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viernes, 30 de septiembre de 2016

La población de elefantes africanos se desploma

Namibia y Zimbabwe quieren que se les permita vender las reservas de marfil acumuladas.

La población de elefantes africanos se ha reducido en torno a 111.000 ejemplares en la última década, como resultado de la caza furtiva, según un informe de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). El informe se ha presentado en 17ª reunión de la conferencia de las partes de la Convención Internacional sobre Comercio de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (Convención Cites) que se celebra en Johannesburgo.

Las pérdidas de elefantes han sido atribuidas a la caza furtiva, pero los países africanos están en desacuerdo sobre cuál es la mejor manera de proteger a los animales. Las noticias de la peor caída del número de elefantes en 25 años se producen pues en medio de los desacuerdos mostrados en el segundo día de la reunión mundial de Cites.

El recuento total del continente actual se ha cifrado en unos 415.000 elefantes, aunque puede haber entre 117.000 y 135.000 animales más en áreas que no han sido objeto de seguimientos sistemáticos. Se estima que esta cifra (los 415.000) supone una reducción de elefantes de 93.000 ejemplares respecto a los calculados para el año 2006, para lo cual se tuvieron en cuenta las estimaciones poblacionales procedentes de una amplia variedad de fuentes, que incluyen seguimientos aéreos y recuentos de excrementos de elefantes. Sin embargo, este número incluye 18.000 ejemplares de poblaciones que no fueron previamente contadas, por lo que se estima que el declive real se acerca a 111.000.

El aumento de la caza furtiva por el marfil, que se inició hace aproximadamente una década –y que ha sido el peor que África ha experimentado desde los años 1970 y 1980- ha sido el principal impulsor de esta caída”, señala la UICN. El hallazgo se produce en medio de discusiones entre los países africanos sobre la mejor manera de proteger a los elefantes. Namibia y Zimbabwe quieren que se les permita vender las reservas de marfil acumuladas procedentes de muertes naturales, con el fin de poder financiar las iniciativas de conservación de los elefantes de la comunidades. Ahora, el comercio de marfil está prohibido.

Actitud “imperialista”
El ministro de Medio Ambiente de Zimbabwe, Oppah Muchinguri, rechazó las “políticas imperialistas” de los países que se oponen a este plan, que calificó de “infracción clara sobre los derechos soberanos de las naciones”. Namibia y Zimbabwe cuentan con poblaciones de elefantes sanos y su deseo de vender las existencias con el apoyo de Sudáfrica. El comercio ilegal de marfil ha puesto sobre las cuerdas el tratado existente, firmado por más de 180 países: la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies en peligro de extinción (Cites).

La convenció Cites debería facilitar el éxito en nuestros programas de conservación en lugar de aplicar estas políticas imperialistas”, dijo Muchinguri, quien afirma estar hablando en nombre de la región de África meridional que alberga a tres cuartas partes de la población de elefantes.

La otra opinión
Sue Lieberman, vicepresidente de la Wildlife Conservation Society, declaró que el informe de la UICN indica “claramente que los gobiernos deben tomar todas las medidas necesarias para hacer frente a la crisis, incluyendo el cierre de sus mercados nacionales de marfil de elefante”. “Ahora corresponde a la Convención Cites llevar ese impulso hacia adelante y apoyar la mayoría que pide la mayoría de países en donde se distribuye el elefante africano, y que están pidiendo el cierre de los mercados internos,” dijo. “El cierre de los mercados nacionales permitirá cerrar las oportunidades para el lavado de marfil ilegal”, insistió.

En 1989, la Convención Cites prohibido el comercio internacional de marfil colocando todas las poblaciones de elefantes africanos en su apéndice 1 (que indica la prohibición de su comercio internacional). En 1997 y 2000, sin embargo, las poblaciones de elefantes en Botswana, Namibia, Sudáfrica y Zimbabwe fueron rebajadas en el escalafón al estimarse que no corrían tanto peligro, lo cual dio pie a que se permitieran dos ventas excepcionales de las existencias de marfil a Japón y China en 1999 y 2008.
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sábado, 17 de septiembre de 2016

7 magníficos al borde de la extinción

Además del oso pardo y el lince, otras especies de mamíferos están en peligro de desaparecer en España.

¿Qué es un desmán? ¿Y un murciélago patudo? El lince ibérico y el oso pardo (como el muerto a tiros el pasado domingo) acaparan el protagonismo de los titulares y del dinero en proyectos para preservarlos, pero en España hay otras cinco especies de mamíferos que están en peligro de extinción. En algún caso, como el de la ballena vasca, se duda incluso que quede algún ejemplar vivo cerca de las costas. En otro, el del único murciélago pescador de la península ibérica, el escaso número de individuos parece abocarlo a la desaparición. No hay una única causa que haya empujado al desastre a este G7 involuntario, pero sí una común en todos: la presencia del ser humano.

Como contrapartida, también hay mano (y mente) humana en los esfuerzos por recuperar. Eso sí, es muy desigual de especie a especie. "Para los animales en peligro emblemáticos, como el oso o el lince, sí hay destinados recursos", asegura Mario Sáenz de Buruaga, vicepresidente de la Sociedad Española para la Conservación y Estudio de los Mamíferos (SECEM). El problema es mayor para los vertebrados que él llama "más anónimos" y que pasan desapercibidos por su tamaño (el desmán o el visón) o su poca visibilidad (los murciélagos y las especies marinas). En esas especies, cree el experto, la situación dista mucho de ser halagüeña, tanto en conciencia social como en las medidas para luchar contra la situación comprometida que atraviesan, pero da una pista sobre un principio general: hay que cuidar las necesidades básicas de las siete especies, la casa y el alimento.

Oso pardo: vulnerable pero flexible
El oso pardo no está en peligro de extinción en todo el mundo, pero sí en España. En su momento anduvo por doquier en Eurasia, pero conforme la población humana aumentó, se redujeron sus hábitats. Su presencia en Europa ha quedado limitada a reductos, normalmente montañosos y en pendientes elevadas. Su principal amenaza es otro mamífero: el homo sapiens sapiens, que ha ido acabando con los robledales y los hayedos que le proporcionan los frutos secos y le mantienen en buen estado fisiológico.

Eloy Revilla, investigador de la Estación Biológica de Doñana (EBD, CSIC) embarcado en proyectos de investigación sobre esta especie, describe al oso pardo como "un animal generalista, aunque sobre todo vegetariano". Come desde hierba y otras plantas con alguna capacidad nutritiva, frutos secos (bellotas, castañas...) y ocasionalmente come carroña, incluso insectos. Señala otra característica que define a este úrsido: el espacio, el mucho espacio que necesitan para desarrollarse. "Por lo demás, es una especie especie muy flexible en requerimientos ambientales, siempre y cuando tenga comida y refugio".

El lugar ideal para un oso pardo es un bosque inaccesible, de alta montaña. Son las que encuentra en la zona cantábrica, donde el oso se instaló en zonas muy productivas, en pequeñas manchas de bosque con mucha pendiente. Sin embargo, ahora se están orientando a bosques mediterráneos, menos ricos en alimento, pero que en determinadas condiciones ofrecen un hábitat suficiente.

Además del daño a sus hábitats, la mortalidad no natural, la persecución directa por la caza, minó la especie. "Por suerte, desde los años 70 y 80, la percepción de la especie es positiva. Antes se veía una especie cinegética de caza mayor y que se cazara a un animal de larga vida como esta suponía perder posibilidades de reproducción, porque son muy pocos los individuos". Ese cambio de concepto social y también la legal de hace unos años ayudó, por ejemplo, a que se prohibieran los lazos para cazar jabalíes, que también dañaban a los osos.

En España en la cordillera cantábrica rondan los 230, y son menos en los Pirineos. La ciencia, fascinada por la capacidad de adaptación del animal, compara entre sí las poblaciones que quedan en España, los Cárpatos, Polonia y Escandinavia.

Ballena vasca: el cetáceo que hizo las Américas
"Para saber cómo era la ballena vasca, ya solo contamos con sus huesos, y eso cuando los encontremos". Es un lamento, pero también una certeza, del biólogo José Martínez Cedeira (presidente de CEMMA, organización que asesora a la Xunta de Galicia en varamientos de animales marinos). Para referirse a la ballena vasca solo emplea tiempos verbales pasados. Hace muchos años que no se ve a la especie en las costas españolas. Frente a Fisterra se avistó una en 1978, otra en el golfo de Vizcaya en 1980 y la última frente a la Estaca de Bares (A Coruña) en 1993.

Pero que aquellas ballenas fueran vascas es otra historia. No se ha podido precisar si los ejemplares avistados eran restos de la antigua población europea o ejemplares errantes de la población americana de la misma especie que vivía entre Terranova y Florida.

La historia de la ballena vasca es, por desgracia, la historia de su caza masiva durante los siglos XII a XVIII. La última en España, no obstante, se cazó muchos años más tarde. El 14 de mayo de 1901, cinco traineras de Orio (Guipúzcoa) acabaron con la última en una 'hazaña' que inspiró al cantautor Benito Lertxundi, y todavía hoy aviva una celebración quinquenal en la localidad guipuzcoana. Pero para principios del siglo XX, la ballena era más un recuerdo. Las artes de caza se habían quedado muy atrás. "A la ballena de Orio la mataron tirándole cartuchos de dinamita", asegura el profesor de la Universidad de Oviedo Carlos Nores.

Era un animal lento y, para su desgracia, nada asustadizo y tan tranquilo, que incluso cuando se le arponeaba respondía con cierta docilidad. El gran volumen de aceite en su cuerpo, considerado un oro líquido durante muchos siglos y sobre todo en la Edad Media, hacía que una vez muerta la ballena flotase sobre el agua y eso facilitaba remolcarla.

La ballenación, la caza tradicional, desapareció probablemente por haberse agotado la población que invernaba por en las costas, asegura Carlos Nores. Los científicos creen que la población de este lado del Atlántico se extinguió. La americana, en cambio, quedó muy reducida pero no llegó a desaparecer del todo y algunos ejemplares se animaron a cruzar el charco.

¿Cuándo se dará por perdida para siempre? La pregunta no tiene respuesta clara. Es una decisión técnica pero también política, que en parte depende de saber si los animales avistados eran genuinamente europeos o unos parientes americanos en busca de sus raíces. "Si tuviésemos material de entonces conservado tal vez se podría intentar comprobar si hay diferencias genéticas entre las poblaciones americanas y las europeas y esos marcadores genéticos nos permitirían diferenciar el origen de estos ejemplares, pero ni se ha hecho el estudio ni se dispone del material para comprobarlo, hoy por hoy", cree Nores.

Lince ibérico: heredero de los felinos que huyeron del frío
Lo que hace único al lince ibérico sobre otras especies similares es su especialización en conejos. En su única zona en la que está presente, la península Ibérica, desempeña una función ecológica muy especial en relación con otros pequeños predadores. "Su presencia influye en la presencia de otras especies con las que compite, como los meloncillos [una especie de mangosta]", ilustra Eloy Revilla, investigación de la Estación Biológica de Doñana (EBD, CSIC). "El tamaño es muy importante, al ser más grande que otros predadores hace que pueda excluir a todos los demás. Y, al excluirlos, también varía la densidad de las especies de las que se alimentan y sus hábitats se extienden".

La población del lince ha ido aumentando desde principios de este siglo (había menos de 100 y ahora superan los 300), según cita el proyecto Iberlince, pero a base de mucho esfuerzo de conservación y de concienciación social. "En los 90 mucha gente no sabía qué era un lince ibérico, ahora lo conoce todo el mundo. Que la sociedad esté interesada en la conservación de la especie es fundamental y lo más difícil de conseguir".

Pero esa mejoría no debería ser sinónimo de bajar la guardia. Cuando son pocos los individuos, cualquier pequeña cosa que les ocurra supone un problema grave. Acusan una mortalidad elevada en determinados lugares, a cuentas de los atropellos. También les acucia la endogamias (se reproducen entre sí y suelen aparecer problemas de debilidad genética). Con todo, el problema principal es la falta de hábitat adecuado, que para ellos es uno con el suficiente número de conejos para que se alimenten bien.

Para protegerlos, la clave es el cuidado de los hábitats. Hay que mejorarlos, cree Revilla, acordando con los propietarios de los terrenos medidas para que aumente la población de conejos. Desde el punto de vista científico, en la EBD se trabaja sobre todo en la genética, y en la endogamia y en la historia evolutiva de la especie en el pasado- Interesa saber cómo se pudo producir una especie así en España. "El lince ibérico es el resultado de una evolución. Los linces se refugiaron en el sur de Europa escapando de la glaciación y cuando el hielo se retiró, se adaptaron al nuevo clima y el hábitat: redujeron su tamaño y se especializaron en su presa". Doñana y Sierra Morena albergan las mayore poblaciones, aunque se han reintroducido en Extremadura, los Montes de Toledo o Portugal.

Foca monje del Meditérráneo: la expulsada de las cuevas
Los últimos avistamientos de focas monje en costas españolas se produjeron en las islas Chafarinas, cerca de Melilla, hace ya varios años. Su presencia, sin embargo, fue común en Baleares y Canarias. Se denota en los nombres que en ellas perviven, como el islote de Lobos en Fuerteventura o la cueva del Llop Marí en Tarragona, por conocerse a estos animales como lobos marinos.

No en vano, las cuevas son esenciales para la pervivencia de estos animales, que junto a la foca monje de Hawái es la única especie de fócido de clima subtropical y tropical. Se reúnen en las más recónditas para descansar y reproducirse. Lo explica Pablo Fernández de Larriboa, director dentro de la Fundación CBD-Habitat del Programa de Conservación de la Foca Monje en Cabo Blanco (Mauritania). Larriboa achaca su declive a los enredos accidentales en las redes de pesca y a la destrucción de las cuevas, hasta dejarlas en los cerca de 600 ejemplares que sobreviven en la actualidad. Cabo Blanco, en Mauritania, es el hogar de casi la mitad de ellos; la otra población que queda en el Atlántico, con menos de cinco decenas de ejemplares, está en Madeira, Portugal. Eso ha reducido la categoría de especie críticamente amenazada a amenazada a secas en el mundo.

No es suficiente. "Una enfermedad o una marea negra puede darle el toque final a toda una población", prosigue Fernánde de Larriboa. Pero también un peligro más sutil y continuado, como la degradación de las cuevas costeras donde viven, alejadas de las miradas de los científicos. La dificultad de llegar a ellas y conocer sus condiciones de vida centran los esfuerzos de quienes se afanan en protegerlas, ayudados por videovigilancia. Solo conociendo cuándo y cuántos nacimientos ocurren al año, cuántas hembras reproductoras conforman las poblaciones, o en qué lugares se cruzan con los pescadores se puede proteger a esta especie.

Como en las poblaciones atlánticas mencionadas, donde el Ministerio de Medio Ambiente lidera una coalición internacional para aplicar un Plan de Conservación junto a Portugal, Marruecos y Mauritania. Sextuplicar la población desde los 100 ejemplares contabilizados en 1998 significa solo una leve recuperación, no suficiente aún como para que la foca monje vuelva a verse descansando en las cuevas de la que fue expulsada.

Murciélago patudo: un pescador que quiere tranquilidad
El murciélago patudo es un animal muy exigente (y así le va). Necesita vivir cerca de cauces de agua limpia y que fluya despacio, es decir, en pantanos y tramos medios y bajos de los ríos. Sus exigencias no son por gusto: es la única especie de quiróptero en España que caza sus presas en el agua. Sus patas están concebidas para agarrar desde larvas de insectos a zapateros, incluso alevines y gambusias, una especie invasora. Gracias a su sorprendente radar, es capaz de detectarlos mientras están sumergidas, aunque tienen que nadar próximas a la superficie. Para que su instrumental (radar y patas) funcione bien, el agua tiene que estar casi quieta y libre de porquería. Un hábitat que escasea cada vez más en España por la contaminación que acumulan los ríos conforme se acercan al final de su curso.
No acaban ahí sus requisitos vitales. El patudo (también llamado murciélago ratonero patudo) es un cavernícola estricto: no busca refugio en construcciones, solo en cuevas (rara vez, en minas abandonadas), que tampoco son incontables en las partes bajas de los ríos. Esas zonas, además, están más habitadas por los seres humanos. "Ese es uno de los problemas más importantes para su conservación", apunta Xavier Puig, biólogo y secretario de la Asociación Española para la Conservación y el Estudio de los Murciélagos. En España hay 33 especies diferentes de quirópteros, 13 de ellas amenazadas, pero el patudo es la única en peligro de extinción.

Su estado de conservación es "pésimo". En España, se ha detectado un declive de entre el 30% y el 50% de la especie en la primera década del siglo. En 2012 la población superaba por poco los 7.000 ejemplares. "Pueden parecer muchos en comparación con otras especies amenazadas. La gente puede decir: ¡Pero si osos quedan mucho menos! Lo que pasa es que su situación es muy distinta. Los murciélagos necesitan vivir en colonias de decenas o cientos. Los miles que había en España ven cómo se reducen sus colonias actuales (extinciones locales) y los lugares que podrían colonizar", ilustra el experto. Los animales se concentran sobre todo en la región valenciana (5.000 ejemplares), pero también hay colonias en Girona, Baleares, Almería y Ceuta. En total, hay unas treinta localidades donde se sabe que se reproducen. Y lo hacen poco: cada hembra solo pare una cría al año.

La ciencia quiere saber cómo funciona su peculiar radar y sus patas. Investigadores de la Universidad del País Vasco han demostrado que utiliza una técnica de arrastre con las patas y el uropatagio, la membrana que une sus extremidades inferiores. Pero queda mucho por saber. Para mejorar su conservación, hay que localizar dónde se ubican. "Se les colocan pequeñas mochilas para saber adónde se mueven y comprender qué tipos de hábitats utilizan para cazar, qué actividad tienen durante la noche, cómo y cuánto se desplazan... todo orientado a obtener datos prácticos que ayuden a diseñar medidas de protección". Aquí van varias ideas. Una, conservar sus refugios, para lo que es necesario la colaboración de espeleólogos y agentes turísticos para que sus visitas sigan un calendario razonable y prohibir la entrada a colonias muy sensibles. Desde la Universidad de Alcalá de Henares, Susana Martínez Alós insta a proteger legalmente todos sus refugios de cría. "Hay que colocar vallados periféricos que permitan el vuelo de los animales para entrar y salir del refugio pero que impidan la entrada de visitantes". Un último objetivo, ya recogido en un proyecto en el que Xavier Puig trabaja: aumentar el número de láminas de agua tranquilas en los cauces bajos de los ríos, que además estén disponibles durante el verano. Esa es la época (una exigencia más) en la que el murciélago patudo se reproduce.

El desmán: indicador de aguas puras
¿Es una rata? Parece un topo, con esos ojos pequeños... ¿o quizás es una musaraña? Pero ese hocico con forma de trompeta...

El hocico es precisamente el rasgo más característico para distinguir al desmán ibérico, una trompa móvil recubierta de pelillos tan sensibles que detectan el mínimo cambio de presión en el agua. En caso de duda, compruebe que sus patas son palmeadas, las traseras mucho más grandes que las delanteras, y que su cola es bastante larga en proporción a su tamaño. Dicho esto, será muy difícil que se lo cruce; no solo por sus hábitos nocturnos si no porque quedan muy, muy pocos.

"El desmán es un bioindicador de aguas puras, ya que la base de su dieta son invertebrados acuáticos que necesitan aguas limpias y oxigenadas para su desarrollo", explica Julio Gisbert, director técnico de Galemia (Investigación y Conservación de Vertebrados Olvidados). Este hábito alimenticio se ha convertido en su peor enemigo: lo convierte en un animal extremadamente vulnerable a la contaminación acuática. Pero no solo a lo que no se ve. La construcción de embalses y presas hidroeléctricas también dificultan enormemente su desarrollo. El impacto antropogénico es la amenaza primordial, continúa Gisbert, y enumera los peligros que acechan a semejante criatura. Las construcciones acaban con la conectividad de las poblaciones, la contaminación las separa; los incendios y reforestaciones alteran el curso de los cauces, fulminando a los invertebrados de los que se alimenta. Por no hablar de la repoblación de la trucha extranjera, que compite con él por alimento, o la nutria y el visón americano, clásicos depredadores del desmán.

Especie endémica de la Península Ibérica, también se le conoce como desmán ibérico, y su nombre científico, Galemys Pyrenaicus, da una pista sobre los reductos montañosos donde se les puede encontrar. De hecho existían cuatro especies del género Galemys, de las que sólo la mencionada se mantiene en la actualidad. En los últimos 25 años este pequeño insectívoro ha perdido más del 68% de su área de distribución original: la mitad norte de Portugal, Galicia, León, Sistema Central y Cordillera Cantábrica. El Ministerio de Medio Ambiente creó en 2013 una Estrategia de Conservación del Desmán Ibérico en España con la que se pretende conservar la especie. Actualmente existen tres proyectos LIFE para protegerlos, en Galicia, Castilla y León y Extremadura y los Pirineos franceses.

Con su trompa aplastada y desnuda, resulta inexplicable que en el pasado se le haya confundido con otros roedores y se le haya perseguido en consecuencia, al creer que dañaba la pesca o los cultivos. Lo cierto es que el propio desconocimiento que existe sobre él supone la mayor amenaza para su conservación. No en vano, el término "desmán" significa "acción injusta o abusiva que se comete contra una persona, causándole un grave daño o perjuicio". Si este topo de agua se extingue se perderá no sólo un endemismo, sino también un género único en el mundo.

El visón europeo: el mustélido asediado del Ebro
En el caso de que paseando a la vereda de un río español se encuentre un visón convendría que supiese lo importantes que son sus labios. Sobre todo las manchas blancas que les salen en ellos: si tanto en el superior como en el inferior presenta un color blancuzco como si fuese una perilla completa, se trata del europeo. Ejemplares asediados, en situación crítica, dignos de protección. Si no tiene o solo se ve en el labio inferior, es un ejemplar de visón americano, el asediante, objeto de erradicación en la península ibérica.

Este último puede vivir en cuerpos de agua más grandes y no solo en ríos pequeños y medianos. Además, es más corpulento que el primero, se reproduce más rápido y tiene camadas mayores (de cuatro a ocho ejemplares, por entre tres y cuatro del europeo). Todas estas características han permitido al visón americano escapado de las granjas de cría asilvestrarse y expandirse, colonizar espacios y desplazar a los ejemplares europeos. Es la principal amenaza de esta especie, según explica por correo electrónico Laura Capdevila, coordinadora del Grupo Especialista en Invasiones Biológicas.

No la única, además. A esta especie de mustélido las amenazas le cercan por todos los frentes. Por fuera, la destrucción de sus hábitats al canalizar sus ríos o las batidas de limpieza de las riberas. Por dentro, es difícil combatir la escasa variabilidad genética de los supervivientes. Encima, la enfermedad aleutiana del visón, infecciosa, acaba con las defensas inmunitarias de aquellos ejemplares que portan un determinado gen, causándoles incluso la muerte, afirma el Ministerio de Medio Ambiente.

Parece difícil dejar de limpiar los ríos o introducir nuevas variaciones genéticas. Los últimos datos publicados por la Junta de Castilla y León los cifran en unos 500 ejemplares repartidos principalmente por la cuenca del Ebro de Burgos a Navarra, aunque no es fácil precisar el número exacto, pero sí su situación crítica. Capdevila se pregunta si, aun con todos los esfuerzos, será suficiente para reforzar la población española del visón europeo, que también se encuentra en zonas repartidas entre Rusia y Francia, en situaciones más o menos amenazadas.

La cría en cautividad que se lleva a cabo es esencial para aumentar el número de ejemplares de esta especie. Capdevila aboga por aumentar los esfuerzos en expulsar a los ejemplares americanos de toda la península ibérica. De los lugares donde hay poblaciones, como por ejemplo en León, acaban llegando a colonizar los territorios de los europeos, y vuelta a empezar.

Del visón europeo no existen registros históricos, recogiéndose los primeros avistamientos en el País Vasco hace no más de 50 años, según la Junta de Castilla y León. Se cree que al cruce de los Pirineos por ejemplares franceses se debe su presencia en España.

viernes, 16 de septiembre de 2016

El 10% de las áreas silvestres del planeta han sido destruidas en los últimos 25 años

La acción humana ha destruido, sobre todo en la Amazonia, África Central y el sureste asiático, un espacio equivalente a dos veces Alaska.

El 10% de las tierras vírgenes o áreas silvestres del planeta han desaparecido en los últimos 25 años por la acción del hombre. Un espacio natural equivalente a dos veces el tamaño de Alaska (3,3 millones de kilómetros cuadrados) ha sido destruido principalmente en la Amazonia, África Central y el sureste asiático, según un estudio de la Universidad de Queenslanda publicado en la revista Current Biology.

Los científicos australianos compararon los "mapas silvestres" tomados vía satélite en 1990 con los obtenidos en los últimos meses. La extensión de la zonas biológicamente y ecológicamente intactas ha sido calculada en 30,1 millones de kilómetros cuadrados, que podrían desaparecer por completo de aquí a finales de siglo si persiste la tendencia actual.

"Tenemos probablemente no más de dos décadas para darle la vuelta a la situación", declara a The Guardian James Watson, uno de los autores del informe. "Sin una política de protección de las áreas silvestres, lo más probable es que acaben cayendo víctimas del "desarrollo".

Los científicos definen las tierras vírgenes como aquellas en las que es prácticamente imperceptible la acción del hombre (a través de la agricultura, las carreteras o la luz eléctrica), aunque algunas de ellas están pobladas por tribus indígenas.

El espacio más amenazado, pese a los avances del Gobierno de Brasil en la última década, sigue siendo la selva del Amazonas, que ha perdido más de medio millón de kilómetros cuadrados en la cuenca principal y ha sufrido también un grave retroceso en el bosque de Ucayali. En toda Suramérica, la pérdida de tierras vírgenes supera el 30%.

África Central es otras de las zonas más amenazadas, con especies con el elefante africano, los gorilas y los chimpancés en preocupante retroceso por la pérdida de sus hábitats naturales. Los incendios y la acción humana han provocado también pérdidas sustanciales en Borneo, Java y otras islas de Indonesia. El bosque boreal canadiense, la taiga siberiana y el desierto australiano son las grandes zonas silvestres menos amenazadas.

El papel de las tierras vírgenes
"Las políticas ambientales están fallando y los espacios salvajes están desapareciendo ante nuestros ojos", denuncia por su parte el profesor William Laurance de la Universidad James Cook, coautor del estudio. "Estamos hablando no sólo de las áreas más preciadas para conservar la biodiversidad. Las tierras vírgenes son necesarias para regular el clima a escala local y global y para tener una referencia necesaria del mundo natural. Algunas de ellas están habitadas por tribus indígenas que han jugado un papel esencial en su conservación y que están cada vez más amenazadas".

Los autores del estudio muestran un relativo escepticismo ante los esfuerzos, como los que actualmente existen en Europa, por reintroducir la vida silvestre con proyectos de "rewilding". "La realidad es que cuando destruimos ecosistemas únicos, no hay manera de volver atrás o restaurarlos en su integridad", aseguran Watson y Laurance. "Lo que tenemos que hacer es proteger desde una plataforma global los espacios silvestres que aún nos quedan, que son la "joya de la corona" y constituyen el 23% de la superficie".
Más información y enlaces relacionados del estudio:
https://research.jcu.edu.au/portfolio/bill.laurance

jueves, 15 de septiembre de 2016

Los océanos se enfrentan a una extinción masiva sin precedentes

La desaparición de las especies más grandes puede alterar los mares "durante millones de años"

"Ahora mismo estamos decidiendo, casi sin querer, qué caminos evolutivos permanecerán abiertos y cuáles quedarán cerrados para siempre. Ninguna otra criatura había hecho esto jamás, y será, por desgracia, nuestro legado más perdurable". Elizabeth Kolbert definía así el papel que estamos desempeñando los humanos en La sexta extinción, el libro que le valió el premio Pulitzer el año pasado. El título es bastante expresivo: en los casi 4.000 millones de años de historia de la vida en la Tierra, se han dado cinco megaextinciones, momentos en los que buena parte de los seres vivos eran arrastrados de golpe a la desaparición por diversos cataclismos. Y ahora, según todos los datos recopilados por la ciencia, la civilización humana está provocando una nueva extinción masiva: somos como el meteorito que borró del planeta a los dinosaurios.

Estamos provocando la agonía de numerosas especies marinas y eligiendo las que dejarán de evolucionar en el futuro

Y las criaturas de los océanos no se van a librar. Estamos provocando la agonía de numerosas especies marinas y, como decía Kolbert, eligiendo los seres acuáticos que al desaparecer dejarán de evolucionar en el futuro. A este ritmo, los grandes animales que poblarán los mares dentro de millones de años no serán descendientes de nuestras ballenas, tiburones y atunes porque los estamos matando para siempre. Y del mismo modo que la desaparición de los dinosaurios dejó un vació que tardó eras en llenarse por los mamíferos, no sabemos qué será de la vida en los océanos tras arrasarlos.

"La eliminación selectiva de los animales más grandes en los océanos modernos, sin precedentes en la historia de la vida animal, puede alterar los ecosistemas durante millones de años", concluye un estudio que presenta hoy la revista Science. Liderado por investigadores de Stanford, el trabajo muestra cómo esta sexta extinción se está cebando con los seres acuáticos de mayor tamaño. Un patrón "sin precedentes" en el registro de las grandes extinciones y que con mucha seguridad se debe a la pesca: hoy por hoy, cuanto más grande es el animal marino, más probable es que se extinga.

El cálculo más trágico compara esta extinción con la desaparición de los dinosaurios, según explican en Science

Según explica a Materia el principal autor de este estudio, Jonathan Payne, el nivel de perturbación ecológica causada por una gran extinción depende del porcentaje de especies que se extinguen y de la selección de grupos de especies que se eliminan. "En el caso de los océanos modernos, la amenaza preferente por los de mayor tamaño podría resultar en un evento de extinción con un gran impacto ecológico debido a que los animales grandes tienden a desempeñar un papel importante en el ciclo de nutrientes y en las interacciones de la red alimentaria", asegura Payne, refiriéndose a que el daño afectaría en cascada a todos los ecosistemas marinos.

Los escenarios pesimistas predicen la extinción del 24% al 40% de los géneros de vertebrados y moluscos marinos; el cálculo más trágico es comparable a la extinción masiva del final del Cretácico, cuando desaparecieron los dinosaurios, según explican en Science.

Para los investigadores, se debe a nuestra forma de consumir ecosistemas: ocurrió con la extinción de los mamuts y sucede ahora con la pesca

El trabajo de este investigador de Stanford y de su grupo consistió en analizar el patrón de desaparición de 2.500 especies en los últimos millones de años. Hasta ahora, el tamaño de los animales marinos no había sido un factor determinante en anteriores cataclismos, pero en nuestros días se da una correlación notable. Para los investigadores, es evidente que se debe a la forma de consumir ecosistemas propia del ser humano. Ocurrió con la extinción de los mamuts y sucede ahora con la pesca: cada vez que entramos en un ecosistema primero acabamos con las piezas mayores y a medida que escasean vamos agotando el resto de recursos de menor entidad.

Los investigadores advierten de que la eliminación de estos animales en la parte superior de la cadena alimenticia podría perturbar el resto de la ecología de los océanos de manera significativa para potencialmente millones de años venideros. "Sin un cambio dramático en el rumbo actual de la gestión de los mares, nuestro análisis sugiere que los océanos sufrirán una extinción masiva de suficiente intensidad y selectividad ecológica como para incluirse entre las grandes extinciones", asegura el estudio.

Este paleobiólogo defiende que la visión positiva de su hallazgo es que las especies amenazadas aún pueden salvarse de la extinción con políticas de gestión eficaces y, a largo plazo, abordando los impactos del calentamiento climático y la acidificación de los océanos. "Podemos evitar ese camino; con una gestión adecuada, sería posible salvar a muchas de estas especies de la extinción", reclama Payne.

miércoles, 7 de septiembre de 2016

La levadura se perfila como el socio oculto en la simbiosis del liquen

Descubierta una levadura que, junto al alga y el hongo, constituye este organismo, el liquen.

Tal vez sea el caso de simbiosis más célebre de la biología en su conjunto. El lector lo recordará de sus clases de ciencias naturales: los líquenes, de los que hay unas 15.000 especies, consisten en una asociación simbiótica de un alga y un hongo. Pero hoy es uno de esos raros días en que es preciso cambiar los libros de texto, porque los científicos acaban de descubrir un tercer componente del consorcio, una levadura que, por mentira que parezca, se había escapado hasta ahora de la lupa analítica de siglos de estudios y decenas de generaciones de estudiosos.

El investigador posdoctoral Toby Spribille y sus colegas de las universidades de Montana en Missoula, Uppsala (Suecia), Graz (Austria), Purdue (Estados Unidos) y el Instituto Canadiense de Investigación Avanzada en Toronto han tenido que emplearse a fondo no solo con observaciones microscópicas, sino también genómicas, para pillar in fraganti al tercer hombre de la asociación simbiótica. Su espectacular descubrimiento merece la portada de la revista Science, un infrecuente reconocimiento para un trabajo de índole más bien taxonómica, como los que hacía Linneo en el siglo XVIII.

Esto supone una bonita sacudida de lo que sabíamos, o pensábamos que sabíamos, sobre la simbiosis del liquen”, comenta Spribille. “Nos fuerza a una revaloración de las suposiciones más básicas sobre la manera en que se forman los líquenes, y sobre quién hace qué cosa en la simbiosis”.

El científico cuenta que el punto de partida del trabajo fue su intento de averiguar por qué dos especies de liquen muy estrechamente relacionadas, ambas comunes en Montana, exhibían una diferencia drástica: una es tóxica para los mamíferos y la otra no. Los análisis de ADN no habían hecho más que profundizar el misterio, porque las dos especies presentaban unos genomas idénticos. O eso parecía.

Esto supone una bonita sacudida de lo que sabíamos, o pensábamos que sabíamos, sobre la simbiosis del liquen”, afirma un científico

La explicación del descubrimiento requiere una mínima introducción a los elementos de la biología molecular. Los genes están hechos de ADN, la famosa doble hélice (gatacca…), pero activarlos implica abrir la doble hélice y sacar una copia de una de sus hebras. Esta copia no es de ADN, sino de una molécula similar con una sola hebra, llamada ARN. Si uno analiza el ARN de una célula está, por tanto, examinando de forma indirecta los genes que están más activos en esa célula.

Y eso es lo que hicieron Spribille y sus colegas: analizar el ARN de las dos especies de líquenes. Y ahí sí que saltó a la vista una diferencia bien notable. Porque el ARN no correspondía solo al hongo conocido de la simbiosis, sino también a otro tipo de hongo –una levadura— que había pasado por completo inadvertido durante un siglo y medio. Más aún: la especie de liquen tóxica contenía mucha más cantidad de esa levadura que la especie inocua.

Como las células de la levadura son minoritarias, se habían escapado al análisis de ADN (pues solo hay una o dos copias de ADN por célula). Sin embargo, si algunos de sus genes están muy activos, pueden hacer cientos o miles de copias de ARN por cada una de ADN. Esa fue la clave del éxito. Y, en efecto, es la levadura la que explica que un liquen sea tóxico y el otro no, pese a que por todo lo demás son idénticos.

Han analizado el ARN de dos especies de líquenes y han visto que correspondía también a una levadura que había pasado por completo inadvertida durante un siglo y medio

Hasta ahí la historia de los dos líquenes de Montana. Pero los investigadores sospecharon que el tercer hombre no era ninguna peculiaridad de Montana, y buscaron la levadura en muestras de líquenes de todo el mundo, de Japón a la Antártida pasando por Latinoamérica o Etiopía. Y, en efecto, allí estaba también su tercer hombre, como un componente generalizado, si no universal, de la simbiosis más famosa de la biología.

Está por todas partes”, dice otro de los autores, John McCutcheon. “Esta cosa, básicamente, ha estado escondida delante de las narices de todo el mundo durante más de 100 años; la gente probablemente estaba mirándola de frente, y pensaban que sabían lo que estaban viendo, pero en realidad estaban viendo otra cosa”.

Los libros de texto tardarán algún tiempo en cambiarse. El lector debería aprovechar bien esos meses: será una de las raras ocasiones en que pueda corregir a sus hijos cuando vuelva del cole.
Fuente y más información:
Letharia vulpine, una de las especies de liquen investigadas en el trabajo.

martes, 6 de septiembre de 2016

19 especies de mariposas mediterráneas están en peligro de extinción

Según el estudio, el 5% de las especies evaluadas podrían desaparecer, por lo que proponen medidas urgentes para evitar la pérdida de biodiversidad en la región mediterránea.

En la región mediterránea habitan 462 especies de mariposas nativas, y de éstas, 19 se encuentran en la lista de roja de ejemplares en peligro de extinción, advierte un informe del Centro de Cooperación del Mediterráneo de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).

Las mariposas están disminuyendo en muchos lugares de la Europa mediterránea debido al cambio de los sistemas agrícolas y podrían llegar a desaparecer si no actuamos de forma urgente”, ha advertido Chris van Swaay, presidente de la organización Butterfly Conservation Europe, durante su intervención en el Congreso Mundial de la Naturaleza que se celebra en Hawái.

Las principales amenazas para las mariposas mediterráneas -según datos de la UICN- son la transformación de prados en zonas agrícolas de cultivo o uso forestal, los niveles insostenibles de pastoreo y el abandono de ciertos métodos de cultivo, así como el cambio climático, la frecuencia e intensidad de los incendios y el desarrollo del turismo.

El estudio también determina que 15 grupos de mariposas son endémicas, es decir, que no se encuentran en ninguna otra parte del mundo, lo que ha llevado a sus autores a proponer medidas urgentes de conservación para salvaguardarlas, sobre todo en el norte de África, donde habita la mayoría de especies endémicas, como la Melitaea deione, o Doncella ibérica.

Además, la publicación revela que las zonas donde hay mayor riqueza de especies son las altas montañas del sur de Francia, el norte de Grecia y sur de Turquía, gracias a la alta diversidad de microclimas.

Planes para salvaguardar a las mariposas
La propuesta de los investigadores expone que para salvaguardar el capital natural de la región, se debe dar prioridad al trabajo de campo y a la recogida de datos sobre especies catalogadas con información insuficiente, y también gestionar planes de acción del hábitat para dar cumplimiento de la legislación nacional e internacional.

Aunque el porcentaje de mariposas con datos insuficientes es inferior al de otros grupos evaluados, sigue faltando información sobre la distribución geográfica, tamaño de la población y tendencias sobre todo de las especies que se encuentran al sur y este del Mediterráneo”, ha declarado Catherine Numa, investigadora del Centro de Cooperación del Mediterráneo de la UICN.

Este informe realizado por el Centro de Cooperación del Mediterráneo de la UICN (UICN-Med), ha sido producto de la colaboración entre el Programa de Especies de la UICN y la organización Butterfly Conservation Europe.

jueves, 1 de septiembre de 2016

Voluntariado ambiental en Monte Branco (A Coruña)

Con el fin de erradicar las especies invasoras que amenazan el rico ecosistema del Monte Blanco, un grupo de jóvenes en el municipio de Ponteceso, en A Coruña, interesados con las preocupaciones ambientales de su entorno, se han unido bajo el nombre “Los pilares de las dunas” para organizar un programa de voluntariado ambiental que se desarrollará del 19 al 26 de de septiembre de dentro del programa de iniciativa juvenil .

La actividad está dirigida a jóvenes de entre 18 y 35 años tendrán alojamiento gratuito y comidas.

El programa incluye las siguientes actividades:
- Seminarios sobre plantas invasoras.
- Un recorrido por la zona afectada por la "uña de gato” Carpobrotus edulis
- Talleres sobre compostaje y huerta orgánica.
- Taller sobre cosméticos naturales.
- Taller sobre jabones naturales.
- Itinerario por la ruta del haz de los faros.
- Ruta de Ponteceso a Corme por los acantilados.

El periodo de inscripción estará abierto hasta el 9 de septiembre.

Los interesados ​​deben llenar un formulario de inscripción y enviarlo a la dirección de correo electrónico aspillarasdasdunas@hotmail.com