pidiendo el cierre de los mercados internos,” dijo. “El
cierre de los mercados nacionales permitirá cerrar las oportunidades
para el lavado de marfil ilegal”, insistió.
En
1989, la Convención Cites prohibido el comercio internacional de
marfil colocando todas las poblaciones de elefantes africanos en su
apéndice 1 (que indica la prohibición de su comercio
internacional). En 1997 y 2000, sin embargo, las poblaciones de
elefantes en Botswana, Namibia, Sudáfrica y Zimbabwe fueron
rebajadas en el escalafón al estimarse que no corrían tanto
peligro, lo cual dio pie a que se permitieran dos ventas
excepcionales de las existencias de marfil a Japón y China en 1999 y
2008.
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