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lunes, 28 de abril de 2014

Un almacén de basura debajo de los árboles

El suelo de las masas forestales españolas acumula el carbono equivalente a 29 años de emisiones de CO2

El clima y la gestión de los bosques son clave para evitar que salga a la atmósfera

Los bosques son una de las grandes defensas naturales contra la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera. La biomasa de la floresta (troncos, hojas, raíces, etcétera) de España almacena alrededor de 635 millones de toneladas de carbono, lo que equivale al CO2 emitido de origen antrópico, aquel que se produce por la mano del hombre, producido en el país en más de siete años. Pero, además de las plantas, el suelo realiza un papel fundamental en la mitigación del cambio climático. Según un estudio publicado en la revista Biogeoscience, las tierras de las masas forestales españolas mantienen unas reservas de 2.544 millones de toneladas de carbono. Es decir, el equivalente al dióxido de carbono emitido en España en 29 años, teniendo en cuenta la media que se expulsó en el país entre 2001 y 2010.

El estudio realizado por el Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF), el Centro Tecnológico Forestal de Cataluña y la Universidad Autónoma de Barcelona, expone también las variantes que determinan la capacidad que tienen un suelo para secuestrar el carbono: el clima y el tipo de vegetación. Los terrenos de árboles de hojas perennes son menos eficaces que los bosques mixtos. Y las altas temperaturas y los bajos índices de humedad, reducen la capacidad de almacenamiento. Esta variabilidad en la capacidad de absorción del suelo dibuja un cuadro heterogéneo de la concentración de carbono en la Península. En Galicia o Asturias se acumulan más de 11 kilos por metro cuadrado. Estas comunidades representan las zonas atlánticas, con bajas temperaturas, altos índices de humedad y una vegetación más típica del centro de Europa. En el lado contrario están Andalucía, Extremadura o Murcia, en las que la media de almacenamiento no llega a los siete kilos por metro cuadrado. Comunidades más calurosas y secas, y en las que predomina una vegetación mediterránea.


Según el último informe del IPCC, el panel de expertos de cambio climático de la ONU, la temperatura en Europa podría subir entre 1,5 y 4 grados, dependiendo del nivel de emisiones, y se reducirán drásticamente las precipitaciones. “Si aumenta la temperatura en las zonas húmedas, como Galicia, probablemente los microorganismos del suelo trabajarán más rápido, consumirán más materia orgánica, y emitirán más CO2”, explica Enrique Doblas, investigador del CREAF, que ha participado en el estudio. Doblas matiza que este primer estudio es solo una “foto fija” de la situación actual, y que aún se desconoce si el suelo forestal ya ha comenzado a emitir carbono a la atmósfera.

El suelo es el mayor sumidero del mundo, capaz de almacenar tanto carbono como la atmósfera y la vegetación. Según el investigador del CREAF, a nivel mundial puede secuestrar hasta 145 veces las emisiones que se producen por la quema de combustibles fósiles y el cambio de usos del suelo.

A pesar de la importancia de la función mitigadora del suelo ante el cambio climático, hasta la fecha solo existe un estudio en el mundo que determine la pérdida del carbono almacenado en los terrenos forestales. Entre 1978 y 2003, los suelos de Gales e Inglaterra perdieron un 0,6% del carbono, según un artículo publicado en 2005 en la revista Nature. Los investigadores británicos relacionaron, independientemente del tipo de terreno, esta reducción por el ascenso de las temperaturas, provocado por el cambio climático. Doblas añade otro factor que afecta el almacenaje de carbono: la gestión de los bosques, una de las debilidades de las forestales españolas.

Los bosques españoles
España tiene 27,7 millones de hectáreas de superficie forestal, de las que 18,6 millones son arboledas, lo que equivale al 66,2%
de la foresta del país.

Entre 1990 y 2010, el crecimiento de la superficie arbolada de España supuso el 40% del aumento de la UE.

El crecimiento de la superficie arbolada en el país fue del 2,19% anual, mientras que la media del resto de países de la UE fue de o,51%.

Desde 1975 en España hay un 130% más de árboles, llegando a los 10.074.

La tasa de aprovechamiento de los bosques en 2009 fue del 40%, mientras que en Portugal y Suecia superó el 85%.

El fuego afectó a casi 450.000 hectáreas de superficie forestal en 1994. En 2008 no llegó a 60.000.

Los bosques seminaturales representan el 93,2%. El 6,8% restante son plantaciones gestionadas de forma intensiva y plantaciones de crecimiento rápido.

La contribución de los bosques al PIB español fue del 0,9%. En Suecia pasa del 3% y en Portugal supera el 1,5%.

En los últimos años, el éxodo rural ha provocado que la superficie destinada a la agricultura y a los terrenos de pastura en España se haya abandonado dejando vía libre para el crecimiento descontrolado de la masa forestal. Entre 1990 y 2005 la superficie forestal en España creció 4,4 millones de hectáreas, y en 2010 ya abarcaban más 27,5 millones, una sexta parte del total de la Unión Europea, y solo por detrás de Suecia, según el último informe de la Sociedad Española de Ciencias Forestales. Pero a pesar del crecimiento de la masa susceptible de almacenar carbono, las arboledas españolas tienen un gran problema: solo un 10,6% tenía en 2009 algún plan de gestión, lejos del 45% o más que tienen 22 países de la UE.

“Si queremos mantener este carbono debajo de nuestros pies y no emitirlo a la atmósfera, tendremos que hacer una gestión forestal y territorial a medida, que asegure la conservación de estas reservas. Tenemos que ser conscientes de que su almacenaje natural es un proceso muy lento mientras que su liberación podría acelerarse a causa de una mala gestión”, advierte Doblas, que señala la facilidad con la que el carbono podría salir del subsuelo: “La mayoría de este carbono se encuentra a menos de 30 centímetros de profundidad, por lo que si removemos la tierra este estaría a la intemperie y podría salir a la atmósfera por el viento o el agua”.

“La sociedad valora los bosques, y estos producen una gran cantidad de servicios como el mantenimiento de la biodiversidad o la fijación de carbono, pero estos no tienen un precio de mercado, y por eso no estamos dispuestos a invertir en gestión”, advierte el catedrático en Gestión Forestal Felipe Bravo.

Jordi Martínez, profesor de Ecología en la Universidad Autónoma de Barcelona, incide en la gestión como medida de prevención, pero matiza que no solo se puede buscar una que vaya encaminada a la mejora del almacenamiento de carbono. “En los lugares donde la concentración es muy alta es mejor dejar todo tal y como está; son grandes sumideros que hacen su función y sería muy perjudicial perderlos. Y en las zonas donde se almacena menor cantidad de carbono hay que tener en cuenta otros factores como es la cantidad del agua”. Martínez apunta a los bosques mediterráneos: “En estas zonas la cantidad de agua disponible es menor por lo que hay que evitar el crecimiento descontrolado de los bosques, ya que podría tener otras implicaciones negativas. Lo más racional es hacer una gestión pensando en evitar incendios, por lo que habría que reducir la cantidad de biomasa en el sotobosque y la densidad de árboles”. En los últimos 40 años el número de árboles por hectárea en los bosques ha pasado de 656 a 975.

Doblas abunda en esta idea y recuerda que el 29% de los bosques, matorrales y prados de España se han formado entre 1985 y 2004. “A diferencia de los bosques viejos, que tienen una autorregulación ecológica, los recién formados lo han hecho en zonas agrícolas abandonadas que contenían muchos nutrientes acumulados, por lo que hay gran densidad de vegetación, y, aunque esto sea bueno para la acumulación de carbono, acarrea otros perjuicios”.

Las plantas perennes son menos eficaces que las caducas
En el libro Conservar aprovechando, el CREAF apunta: “Es sabido que las masas forestales acumulan CO2 atmosférico, por lo que un manejo adecuado puede potenciar este efecto sumidero, siempre teniendo en cuenta otros factores como el consumo de agua. Aunque un gestor o propietario forestal a escala local no puede enfrentarse al efecto invernadero de manera individual”, y asegura que, “una gestión adecuada debe partir de las Administraciones”.

Una tercera parte de los bosques españoles pertenecen a la Administración, sobre todo a los Ayuntamientos. “Pero son los gobiernos autonómicos los que gestionan esta parte de los montes, y depende de los presupuestos, así que ahora mismo está bajo mínimos”, advierte Pablo Sabín, de Agresta, consultoría que asesora a propietarios forestales, que además advierte de otro problema: “Los gobiernos autonómicos invierten en la extinción de incendios, pero no en la prevención, y la mayoría de gestión forestal se hace sin planes”.

El mercado de la madera ha ido perdiendo fuerza en España. Mientras Suecia aprovechó en 2009 el 90% de los nuevos recursos generados por los bosques, España no alcanzaba el 45%. La nueva Ley de Montes, que modifica la de 2003 y acaba de terminar su periodo de exposición pública, “apunta a un empeoramiento de la gestión forestal”, denuncia Manuel Tapia, responsable de bosques en Ecologistas en Acción. “El Gobierno pretende favorecer el cultivo de especies de rápido crecimiento como el eucalipto. Este tipo de gestión busca el beneficio inmediato, el dinero al momento, sin pensar en la función del bosque como mantenedor de la biodiversidad y su función como sumidero de carbono”, explica Tapia.
Galicia y Asturias acumulan más de 11 kilos de CO2 por metro cuadrado.

Abandonada la tala de árboles para la producción de madera, excepto en Galicia, donde en 2012 se obtuvo más de la mitad de la obtenida en España, según un estudio de la Sociedad Española de Ciencias Forestales, una de las alternativas, que en los últimos años han surgido para que los dueños de los bosques obtengan un beneficio de la gestión de los bosques, ha sido el aprovechamiento de la leña para la fabricación de biomasa. “Hicimos una prueba de gestión de bosques para la obtención de biomasa y el resultado medioambiental fue excelente, pero el económico no. El propietario no obtuvo beneficios. Sin ayudas públicas es difícil gestionar correctamente los bosques”, señala Anabel Martínez, técnica en la asociación de propietarios forestales de Murcia, donde solo se gestionan un 12% de las arboledas.

El suelo de los bosques no es solo importante por la cantidad de carbono que es capaz de secuestrar. Marcos Fernández, miembro del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), relaciona la capacidad que tiene la vegetación de almacenar carbono y los nutrientes de los que dispone en el terreno en un artículo internacional, publicado la pasada semana en la revista Nature Climate Change. “Los bosques que no están limitados por la disponibilidad de nutrientes son capaces de secuestrar aproximadamente el 30% del carbono que reciben cuando realizan la fotosíntesis. Por otra parte, los bosques que viven en suelos infértiles, con poca disponibilidad de nutrientes, son menos eficientes en el uso del carbono y solo son capaces de acumular el 6% del carbono fotosintetizado”, explica Fernández. Esta nueva visión modifica la que hasta entonces se tenía de que la capacidad de secuestrar carbono de los bosques dependía de la concentración de hidrógeno del terreno: “Por las predicciones de reducción de precipitaciones, parece evidente que los bosques de la Península perderán poder de almacenamiento”.

Doñana Birdfair 2014, una cita histórica para disfrutar las aves y la naturaleza

El encuentro, que contará con el apoyo de la feria ornitológica más importante del mundo, la BirdFair de Rutland (Gran Bretaña)

Del 1 al 4 de mayo la Reserva Natural de la Dehesa de Abajo (Sevilla), acogerá una gran feria de aves y naturaleza que sirve para celebrar el 60 aniversario de SEO/BirdLife. Para facilitar el acceso a la Doñana BirdFair SEO/BirdLife y RENFE fletan un tren-hotel desde Barcelona hasta Sevilla con paradas en Zaragoza, Madrid y las Tablas de Daimiel. El turismo ornitológico es un sector cada vez más en alza en nuestro país, como demuestra la iniciativa iberaves de SEO/BirdLife. Parte de los beneficios recaudados en la Doñana Birdfair irán destinados a un proyecto de restauración en Doñana, en el contexto de la celebración del Día Europeo de la Red Natura 2000.

En el momento más espectacular de la primavera y en uno de los parajes más bellos y con más historia de conservación de la naturaleza de España como es Doñana, se darán cita ornitólogos, aficionados y profesionales del 1 al 4 de mayo para celebrar la Feria Internacional de las Aves (Doñana Birdfair). Un completo y variado programa de actividades, rutas guiadas, concursos de fotografía, espectáculos y eventos te están esperando.

El encuentro, que contará con el apoyo de la feria ornitológica más importante del mundo, la BirdFair de Rutland (Gran Bretaña), acogerá a un gran número de expertos ornitólogos y birdwatchers de renombre internacional como Tim Appleton de la Rutland Water Nature Reserve y Andy Paterson, gran conocedor y divulgador de las aves marinas.

El cine también tendrá su espacio dentro de la feria. En un evento como Doñana Birdfair todos somos amantes de las aves, pero ¿cómo transmitir esta pasión al público en general?, ¿cómo perciben las aves?, ¿cuál es la idea que refleja el cine y como deberíamos nosotros concienciar de su importancia en el mundo?, el biólogo Fernando López-Mirones nos contará sus experiencias durante el rodaje de sus más de 130 documentales de naturaleza rodados por todo el mundo, entre ellos la recién estrenada Guadalquivir, de la que ha sido guionista.
60 aniversario de SEO/BirdLife

La celebración del 60 aniversario de SEO/BirdLife también contará con un lugar destacado dentro de la programación de la feria. El sábado 3 tendrá lugar en el recinto de la Dehesa de Abajo, y en el marco del homenaje a Mauricio González-Gordon, uno de los fundadores de SEO/BirdLife, elperformance Naturaldrama de música, baile, sonido y arte escultural que contará con la actuación de Clara Montes.

Además de la parte más lúdica de la feria, numerosos stands de firmas e instituciones del mundo de las aves y la naturaleza estarán abiertos al público para dar a conocer sus últimas novedades y productos relacionados con la observación de aves. Entre los stands, habrá uno dedicado a la Red Natura 2000 a través de la campaña de participación ciudadana “Tu gesto por la Red Natura 2000” con motivo del Día Europeo de la Red Natura 2000, puesto en marcha por SEO/BirdLife para dar a conocer la mayor red de espacios protegidos del mundo.

La observación de aves, en auge
El avistamiento de aves se ha convertido últimamente en una práctica muy común en nuestro país. Para que esto sea una realidad se han desarrollado programas y proyectos de turismo ornitológico como iberaves que lleva a cabo SEO/BirdLife. Su objetivo es conseguir que el turismo ornitológico alcance el máximo desarrollo en nuestro país y que lo haga con la máxima calidad profesional y de la forma más sostenible posible. Cada vez más España es destino obligado de observadores de aves de toda Europa y de otras partes del mundo. Miles de personas que anhelan conocer las aves de las grandes mecas de la observación de aves de España se acercan a Extremadura, Gallocanta, el delta del Ebro, el Estrecho o, como en este caso, a Doñana. 

Información y Programa de la Doñana Birdfair 

jueves, 3 de abril de 2014

Las raíces de los árboles de montaña actúan como termostato procesando CO2 de la atmósfera

En un mundo que se calienta, esto significa que las raíces del árbol son más propensas a crecer en la capa mineral del suelo, rompiendo la roca en partes que eventualmente se combinan con dióxido de carbono.

Las raíces de los árboles en las montañas pueden desempeñar un papel importante en el control de la temperatura global a largo plazo.

Investigadores de las universidades de Oxford y Sheffield, en Reino Unido, han encontrado quelas temperaturas afectan al espesor de la hojarasca y las capas de suelo orgánicas, así como la velocidad a la que crecen las raíces de los árboles.

En un mundo que se calienta, esto significa que las raíces del árbol son más propensas a crecer en la capa mineral del suelo, rompiendo la roca en partes que eventualmente se combinan con dióxido de carbono.

Este proceso, llamado meteorización, saca dióxido de carbono de la atmósfera y enfría el planeta. Los investigadores dicen que esta teoría sugiere que los ecosistemas montañosos han actuado como el termostato de la Tierra, abordando el catastrófico riesgo de recalentamiento o enfriamiento durante millones de años.

En su trabajo publicado en la edición digital de 'Geophysical Research Letters', los investigadores llevaron a cabo estudios en las selvas tropicales de Perú, la midiendo las raíces de los árboles en diferentes sitios a distintas alturas, desde las tierras bajas amazónicas a las cadenas montañosas más frías de los Andes.

Los autores midieron el crecimiento de las raíces de los árboles a 30 cm debajo de la superficie, cada tres meses durante varios años en cada uno de los sitios, en los que también estudiaron el espesor de la capa orgánica por encima del suelo. A continuación, combinaron esta información con datos existentes de la temperatura mensual, la humedad, la lluvia y la humedad del suelo para calcular el proceso de descomposición de las rocas de basalto y granito que hay en las sierras de Perú.

Con este modelo, basado en datos de campo en Perú, los científicos fueron capaces de ampliar su investigación con el fin de calcular la probable contribución de los bosques de montaña de todo el mundo con las tasas globales de meteorización.

Luego, los investigadores calcularon la cantidad probable de carbono para ser retirado de la atmósfera a través de la meteorización cuando la Tierra se volvió muy caliente. Se estudiaron las erupciones volcánicas en India hace 65 millones de años (conocidas como las trampas de Deccan). El modelo también les permitió calcular el proceso de meteorización y reacción del carbono después de que la Tierra se enfriara hace 45 millones de años, cuando se formaron grandes cadenas montañosas como los Andes y el Himalaya.

El investigador principal, Chris Doughty, de la Escuela de Geografía y Medio Ambiente de la Universidad de Oxford, señala: "Este es un proceso simple impulsado por el crecimiento de la raíz del árbol y de la descomposición de material orgánico. Sin embargo, puede contribuir a la estabilidad del clima de la Tierra a largo plazo. Parece actuar como un termostato, eliminando más dióxido de carbono de la atmósfera cuando hace calor y menos cuando está más fresca".

"Una serie de eventos climáticos de los últimos 65 millones de años se ha traducido en un aumento y una dismimución de las temperaturas globales. Sin embargo, el proceso de desgaste que regula el dióxido de carbono en la atmósfera puede ser amortiguado por los bosques que crecen en las partes montañosas del mundo. En el pasado, este proceso natural puede haber impedido al planeta alcanzar temperaturas que sean catastróficas para la vida", concluye.