Buscador Medio Ambiental

BUSCADOR MEDIO AMBIENTAL (GOOGLE)

sábado, 25 de enero de 2014

La dehesa, un ecosistema de leyenda

La dehesa donde se ha ubicado históricamente la producción del cerdo ibérico es un ecosistema propio de los países del sur de Europa, con especial peso en la península Ibérica. Su origen se halla en los bosques mediterráneos, pero ha sido cincelada por la mano del hombre al eliminar parte de esa masa arbolada y convertirla en un territorio que conjuga la actividad económica agrícola con la forestal y la ganadera, dando lugar además a un espacio con una gran biodiversidad.

En España, la superficie calificada actualmente como dehesa, según los datos que maneja el Ministerio de Agricultura, se sitúa entre 3,5 y más de cinco millones de hectáreas, en función de las definiciones más o menos restrictivas que se hagan sobre las características este tipo de territorios. Su desarrollo está ligado en parte al avance de la Reconquista, muy especialmente desde el siglo XIII, cuando los ganaderos locales empezaron a vallar sus fincas para cerrar el paso a los rebaños de la trashumancia. De hecho, el término dehesa procede de defesa, que en latín significa defensa o terreno acotado para uso de los pastos.

La definición más aceptada es la que considera la dehesa como un sistema de explotación ganadera o cinegética de carácter multifuncional en el que al menos el 50% de la superficie se halla ocupado por pastizal, con arbolado productor de bellota y un porcentaje de espacio cubierto entre el 5% y el 60%. Desde unos planteamientos más restrictivos, la dehesa sería la superficie formada solamente por especies del géneroquercus (encinas, alcornoques o quejigos ligados a la producción de bellotas) y alcanzaría 3,5 millones de hectáreas en 130 municipios de Extremadura, Andalucía, Castilla y León, Castilla-La Mancha y Madrid. Si en la definición de dehesa se incluyen además otras especies como castaños, acebuches, madroños, lentiscos o jaras, la superficie podría superar los cinco millones de hectáreas. Actualmente cada comunidad autónoma maneja sus propias cifras.

Superficie de dehesa en España
Extremadura: 1.237.000 hectáreas.
Andalucia: 946.482 hectáreas.
Castilla La Mancha: 751.554 hectáreas.
Castilla y León: 467.759 hectáreas.
Madrid: 113.051 hectáreas.

Según el Ministerio de Agricultura, existen alrededor de 25.000 explotaciones de dehesa, de las que unas 8.000 tienen más de 100 hectáreas y que suponen 2,8 millones de hectáreas. El 75% de son de propiedad privada y la parte restante corresponde a bienes comunales, grupos de vecinos o de Ayuntamientos. El 60% de las explotaciones cuentan solamente con un solo empleado fijo y la contratación de trabajadores temporales solo se hace en periodos estacionales como podas, saca de corcho o cultivos.

El valor de la dehesa, además del territorio que ocupa y su contribución al medio ambiente y la biodiversidad, reside también en su peso económico en cuatro vertientes. En primer lugar, por las explotaciones ganaderas que cobija. En la superficie de dehesa se hallan integradas un número importante de especies autóctonas y otras externas que se han adaptado al medio. Aunque las cifras varían en función de los mercados, históricamente ha acogido entre 800.000 y 900.000 cerdos ibéricos de bellota y de campo. Hoy se ha reducido ese número.

En la dehesa pastan también más de ocho millones de ovejas, el 40% del censo total, especialmente de las razas merina, manchega, castellana y talaverana, tanto para la producción de carne como para leche y quesos, además de otros tres millones de cabras, casi el 45% del censo nacional de esta especie. Pastan además más de un millón de vacas nodrizas para la obtención de carne, entre las que destacan las de raza retinta y limousine. Hay más de 1.200 ganaderías inscritas para la cría de toros de lidia. Más del 60% de las casi 800 ganaderías de caballos de pura raza español se hallan en las dehesas, y más de 50% del censo total de caballos. A todo ello se suman otras especies como el asno andaluz, la vaca blanca cacereña o la gallina azul extremeña.

El ecosistema constituye también un espacio importante para la cinegética, además de mantener la protección de otras especies. Y en el recuento de masa forestal, la dehesa alberga casi 190.000 hectáreas de alcornocales con unos 16 millones de árboles, el 90% en Extremadura y Andalucía, con una producción por hectárea de unos 220 kilos. Frente a otros materiales, el sector del corcho se halla en retroceso, pero se mantiene como el material más importante para fabricar los corchos en vinos de calidad. La producción de madera se estima en más de un millón de esteros, unidad que equivale a la leña que se pueda colocar en el espacio de un metro cúbico. El 75% de la madera se utilizaba para la industria del carbón y el 25% se consume como leña seca.

Dada la baja calidad de los suelos en una buena parte de estos territorios, la agricultura desarrollada no es, en líneas generales, de altos rendimientos, pero contribuye al autoabastecimiento de materias primas para la alimentación animal con varias especies de leguminosas y forrajeras, además de pequeñas producciones de girasol o trigos duros.

En relación con la dehesa, cada comunidad autónoma ha desarrollado diferentes medidas legislativas, sin que haya existido una coordinación entre ellas.
Autor:

Vidal Maté (El País)

miércoles, 22 de enero de 2014

¿Por qué las aves vuelan en formación de «uve»?

Confirman por primera vez que dibujar esta figura en el cielo les hace ahorrar energía

Al finalizar el verano, las aves migratorias surcan el cielo en busca de tierras más cálidas, en elegantes formaciones de «uve» que recuerdan a un escuadrón de bombarderos. Volar de esa forma supone un ahorro de combustible en el caso de los aviones; por ejemplo, un avión de combate puede reducir su consumo un 18% manteniendo la punta del ala del aparato en la estela del que está delante. Sin embargo, hasta ahora los investigadores no tenían muy claro si lo mismo ocurre en el caso de las aves, ya que no solo tienen que ajustar su posición una respecto a otra, sino que también deben sincronizar el patrón de sus aleteos, lo que complica las cosas. Investigadores del Royal Veterinary College en Hatfield (Reino Unido) y de la Universidad de Washington, en Seattle (EE.UU.) han confirmado por primera vez que, en efecto, las aves exhiben la sincronización de la posición del cuerpo y el aleteo requeridos para reducir el coste energético durante el vuelo migratorio. Al menos, así lo han observado en una especie migratoria en peligro de extinción, el ibis eremita (Geronticus eremita).
MARKUS UNSÖLD. Ibis vuelvan en formación

El equipo, cuya investigación ha merecido la portada de la prestigiosa revista Nature, siguió a 14 ibis mientras volaban en formación para tomar datos de su posición, velocidad, rumbo y aleteos durante un período de 43 minutos. A menudo, las aves cambiaban su posición y alteraban el momento de aletear para obtener la mejor ventaja aerodinámica posible. Aquellas que volaban en formación de «uve» movían sus alas en fase, lo que permite al pájaro de detrás ganar un impulso extra del pájaro que va delante. Por el contrario, aquellas que volaban directamente detrás del pájaro de delante (no en formación de «uve») batían sus alas fuera de fase, para minimizar los efectos de la perjudicial corriente descendente de las alas del líder.

Estos hallazgos indican que las aves pueden ser capaces de sentir o predecir los patrones de la turbulencia del aire causada por una multitud compañeros cercanos. Este complejo patrón se había sugerido previamente en modelos teóricos, pero nunca antes se había registrado en aves que vuelan libremente.

Vida en la Tierra profunda

El proyecto Observatorio del Carbono Profundo halla poblaciones subterráneas de microbios muy similares pero que les separan miles de kilómetros.

¿Cómo es posible que en profundos agujeros practicados en puntos de la superficie terrestre muy alejados entre sí los científicos estén encontrando los mismos habitantes —bacterias y arqueas— muy similares? Al parecer estos microbios forman una población paralela a todas las conocidas, la biosfera subterránea. Los hallazgos se deben a una búsqueda sistemática de ecosistemas microbianos subterráneos, que se encuadra en el Observatorio del Carbono Profundo (DCO), un megaprograma de investigación internacional que ha cumplido ya su cuarto año de operación..

Este nuevo censo de las poblaciones de la Tierra se fija en la vida que existe por debajo de la superficie, a kilómetros de profundidad, y en cómo subsiste en condiciones extremas de presión, temperatura y falta de luz. Pero lo que más llama la atención hasta ahora es la similitud de los tipos de organismos hallados, lo que sugiere que estas comunidades pueden estar interconectadas e incluso hace pensar que en este ambiente se originó la vida en la Tierra y no en lagos o mares, la hipótesis más aceptada. “Hace dos años teníamos muy poca idea de los microbios presentes en las rocas subsuperficiales o de lo que se alimentan”, dijo Matthew Schrenk, geomicrobiólogo de la Universidad Estatal de Michigan (EE UU), al presentar sus resultados en el último Congreso de Unión Geofísica Americana, el más importante de esta especialidad.

El equipo de Schrenk ha estudiado y secuenciado genéticamente muestras de microbios que se alimentan de hidrógeno procedentes de América del Norte, Europa, Suráfrica y Japón. Han encontrado una similitud entre ellos de un 97%. Otros equipos están haciendo lo mismo en otros lugares. “Resulta difícil imaginar que existan microbios casi idénticos separados por 16.000 kilómetros en las fisuras llenas de agua de duras rocas en condiciones extremas de profundidad, presión y temperatura”, dice Schrenk. El agua con los microbios se ha extraído a profundidades de hasta cinco kilómetros, pero no se sabe hasta cuántos kilómetros hacia abajo se puede extender este tipo de vida.

La biosfera del subsuelo subsiste en condiciones extremas
¿Y cómo subsisten estos microbios? De esto se sabe algo más, gracias a la investigación de las últimas décadas. La vida en estas condiciones extremas es independiente de la fotosíntesis —de la luz del Sol— y se basa en procesos llamados biogeoquímicos. Uno es la serpentinización: cuando el agua se encuentra con el mineral olivina a gran presión, la roca reacciona con los átomos de oxígeno del agua y se convierte en serpentina, liberando hidrógeno, del que se alimentan los microbios. En experimentos a microescala realizados recientemente en Lion (Francia) se ha demostrado que el aluminio aumenta la rapidez con que se produce hidrógeno, mediante esta reacción, y explica que lo haga en cantidades suficientes para soportar la vida profunda.

En ese ambiente, y no en lagos o mares, pudo surgir la vida en el planeta
Otros microbios se alimentan de otros minerales, como los de hierro, que reaccionan con el agua del mar para producir igualmente hidrógeno. Es el caso de las bacterias y arqueas de las que viven organismos de mucho mayor tamaño, como anémonas y gambas, alrededor de las fuentes hidrotermales del fondo del mar, que son verdaderas ventanas al interior de la Tierra. Las más profundas conocidas son las de Beebe, en el mar Caribe, a más de cinco kilómetros de profundidad. En 2013 varias expediciones las estuvieron explorando para tomar muestras. En la última, el pasado junio, a bordo del barco japonés Yokosuka, una científica estadounidense y dos pilotos japoneses bajaron en el sumergible Shinkai hasta el fondo, 5.135 metros. “Ayer estuve en un lugar que ha sido visitado por aproximadamente el mismo número de personas que la superficie de la Luna”, escribía Danielle Morgan-Smith al día siguiente. “Sobre la Luna han estado 12 pares de pies humanos. En Beebe, cinco científicos y ocho pilotos”.

Se han explorado comunidades a más de cinco kilómetros bajo la superficie
Robert Hazen, de la CarnegieInstitution, dirige el programa de colaboración internacional del Carbono Profundo, de 10 años de duración y un presupuesto de 370 millones de euros. “Reunir a expertos en microbios, volcanes, la microestructura de rocas y minerales, los movimientos de fluidos y demás es nuevo. Típicamente estos expertos no se comunican entre sí. Integrar esta diversidad en un empeño científico único está produciendo resultados antes inalcanzables”, afirma.

El saber cómo se comporta el agua en el manto terrestre es algo que interesa mucho a los investigadores de estos temas. Un nuevo modelo permite avanzar en el conocimiento de las interacciones entre el agua y las rocas en condiciones extremas de presión y hasta 150 kilómetros de profundidad. Hasta ahora los modelos llegaban hasta los 15 kilómetros solamente.

“He estado en un lugar visitado solo por 13 personas”, dice una científica
El trabajo de Dimitri Sverjensky, que presenta un nuevo método para predecir la constante dieléctrica del agua a altas temperaturas y presiones, permite atisbar procesos como la formación de diamantes, la acumulación de hidrógeno, el transporte de compuestos químicos por el manto, la liberación de gases o la formación de la atmósfera terrestre en su origen. “He hecho público el modelo para que con nuevos experimentos proporcione un enfoque integrado del papel del agua en las profundidades terrestres”, afirma Sverjensky.
Proceso de serpentinización del mineral olivina (en amarillo) por el que los microbios obtienen hidrógeno

domingo, 12 de enero de 2014

El Real Jardín Botánico describe una nueva especie de espárrago, endémica de Murcia y en peligro de extinción

Entre las novedades de este ejemplar está la especie de espárrago nueva, Asparagus macrorrhizus, descrita por el profesor de la Universidad de Lérida Joan Pedrol.

El Real Jardín Botánico del Consejo Superior de Investigaciones Científica ha publicado el XX volumen de Flora Ibérica en la que describe una nueva especie de espárrago (Asparagus macrorrhizus), que es endémica de Murcia y está en grave peligro de extinción.

El proyecto Flora Ibérica está coordinado por el científico Carlos Aedo, que destaca que estos veinte volúmenes son "suma del esfuerzo y el trabajo conjunto de la botánica hispano portuguesa", ya que en la obra colaboran asesores, profesionales y expertos de más de una decena de universidades de ambos países.

Entre las novedades de este ejemplar está la especie de espárrago nueva, Asparagus macrorrhizus, descrita por el profesor de la Universidad de Lérida Joan Pedrol.

La nueva especie es endémica en los arenales del Mar Menor, en  Murcia, y que se encuentra en grave peligro de extinción a causa del escenario urbanístico de la zona.

Además, Aedo ha destacado que en este volumen también se destacan las plantas bulbosas, cuya recolección ha permitido, por un lado, aportar al herbario una notable colección y, por otro, exhibir en el Jardín una de las más completas colecciones de plantas bulbosas vivas supervisada por Silvia Villegas, del RJB.

Asimismo, ha valorado que con las campañas de recolección que se están realizando a través del proyecto Flora Ibérica se está adquiriendo un patrimonio de miles de plantas en el Jardín Botánico.

El proyecto se inició en 1980 para poner al día y sintetizar los conocimientos actuales sobre las plantas vasculares que crecen espontáneamente en la Península Ibérica e Islas Baleares, territorio de una notable riqueza florística.

Descubierta una gran bolsa de agua líquida en el hielo de Groenlandia

No se congela en invierno y tiene casi la extensión de Castilla-La Mancha

Bajo la capa helada, en el suroeste de Groenlandia, hay una gigantesca bolsa de más de 140.000 gigatoneladas de agua dulce que se mantiene en estado líquido, a unos cero grados, cuando los termómetros a la intemperie han caído hasta los 20 bajo cero. Tiene una extensión de unos 70.000 kilómetros cuadrados (casi el tamaño de Castilla-La Mancha) y los científicos que la han descubierto explican que se alimenta del agua de la nieve fundida que se filtra por el hielo durante el verano.

 “En lugar de acumularse agua en el espacio entre las partículas de roca del subsuelo, como en los acuíferos subterráneos, en este caso se acumula entre partículas de hielo, como un granizado, y lo sorprendente es que no se congela nunca, incluso durante el oscuro invierno de Groenlandia, porque las grandes cantidades de nieve que caen en la superficie inmediatamente aíslan la bolsa de agua líquida de las temperaturas bajo cero del aire”, explica Rick Foster, científico de la Universidad deUtah y líder de esta investigación que se presenta en la revista Nature Geoscience.

El primer indicio del sorprendente hallazgo surgió con unas perforaciones realizadas en la zona: un par de muestras de hielo que tomaron los investigadores salieron a la superficie chorreando agua. Fue en 2011, y el equipo tuvo que interrumpir el muestreo al no tener maquinaria adecuada para perforar en un medio con agua líquida.

Los científicos se volcaron en los datos de radar obtenidos tanto desde el aire con los aviones del programa Operation IceBridge, de la NASA, como rastreando la misma superficie helada con motos de nieve. Así pudieron delimitar la bolsa subglacial.

Regresaron a la zona en la primavera de 2013 con equipos de perforación adecuados y pudieron extraer cilindros de hielo (nieve compactada antigua) e introducir sensores de temperatura por los agujeros hasta el agua líquida, que resultó estar a cero grados. El acuífero está a unos doce metros de profundidad desde la superficie y llega hasta los 37 metros en el fondo.

Si las 140.000 gigatoneladas métricas de agua acumulas descargaran de repente en el océano, el nivel de este aumentaría 0,4 milímetros, señala la NASA en un comunicado.

El descubrimiento permite ahora conocer más profundamente la estructura y los mecanismos de los glaciales de Groenlandia y mejorar los modelos de proyección de su evolución e impacto en el océano. Foster explica que, al parecer, el acuífero no es un fenómeno reciente, que lleva ahí bastante tiempo.