Buscador Medio Ambiental

BUSCADOR MEDIO AMBIENTAL (GOOGLE)

jueves, 20 de marzo de 2014

Descubren en Tasmania (Australia) una nueva especie de medusa gigante

 Según ha explicado la científica Lisa-Ann Gershwin, a la radio australiana ABC, la investigación comenzó después de que una familia que paseaba por la playa de Howden se encontrara al animal. Los expertos decidieron recoger muestras de la medusa, pero también de la arena y el agua a su alrededor.

La Commonwealth Scientific and Industrial Research Organisation (CSIRO) ha comenzado el estudio de una extraña especie de medusa gigante que ha sido encontrada en una playa al sur de Tasmania (Australia). El ejemplar hallado mide 1,5 metros.

Según ha explicado la científica Lisa-Ann Gershwin, a la radio australiana ABC, la investigación comenzó después de que una familia que paseaba por la playa de Howden se encontrara al animal. Los expertos decidieron recoger muestras de la medusa, pero también de la arena y el agua a su alrededor.

Gershwin ha explicado que ya se conocía la existencia de este tipo de animal, pero "no se había clasificado". "Este tipo de hallazgo es de los que nos hace plantearnos lo poco que conocemos de lo que ocurre en la naturaleza, sobre todo en el océano", ha declarado la investigadora, que lleva trabajando con medusas alrededor de 20 años.

"Es la más grande que he visto en mi vida", ha apuntado durante la entrevista, para explicar que, en general, "estos animales tienen a ser más grandes en las regiones templadas y no en los trópicos, en donde son pequeñas". Del mismo modo, se ha alegrado de que la familia encontrara a la medusa en la arena y no en el agua: "si se la hubieran topado nadando y la hubieran golpeado ésta les habría picado y es muy doloroso", ha advertido.

El estudio continúa con el fin de conocer mejor las características de esta nueva especie, mientras, Gershwin y sus colegas, deberán escoger un nombre, para comenzar con su clasificación.

Más información:
http://www.csiro.au/

Un musgo antártico vive tras pasar 1.500 años bajo el hielo

Antes de este descubrimiento, se había demostrado una regeneración directa de material vegetal congelado durante 20 años como máximo. Más allá de eso, sólo los microbios habían demostrado ser capaces de reactivarse después de tantos años bajo el hielo.

Investigadores del 'British Antarctic Survey' y la Universidad de Reading, ambas instituciones en Reino Unido, informan este lunes en la revista 'Current Biology' que los musgos antárticos pueden volver a la vida después de 1.500 años totalmente inactivos bajo el hielo.

Antes de este descubrimiento, se había demostrado una regeneración directa de material vegetal congelado durante 20 años como máximo. Más allá de eso, sólo los microbios habían demostrado ser capaces de reactivarse después de tantos años bajo el hielo.

"Estos musgos estuvieron básicamente en un congelador a muy largo plazo", afirma uno de los autores del estudio, Peter Convey, del 'British Antarctic Survey'. "Esta escala de tiempo de supervivencia y recuperación es muchísimo mayor de la que se conocía de ellos anteriormente", destaca.

Los hallazgos en los musgos tienen especial relevancia para los ecosistemas y el clima de la Antártida, según Convey, porque son los primeros productores de la tierra en ambas regiones polares norte y sur. En el norte, en particular, los musgos son responsables de almacenar la mayor parte del carbono, de forma que si pueden sobrevivir durante periodos tan largos y luego revivir una vez que se retira el hielo, no requerirán de eventos de colonización transoceánicos de larga distancia.

Convey y sus colegas estudiaron principalmente núcleos de musgos polares, que son como un archivo de las condiciones climáticas del pasado. Los investigadores los utilizan para evaluar las tasas de crecimiento en el tiempo y como modelos para reconstruir aspectos del medio ambiente y el cambio ambiental a través del tiempo.

TIENEN ENTRE 5.000 Y 6.000 AÑOS
Los bancos de musgo más antiguos como la clase que ha sido objeto de estudio en este trabajo en la Antártida tienen entre 5.000 y 6.000 años. En concreto, el musgo en el que se centraron los autores de esta investigación es de casi 2.000 años de antigüedad.

En un principio, los investigadores no estaban seguros de que los musgos congelados desde hace más de una década o dos permanecerían viables, de forma que se sorprendieron cuando empezaron a ver que los musgos con 1.500 años de antigüedad comenzaron a crecer de nuevo.

"En realidad hicimos poco más que cortar el núcleo del musgo con mucho cuidado", relata Convey, añadiendo que también se aseguraron de no conseguir accidentalmente cualquier otra forma de vida en el experimento, para lo que colocaron los trozos de musgo aparantemente sin vida en un entorno de incubadora a una temperatura y nivel de luz normales para su crecimiento, logrando la aparición de nuevos brotes de la especie madre.

Estos hallazgos sugieren que puede ser posible que los musgos persistan durante más tiempo. "Claramente, existe potencial para una supervivencia durante mucho más tiempo, aunque la viabilidad entre sucesivos interglaciares requeriría un periodo de al menos decenas de miles de años --escriben los investigadores--.  Esta posibilidad proporciona un mecanismo completamente nuevo de supervivencia y un refugio para un elemento importante de la biota terrestre polar".
Más información:

miércoles, 19 de marzo de 2014

La Amazonia reduce considerablemente el CO2 del planeta

En todos los escenarios, la absorción de carbono por los árboles vivos compensaba las emisiones procedentes de los muertos, lo que indica que el efecto predominante de los bosques naturales de la Amazonía es la absorción.

Un estudio de siete años dirigido por la NASA ha confirmado que los bosques naturales en laAmazonía eliminan más dióxido de carbono de la atmósfera del que emiten, y por lo tanto, reducen el calentamiento global. Este hallazgo resuelve un largo debate acerca de la balanza global de carbono de la cuenca del Amazonas.

El balance de carbono del Amazonas es una cuestión de vida o muerte: los árboles vivos toman el dióxido de carbono en el aire a medida que crecen, los árboles muertos y emiten este gas de efecto invernadero de nuevo al aire a medida que se descomponen. El nuevo estudio, publicado en Nature Communications, es el primero en medir el efecto de las muertes de árboles causadas por procesos naturales a lo largo de la selva amazónica, incluso en zonas remotas donde no hay datos han sido recopilados a nivel del suelo.

Fernando Espírito Santo - del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA en Pasadena, California , autor principal del estudio , creó nuevas técnicas para el análisis vía satélite. Encontró que cada año, los árboles amazónicos muertos emiten unas 1.900 millones de toneladas de carbono a la atmósfera . Para compararlo con la absorción de carbono del Amazonas, los investigadores utilizaron los censos de crecimiento de los bosques y los diferentes escenarios de modelado.

En todos los escenarios, la absorción de carbono por los árboles vivos compensaba las emisiones procedentes de los muertos, lo que indica que el efecto predominante de los bosques naturales de la Amazonía es la absorción.

Hasta ahora, los científicos sólo habían sido capaces de estimar el balance de carbono de la Amazonia a partir de observaciones limitadas en pequeñas parcelas de zonas forestales. En estas parcelas el bosque retira más carbono del que emite pero la comunidad científica debatía si las parcelas representan todos los procesos naturales en la gran región del Amazonas. Ese debate comenzó con el descubrimiento en la década de 1990 de que grandes áreas del bosque pueden ser exterminados por tormentas intensas en eventos llamados purgas.

Espírito Santo dijo que la idea del estudio surgió de un taller de 2006, donde los científicos de varios países se reunieron para identificar los instrumentos de los satélites de la NASA que podrían ayudar a comprender mejor el ciclo del carbono de la Amazonía. En los años transcurridos desde entonces, trabajó con 21 coautores de cinco países para medir el impacto de carbono de muertes de árboles en el Amazonas por todas las causas naturales, desde purgas de gran superficie a árboles individuales que morían de viejos.

Utilizó imágenes aéreas, de satélite, y un conjunto de 10 años de mediciones de parcelas recopiladas por la Universidad de Leeds.

Como resultado de la correlación de datos de aire y tierra con observaciones por satélite, Espírito Santo y sus colegas idearon métodos para identificar los árboles muertos en diferentes tipos de imágenes de sensores remotos. Luego, los investigadores redujeron sus técnicas para que pudieran ser aplicadas a datos aéreos para partes de la Amazonia que no tienen datos correspondientes de tierra y vía satélite.

UN 2% DE LA SELVA MUERE CADA AÑO POR CAUSAS NATURALES
"Encontramos que las grandes perturbaciones naturales sólo tienen un efecto pequeño sobre el ciclo del carbono en toda la Amazonía ", dijo Sassan Saatchi, coautor y científico del JPL. Cada año , alrededor de un dos por ciento de toda la selva amazónica muere de causas naturales. Los investigadores encontraron que sólo el 0,1 por ciento de esas muertes son causadas por las purgas.

Este estudio se centró solamente en los procesos naturales de la Amazonía, no en los resultados de las actividades humanas como la tala y la deforestación, que varían ampliamente y rápidamente con el cambio de las condiciones políticas y sociales.
Más información:
http://www.jpl.nasa.gov/