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domingo, 10 de mayo de 2015

RECICLAJE: Ochenta dudas ante el contenedor amarillo

Entre el 25% y el 30% de lo que se echa en este cubo no debería ir en él.

Diecisiete años después de la puesta en marcha de la recogida selectiva de envases a través del contenedor amarillo aún surgen dudas sobre lo que se debe depositar en él. Hay consenso generalizado sobre las botellas de plástico y latas de bebidas y los tetrabriks, y que incluso no hay que echar en ellos juguetes, utensilios de cocina (sartenes, por ejemplo) o ropa, pero, ¿a partir de aquí? ¿Dónde va una cápsula de café? ¿Y un envoltorio de caramelo, un táper usado, una bolsa de redecilla de patatas, una caja de CD o DVD, un frasco de jarabe vacío, una botella de amoníaco o un tenedor de plástico?

Según datos del sistema integrado de gestión del contenedor amarillo, Ecoembes, a pesar de que ha habido una evolución positiva en cuanto al depósito de impropios, estos están entre el 25 y el 30%. Una encuesta realizada a 834 habitantes de la localidad de Cehegín (Murcia) el pasado año, demostró que sólo el 37% respondía correctamente a tres preguntas relacionadas con la recogida selectiva de residuos. Desde Ecoembes afirman que “hay que seguir reforzando esta línea para mejorar la eficiencia del sistema”.

Algo hay que hacer, pero también por parte de administraciones y empresas, porque el último informe del Instituto Nacional de Estadística sobre residuos urbanos domésticos destaca que de los 22,4 millones de toneladas procesados en 2012 por las empresas gestoras, 18,3 millones correspondieron a residuos mezclados y solo 4,1 millones a la recogida selectiva. Recientemente, Eurostat, la Oficina Europea de Estadística, también nos ha sacado los colores, ya que, aunque generamos menos kilos de residuos por habitante, en 2013 estuvimos muy por encima de la media de la UE entre lo que tiramos y desaprovechamos en vertederos (el 60% frente al 31%) y por debajo en reciclaje (20% frente al 28%).

Hemos recogido diferentes tipos de envases, embalajes, envoltorios o recipientes aportados como ejemplo por personas que en alguna ocasión se han encontrado en la disyuntiva de no saber qué hacer con ellos. A partir de ahí se ha generado una lista con ochenta objetos y se ha remitido a Ecoembes, para su consulta. He aquí el resultado.

¿Deben ir los siguientes envases y recipientes al amarillo?

ALIMENTACIÓN
1. Envoltorios pequeños de caramelos, chicles, bombones… SÍ
2. Cajas metálicas de bombones, pastas y otros dulces… SI
3. Envases de yogur. SÍ
4. Tapa del envase del yogur. SÍ
5. Envases metálicos de nata montada. SÍ
6. Tarrinas de mantequilla, margarina y queso de untar. SÍ
7. Envoltorios de aluminio de mantequilla. SÍ
8. Botes o tarros de barro de cuajadas y cremas. NO. Al contenedor gris del resto de basuras o a un punto limpio.
9. Tapas de los envases de cristal. SÍ
10. Tapones de plástico (botellas, tetrabrik, tubos pasta de dientes…). SÍ
11. Tapones de corcho natural. NO. Al gris
12. Tapones de corcho sintético. SI
13. Chapas de botellas de cristal. SÍ
14. Botes de plástico de kétchup, mostaza y mahonesa. SÍ
15. Abrazaderas de plástico de las latas de bebida. SÍ
16. Plástico que envuelven paquetes de varias botellas y tetrabriks. SÍ
17. Vasos de papel de hamburgueserías y cafeterías. NO. Al azul de papel y cartón
18. Tapas de vasos de papel de hamburgueserías y cafeterías. SÍ
19. Tarrinas de papel de helados. NO, Al azul
20. Envases de aperitivos (pipas, patatas, gusanitos…). SÍ
21. Sobre de sopas, caldos y purés. SÍ
22. Bolsas de plásticos de alimentos frescos empaquetados (fruta y verdura). SÍ
23. Bolsas de plástico de magdalenas, cruasanes, galletas… SÍ
24. Bolsas de redecilla de naranjas y patatas. SÍ
25. Plástico fino trasparente de paquetes de embutidos y quesos. SÍ
26. Bandejas y otros envases de plástico duro con alimentos a granel (carnes, embutidos y encurtidos) SÍ
27. Papel plastificado utilizado en carnicerías y pescaderías NO. Al azul. Si tiene restos de alimentos, al gris.
28. Bandejas de corcho blanco (poliestireno expandido o poliespán). SI
29. Bandejas plateadas de empanadas, pasteles, tartas… SI
30. Envases triangulares de plástico de sándwiches. SÍ
31. Táperes para envasar alimentos. NO. Al gris o a un punto limpio
32. Papel de aluminio SÍ
33. Celofán o plástico (film) para envolver alimentos en el hogar. SÍ
34. Latas de conservas. SÍ
35. Latas de alimentos preparados o precocinados y encurtidos. SÍ
36. Latas de aceite de cocina. SÍ
37. Envoltorios individuales de galletas, magdalenas, pastas… SÍ
38. Cápsulas de aluminio de café. NO. Al gris o puntos de recogida especiales
39. Hueveras de plástico. SÍ
40. Moldes de silicona para dulces y otros postres. NO. Al gris

MENAJE DEL HOGAR
41. Platos, vasos y cubiertos de plástico desechables. SI
42. Biberones. NO. Al gris
43. Termos. NO. Al gris
44. Bidones empleados por ciclistas. NO. Al gris
45. Macetas de plástico. NO. Al gris o a un punto limpio
46. Celofán que envuelve discos, libros, revistas… SI
47. Corcho blanco de embalajes. SI
48. Plástico de burbujas de embalajes. SÍ
49. Cajas de plástico de CD y DVD. NO. Al gris
50. Carcasas de vídeos VHS. NO. Al gris
51. Fundas y carcasas de cintas de casete. NO. Al gris
52. Fundas de móviles, tabletas, ipod, ipad. NO. Al gris
53. Estuches de gafas. NO. Al gris
54. Recipientes metálicos de velas pequeñas. NO. Al gris
55. Envases de plástico de paquetes de pilas, tornillos, bombillas… SÍ
56. Monederos y carteras. NO. Al gris
57. Cajas de plástico de rotuladores, bolígrafos, pinceles… Sí
58. Bolígrafo. NO. Al gris o a un punto limpio
59. Carretes de hilo. SÍ
60. Sacapuntas. NO. Al gris o a un punto limpio
61. Estuches (plumieres) de material escolar o similar. NO. Al gris
62. Envases mixtos que contengan papel y/o cartón y plástico (sobres, cajas de juguetes…). Hay que separarlos: el papel/cartón, al azul, y el plástico, al amarillo
63. Materiales plásticos del marco de una fotografía o cuadro. NO. Al gris
64. Mechero, NO. Al gris o a un punto limpio
65. Cajas de plástico duro (triángulos de carretera, herramientas…) NO. Al gris o a un punto limpio
66. Aerosoles (limpieza, insecticidas, ambientadores…). SÍ (siempre vacíos)
67. Botellas de plástico de lejías, amoniaco y limpia-hogares. SÍ (siempre vacíos)
68. Latas de pintura. SÍ, si son de uso doméstico.
69. Cubos y barreños de plástico (de basura, de fregar…). NO. Al gris o punto limpio
70. Bolsas de basura y de la compra. SÍ
71. Bolsas de plástico de fregonas, maquinillas de afeitar, esponjas, papel higiénico… SÍ

MEDICINAS, HIGIENE PERSONAL Y COSMÉTICA
72. Caja de cartón de los medicamentos. NO. Al punto SIGRE de las farmacias
73. Envases de plástico (blísteres y botes) de los medicamentos. NO. Al punto SIGRE de las farmacias
74. Envases de pañuelos de papel. SI
75. Tubos y otros envases de pastas de dientes.SÍ
76. Envase de un dosificador de jabón. SÍ
77. Envases de lacas, espumas, moldeadores… SÍ
78. Resto de envases de productos de higiene personal (geles, champús, acondicionadores, cremas…). SÍ
79. Envases de pintalabios, rímel, vaselina… SI
80. Neceseres. NO. Al gris

Las Peñas de Aroche (Sierra de Huelva), catalogada como Zonas de Especial Conservación (ZEC)

El área abarca casi 13.000 hectáreas de media montaña con bosque de encinas y alcornoques.


El Consejo Provincial de Medio Ambiente y Biodiversidad, un órgano asesor de la Consejería de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio cuya finalidad es promover la participación de organizaciones representativas de intereses sociales en materia cinegética, piscícola, forestal, de flora y fauna y ambiental, ha dado luz verde a la declaración de los Lugares de Interés Comunitario (LIC) de Sierra Pelada y Rivera del Aserrador y de Peñas de Aroche -ambos catalogados como parajes naturales- como nuevas Zonas de Especial Conservación (ZEC).

Según informó la Junta, el primero es un área de media montaña que abarca a 12.226 hectáreas de los términos municipales de Almonaster La Real, Aroche, Cortegana y Rosal de La Frontera y presenta una topografía de contrastes, con sierras lineales cubiertas de vegetación, barrancos profundos y el bosque galería que escolta al río Rivera del Aserrador.

El segundo se concreta en 718 hectáreas de bosques de encinas y alcornoques acompañados de brezos, jaras, madroños y coscojas que se convierten en un espacio prolífero para la nidificación del buitre negro, sin olvidar otras especies como el milano real, el águila real, el águila perdicera, el búho real o la cigüeña negra, entre otras.

Ambos Lugares de Interés Comunitario dan así un paso decisivo hacia su transformación en ZEC mediante la puesta en marcha de planes de gestión, unos documentos que, como expresó la delegada territorial de Medio Ambiente, Josefa González Bayo, "tienen la misión del mantenimiento de un estado de conservación favorable tanto de los hábitats como de las especies de interés comunitario que justifican su designación como LIC y como ZEC".

Tras esto, ya sólo falta que el Consejo de Gobierno ratifique la declaración final y se culmine un proceso que incluye un periodo de exposición pública tras su publicación en el BOJA y la consulta expresa a los agentes sociales, económicos, grupos ecologistas o ayuntamientos.

El repliegue de la nieve hacia las cumbres de Sierra Nevada modifica la flora

El grupo de Dinámica Fluvial e Hidrogeología que dirige María José Polo relaciona estos cambios con la forma y la frecuencia de las nevadas más que a la evolución de las temperaturas · El equipo ha analizado el impacto del cambio global en la nieve e hidrogeología en la alta montaña del parque nacional.

El grupo de Dinámica Fluvial e Hidrología del Instituto Interuniversitario de Investigación del Sistema Tierra en Andalucía, que dirige la profesora de la Universidad de Córdoba (UCO) María José Polo y del que también forman parte expertos de la Universidad de Granada, ha evaluado el impacto del cambio global sobre la nieve y la hidrología de alta montaña del Parque Nacional de Sierra Nevada. Primero analizó las tendencias en precipitación y temperatura durante el periodo 1960-2000 y las asociadas a las variables más significativas para el análisis de la nieve. Una de las conclusiones de este estudio es que el repliegue de la nieve hacia cotas más elevadas en el Parque Nacional de Sierra Nevada ha conllevado efectos importantes en los ecosistemas de la zona y en la presencia del agua. Por ejemplo, se ha observado que ciertas especies de flora que se desarrollaban en temperaturas bajas o que necesitan nieve han migrado hacia lugares más elevados donde han podido encontrar mejores condiciones. Sin embargo, la causa no parece estar exclusivamente en el cambio reciente del régimen de temperaturas. El estudio ha logrado determinar que esta disminución de la presencia de nieve en las cumbres penibéticas está más asociada a la forma y frecuencia en que nieva que a la evolución de temperaturas hacia valores más extremos.

Polo destaca la importación de llevar a cabo este tipo de investigaciones, ya que sostiene que “poder cuantificar el contenido de agua en el suelo y su evolución, no solo en un punto dado sino a escala de cuenca, es clave para evaluar cuánta agua de lluvia puede infiltrarse, cuánta escorrentía se genera, cuánta agua quedará disponible a posteriori para la vegetación, qué condiciones se sucederán en el suelo hasta la próxima lluvia, cuánto suelo puede erosionarse y un largo etcétera”. Sin embargo, reconoce, que el suelo es un medio muy heterogéneo y medir en campo su humedad en áreas medias o extensas es inabordable. “Hoy en día se puede recurrir a su estimación indirecta a partir de las señales registradas por ciertos tipos de sensores remotos, sobre satélite o en aviones, pero no siempre esta información está disponible o es fácil de adquirir, y además su interpretación puede ser complicada en zonas con topografía abrupta, muy heterogéneas o con vegetación compleja”, detalla.

Para llevar a cabo este tipo de estudios, este equipo de investigación se sirve de diversas herramientas. Según expone Polo, por un lado utilizan redes de monitorización del medio: estaciones meteorológicas que miden las condiciones atmosféricas, la precipitación registrada y la radiación solar incidente. Estaciones de aforo o puntos de control como los embalses, que proporcionan información sobre el caudal que circula por la red fluvial. Puntos de control de la calidad del agua e imágenes de satélite con diferente frecuencia y resolución espacial, con medida de reflectancia del terreno en distintas bandas del espectro de radiación, a partir de las cuales se pueden estimar variables de importancia en hidrología.

Por otra parte utilizan modelos hidrológicos "que son programas en los que se combinan y acoplan las ecuaciones que gobiernan los intercambios de masa y energía para calcular variables hidrológicas de interés a partir de las variables meteorológicas y las propiedades y los usos del suelo, y de la red fluvial”. A todo esto se suma el hecho de que el grupo también realiza campañas de medida específicas para “poder poner a punto estos modelos en zonas concretas o con fines detallados”, anota.

Polo, que es profesora titular de la Universidad de Córdoba, también hace referencia a las aplicaciones de los modelos hidrológicos, que van desde poder derivar mapas detallados de precipitación, temperatura, radiación solar, cantidad de nieve u otras variables de interés hasta estimar dónde, cuándo y cómo se infiltra el agua de lluvia, se genera escorrentía, se pueden producir avenidas, cuándo se erosionan los cauces y cómo, qué estrés hídrico puede sufrir la vegetación, qué zonas generan contaminación de acuíferos, cuánto se recargan estos, cómo se transportan los nutrientes o los contaminantes a través de la cuenca; en definitiva, cuántos recursos hídricos están disponibles en una cuenca a distinta escala temporal y espacial.

Por el momento, este grupo conjunto apuesta por “profundizar en el estudio de procesos hidrológicos en entornos de alta montaña en regiones mediterráneas, como Sierra Nevada, y proporcionar nuevas herramientas combinadas que saquen todo el partido posible a la ingente cantidad de fuentes de información ambiental existente”, subraya Polo. La profesora de la UCO avanza que el grupo “está abriendo campo de trabajo para proporcionar herramientas de gestión hidrológica a corto, medio y largo plazo: modelos de pronóstico basados en el análisis de incertidumbre, la probabilidad, que permitan basar la toma de decisiones de los gestores en la estimación del riesgo, y que se beneficien de información indirecta, como los cambios en la vegetación, entre otras vías, y que se puedan utilizar en otras líneas, como el estudio de servicios ecosistémicos”. Reconoce que “el contexto actual de cambio global y la potencial subida del nivel del mar plantea interrogantes no tan claros como un mero análisis de escenarios futuros, y supone retos para la investigación fundamental y aplicada”. 
Fuente y más información:
http://www.uco.es/dfh/