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jueves, 8 de octubre de 2020

La arena de los desiertos acelera el deshielo de las montañas más altas

Miles de toneladas de polvo llegan al Himalaya o el Karakórum oscureciendo y derritiendo la nieve

Se sabía que el cambio climático, con su calentamiento global, está derritiendo los glaciares de las grandes cordilleras asiáticas. También, que el hollín de la Revolución Industrial había llegado al Himalaya, el Karakórum o el Hindú Kush (HKH). Y se conocía que el humo de los coches de las populosas ciudades chinas, indias o pakistaníes llegaba tan arriba. Lo que no se sabía, al menos su dimensión real, es que la arena de los desiertos también lo hace y en enormes cantidades. Un estudio muestra ahora cómo el polvo arábigo y hasta sahariano oscurecen la nieve de las montañas más altas del planeta facilitando su deshielo.

Buena parte de las playas del Caribe o de la tierra sobre la que crece la selva amazónica procede de los desiertos africanos. Cada poco, los telediarios muestran imágenes de enormes nubes de polvo, la calima, que cruza el Atlántico hacia el oeste. Pero en primavera, en estas latitudes, los vientos van predominantemente hacia el este y acaban en la pared que forma el complejo HKH. Hasta su parte más occidental llegan las arenas africanas, pero también las del desierto arábigo o el de Thar, menos conocido, pero el más grande de la India, con sus 200.000 kilómetros cuadrados. La región lleva al menos tres décadas perdiendo hielo. La mayor parte de culpa se la estaba llevando el cambio climático. Pero este estudio muestra que todo este polvo desértico también tiene su papel.

Al depositarse sobre la nieve o el hielo, la arena reduce su albedo, facilitando su deshielo. De la misma manera que la ropa oscura da más calor que la clara, la nieve limpia refleja mejor la radiación solar (efecto albedo) que la sucia. Los científicos creían que el negro de carbón u hollín procedente de las emisiones de industrias y motores de combustión era lo que más oscurecía la nieve. Pero le ha adelantado el polvo.

Impacto

“Es la primera vez que cuantificamos el papel del polvo transportado a larga distancia en el derretimiento de la nieve”, dice en un correo el investigador del Instituto Indio de Tecnología de Madrás y coautor del estudio Chandan Sarangi. “Las tendencias del deshielo en el Himalaya occidental tienen que ver con la elevación, con una intensidad máxima de reducción en las zonas ubicadas entre los tres y los cinco kilómetros”, añade. Los autores del estudio, publicado en Nature Climate Change, concluyen que las emisiones humanas de la región no van más allá de los primeros 3.000 metros. A partir de aquí, el polvo toma el relevo.

Para estimar el impacto del polvo desértico, los investigadores se apoyaron en las imágenes tomadas por una serie de satélites. Misiones como la Calipso de la NASA usan instrumentos como el láser para medir la presencia de partículas en la atmósfera y ondas de radio para medir los cambios en la capa nevada.

El hollín atrapa más radiación solar que la arena. Pero en estas altitudes hay entre 100 y 1.000 veces más de lo segundo que de lo primero. Los autores del estudio recuerdan que las propiedades ópticas de la nieve dependen de características propias, como su forma o edad (cuánto tiempo lleva en el suelo) y externas, como la concentración de partículas o su grosor. Al derretirse, las primeras capas de nieve se llevan el negro de carbón, más pequeño, pero dejan atrás a la arena, que acelera el deshielo.

Albedo

“La nieve sucia o envejecida absorbe la luz solar mejor que la nieve blanca y fresca”, dice en una nota Yun Qian, científico del Laboratorio Nacional del Noroeste Pacifico y coautor del estudio. La nieve recién caída refleja hasta el 90% de la radiación solar. En este centro dependiente del Departamento de Energía de EE UU, Qian fue el que modeló la interacción a pequeña escala de la nieve y las distintas partículas.

Su colega indio cifra la reducción media del albedo de la nieve entre un 4% y un 8% y, en altitudes medias y altas, más de la mitad se debería al polvo. “Puede parecer poco en términos absolutos pero, para tener una perspectiva, un 3% de la radiación solar incidente (con un total de 1.000 vatios por metro cuadrado) se traduce en 30 vatios por metro cuadrado, lo que supone un forzamiento climático sustancial”, detalla Sarangi.

El impacto del polvo del desierto en la nieve no se limita al complejo HKH. La arena del Sáhara también derrite el hielo de los Alpes y, como dice Quian, “es probable que estos resultados se repitan en otras grandes cordilleras como las Rocosas, la de las Cascadas o las sierras en EE UU, y varias cadenas montañosas de Asia, como el Cáucaso o los Urales”. Los autores temen que a medida que el cambio climático eleve la línea de nieve, el polvo tome un protagonismo mayor en el deshielo.

“En general, la temperatura y las precipitaciones son los principales determinantes de la cantidad de nieve que se derrite cada año”, recuerda el investigador del Instituto de Geociencias de la Universidad de Potsdam (Alemania) Taylor Smith. “Pero hay otros factores relevantes a considerar, como el momento de las lluvias o [el aumento] de las temperaturas”, añade este científico, que no ha intervenido en la investigación. Uno de estos factores está siendo ahora el polvo de los desiertos.

Más información:
https://tc.copernicus.org/articles/13/1147/2019/

https://es.wikipedia.org/wiki/Albedo

https://www.nature.com/articles/s41558-020-00909-3

https://es.wikipedia.org/wiki/Forzamiento_radiativo

Nube de polvo en suspensión entre la India y la Cordillera del Himalaya.

lunes, 28 de septiembre de 2020

Localizada en Chile una especie de rana que se consideraba desaparecida desde hace 80 años

La rana Hall habita en una de las pocas charcas que existen en el árido desierto de Atacama.

Un grupo de investigadores ha hallado una especie de rana que se creía desaparecida desde hace más de 80 años. El ejemplar ha sido hallado en uno de los escasos charcos de agua del árido desierto chileno de Atacama. La aparición de rana de Hall o Holly, como se la conoce popularmente, causó tanta expectación que el equipo de César Cuevas, investigador del departamento de Ciencias Biológicas y Químicas de la Universidad Católica de Temuco, pidió ayuda al museo de Ciencias Naturales.

El profesor advirtió de que el problema principal es la falta de agua en la zona norte de Atacama, donde la explotación minera tiene una importante actividad, por lo que la conservación de este tipo de anfibios, es muy difícil. “Estos animales son estrictamente acuáticos, no tienen otra posibilidad. Cinco minutos fuera del agua y se mueren”, ha señalado el experto.
Más información:

https://noticiascaracas.com

https://uct.cl/facultad/rrnn/

Una pequeña raya de 11 centímetros para un proyecto pionero en Mallorca (España)

Una asociación facilita desde junio la incubación de decenas de ejemplares de huevos de tiburón y raya entregados por los pescadores.

Una hembra de apenas ocho gramos de peso y once centímetros de longitud. Son las medidas del primer ejemplar de raya nacida de un huevo recuperado de la pesca accidental en Mallorca. Podría ser el primero de muchos. La Asociación Cayume, una entidad sin ánimo de lucro dedicada a la conservación de la biodiversidad marina, puso en marcha el pasado mes de junio en Andratx (Mallorca) el innovador proyecto Eggcase 2020 que trata de recuperar los huevos de tiburones y rayas que son pescados de forma accidental por los marineros que faenan en la zona.

El objetivo es dar una segunda oportunidad a estos huevos permitiendo unas condiciones óptimas para su incubación y la posterior liberación de los ejemplares nacidos en el mar cuando han alcanzado la talla adecuada. Mediante un acuerdo con la Cofradía de Pescadores de Andratx, el personal de la asociación se encarga de recoger los huevos que las embarcaciones recogen de forma accidental y de llevarlos a las instalaciones del Laboratorio de Investigaciones Marinas y Acuicultura del municipio donde se mantiene el proceso de incubación hasta la eclosión de los huevos.

El primer ejemplar nacido del proyecto ha sido una raya hembra de la especie Roja Clavata que rompió el cascarón el 19 de septiembre y nació sin problemas aparentes. Ya ha sido trasladada a la zona de cría, donde se mantendrá alimentándose con la ayuda del personal de la entidad hasta alcanzar una talla óptima para ser liberada en el mar. “El tiempo de incubación depende de la especie, actualmente trabajamos con las 16 especies de tiburones y rayas ovíparas que hay en el mar balear. Algunas como la que ha nacido ahora tiene una incubación de tres o cuatro meses pero otras se prolongan hasta los once”, explica el presidente de la Asociación Cayume, Guillem Félix.

Los pescadores de la cofradía tienen perfectamente identificados los distintos tipos de huevo, muy característicos. “Los huevos de tiburón son más bien rectangulares y los de raya más cuadrados. Tienen bastante mano para su identificación”, señala Félix. Actualmente la asociación cuenta con casi una veintena de huevos en proceso embrionario, aunque han recuperado alrededor de 70 ejemplares. De éstos, tan solo tres son de tiburón, una especie de la que creen que podrán salvar más huevos con la segunda fase del proyecto, que prevé recuperar los ejemplares que se encuentren en el vientre de las hembras que lleguen a las lonjas.

“Somos conscientes de que muchos de estos huevos cuando llegan a nuestras manos están fastidiados y su desarrollo está parado. También hay muchos que no están fecundados, estas especies tienen una tasa de fecundidad muy baja”, destaca Félix, que espera que con el proyecto, que durará hasta el próximo mes de junio, puedan obtener la tasa real de recuperación de los ejemplares. La mayoría de las especies de tiburones y rayas del Mediterráneo se encuentran en peligro de extinción, de ahí la importancia del proyecto para proteger el mayor número de ejemplares posible.

El proyecto Eggcase 2020 se ha llevado a cabo con la colaboración del Gobierno de Baleares, que ha cedido las instalaciones del Laboratorio de Investigaciones Marinas y Acuicultura. La Fundación Marilles, que se dedica a la financiación de proyectos de mejora del mar balear, se ha encargado de la parte económica de la iniciativa.

Fuente y más información:
https://cayume-ib.org/

Proyecto Eggcase 2020

viernes, 18 de septiembre de 2020

El Ártico está ya cambiando a un nuevo estado climático totalmente diferente

Un estudio del Centro Nacional de Investigación Atmosférica de EE UU incide en cómo los patrones del tiempo en esta región han dejado de ser los esperados.

Todos los años hay oscilaciones en los patrones del tiempo en el Ártico: más o menos hielo marino, inviernos más fríos o más cálidos, una temporada de lluvias más o menos larga. Sin embargo, según un estudio de científicos del Centro Nacional de Investigación Atmosférica (NCAR) de Estados Unidos, los registros actuales están fuera de los límites de las fluctuaciones conocidas en décadas pasadas, principalmente, desde que se empezaron a utilizar satélites para las mediciones en 1979. Tanto es así que el trabajo concluye que esta región del mundo está ya cambiando a un nuevo estado climático totalmente diferente.

“Hay una cita de Mark Twain que dice que el clima es lo que esperas y el tiempo lo que realmente tienes, pues bien, los patrones del tiempo que estamos viendo en el Ártico han dejado de ser los esperados, son completamente diferentes”, incide Laura Landrum, investigadora principal de este estudio publicado en Nature Climate Change. “Este es un periodo de cambios tan rápidos que las observaciones de patrones climáticos pasados ya no muestran lo que se puede esperar el próximo año”.

Si bien otros científicos llevan tiempo analizado la nueva dinámica de aguas abiertas en el Ártico, junto a los cambios en el permafrost (la capa de hielo permanentemente congelada), la tierra y el hielo marino de estas latitudes, según los investigadores del NCAR, no ha habido antes un trabajo que determine el momento y la naturaleza del surgimiento de un nuevo clima ártico en las áreas terrestres y oceánicas. Pues como detallan, resulta muy complejo caracterizar el clima en un momento de cambio climático rápido en regiones como el Ártico, donde los datos de observación son escasos y limitados, principalmente, a la era de los satélites modernos.

 “La información de los satélites es relativamente reciente, pero utilizo modelos climáticos que han sido validados, uso simulaciones del clima desde 1950 a 2100, lo que me permite comparar”, destaca Landrum.

Para concluir que el Ártico está moviéndose ya a un nuevo estado climático, en el que los extremos son la nueva rutina, los científicos utilizan tres variables clave: la extensión mínima del hielo marino, la temperatura del aire en superficie y las fases de precipitación de lluvia (en lugar de nieve).

 

Es ahora en septiembre cuando el hielo marino llega a su extensión más reducida del año. Sin embargo, como subraya el estudio, la superficie mínima registrada en el Ártico en los últimos 13 años ha sido inferior que en todos los anteriores de la era de los satélites. De hecho, su extensión media en septiembre es ahora un 31% inferior en comparación con la década entre 1979 y 1988.

El clima de la región está cambiando a un ritmo mucho más deprisa que en latitudes más bajas debido a un proceso conocido como amplificación ártica. Esto ocurre porque el hielo marino, que refleja gran parte del calor que recibe, es reemplazado por las oscuras aguas del océano, que absorben ese calor.

De los cinco modelos utilizados por los investigadores, tres sugieren que para 2100 el Ártico estará completamente libre de hielo tres o cuatro meses al año. Del mismo modo, el trabajo advierte en sus conclusiones de que si no se reducen las emisiones que causan el calentamiento del planeta, las lluvias reemplazarán a las nevadas, con una extensión de la temporada lluviosa de dos a cuatro meses, y de que las temperaturas diarias de otoño-invierno aumentarán entre 16 y 28 °C en la mayor parte del océano Ártico. Unos cambios con “unas consecuencias extremas para las comunidades árticas y los ecosistemas locales”.

¿Se puede revertir esta situación? “No estoy segura de que se pueda en el plazo de una vida humana, en el plazo de mi vida”, señala Landrum. “Aún tenemos una oportunidad de reducir emisiones, pero si la pregunta es si podemos volver al clima previo del Ártico, aunque teóricamente sí, esto va a ser más complicado”.

Fuente y más información:
https://news.ucar.edu/132758/arctic-transitioning-new-climate-state

Identifican 2 nuevas plantas carnívoras en las montañas de Granada y Cuenca (España)

Dos nuevas especies inéditas de plantas carnívoras han sido identificadas por científicos de la Universidad de Alicante (UA) en las altas montañas calcáreas de las provincias de Granada y de Cuenca.

Este descubrimiento es fruto del trabajo de investigadores del grupo de Botánica y Conservación Vegetal, que estudian desde hace varios las pequeñas plantas carnívoras.

Las dos especies descubiertas en la península Ibérica se conocen desde antiguo en las sierras que habitan aunque habían sido confundidas con otras especies de morfología similar, según ha detallado la UA en un comunicado.

Una de ellas es la Pinguicula tejedensis, endémica de las sierras de Tejeda y Almijara, en la provincia de Granada, y la otra es la Pinguicula casperiana, que se halla en la serranía de Cuenca, a caballo entre las provincias de Cuenca y Guadalajara, y ha sido bautizada en honor del taxónomo alemán Siegfried J. Casper, especialista mundial en este género de plantas carnívoras.

Supervivencia en peligro
Los expertos advierten de que estas plantas ocupan hábitats de extraordinaria fragilidad, por lo que el cambio climático y la actividad humana pueden poner en serio peligro su supervivencia.

“Han de tomarse las medidas de conservación que garanticen la conservación a largo plazo de estas especies, verdaderas joyas naturales”, señalan los expertos alicantinos en Botánica.

El estudio acaba de publicarse en Phytotaxa, revista científica internacional especializada en taxonomía y sistemática en el área de Botánica.

Estos hallazgos de gran interés científico se encuadran en un proyecto de investigación financiado por la Generalitat Valenciana liderado por el catedrático de Botánica de la UA Manuel B. Crespo, en el que participan los profesores de la UA Mario Martínez-Azorín y María Ángeles Alonso, junto a Llorens Sáez, de la Universitat Autònoma de Barcelona.

Fuente y más información:

https://web.ua.es/es/actualidad-universitaria/2020/septiembre2020/14-20/investigadores-de-la-universidad-de-alicante-identifican-dos-nuevas-especies-ibericas-de-plantas-carnivoras.html
https://www.mapress.com/j/pt/index

lunes, 10 de agosto de 2020

La reducción de la biodiversidad favorece la aparición de nuevas pandemias

Un estudio con miles de especies muestra que la transformación de terrenos salvajes para el cultivo beneficia a unos pocos animales que albergan muchos patógenos con potencial para saltar a humanos.

En 1965, el año en que nació el actual director general de la Organización Mundial de la Salud, Tedros Adhanom, vivían en el mundo 3.324 millones de personas. De ellas, más de un 35% pasaba hambre. Durante la vida de Adhanom, el planeta ha alcanzado los 7.800 millones de habitantes, multiplicando por más de dos su población mientras el porcentaje de hambrientos ha caído por debajo del 15%. Ese logro ha tenido sus costes. La transformación de millones de hectáreas de terreno salvaje en tierras de cultivo también ha hecho más probable el salto a humanos de nuevas enfermedades. Un estudio de la Universidad de Brown estimó que entre 1980 y 2010 el número de brotes epidémicos de enfermedades infecciosas se multiplicó por tres. Otros análisis han visto un vínculo entre el uso de nuevas tierras y la aparición de enfermedades como la fiebre del Nilo o la enfermedad de Chagas.

Aún no está claro si este mayor riesgo de salto de patógenos de animales a humanos se debe a cambios ecológicos generales relacionados con la actividad humana o a situaciones específicas relacionadas con determinadas enfermedades en contextos concretos. Para intentar comprender cómo funcionan estas interacciones, un equipo liderado por University College London (UCL) recopiló información recogida en 184 estudios que les permitió analizar 6.801 grupos ecológicos con más de 7.000 especies, de las que 376 tienen patógenos que también pueden infectar a humanos. Sus conclusiones, que se publican en la revista Nature, muestran que cuando se transforma la tierra para cultivo, se favorece a especies más acogedoras para microorganismos que pueden provocar enfermedades a las personas.

Un estudio calculó que entre 1980 y 2010, el número de brotes epidémicos de enfermedades infecciosas se multiplicó por tres

Frente a la idea de que el virus que provocará la próxima gran pandemia se agazapa en el interior de alguna especie exótica como el pangolín, en una selva oscura, los autores muestran que el peligro está precisamente en los lugares donde el entorno natural se ha transformado en tierras de cultivo o en ciudades y en aquellos animales que se benefician de estos cambios. El avance humano reduce la biodiversidad y las especies que prosperan con este avance, como las ratas, los estorninos o algunas especies de murciélagos, son también los mejores hospedadores para los patógenos que pueden infectar a los humanos. Este efecto se agrava además porque desaparecen otros animales a los que esos microbios no infectan o lo hacen con más dificultad y que suponen una barrera para su progresión.

Estudios recientes han encontrado una relación entre la pérdida de biodiversidad y un aumento en la transmisión de enfermedades. En EE UU, se detectó una fuerte correlación entre una baja diversidad en las aves de una región y un incremento en el riesgo de encefalitis provocada por el virus del Nilo Occidental. El motivo se atribuye a que esos entornos de diversidad reducida están dominados por especies que amplifican la expansión del virus y no cuentan con otras aves en las que el virus no se encuentra tan a gusto.

Los autores, no obstante, aclaran que la aparición y expansión de nuevas enfermedades es un problema complejo. “Nuestros resultados muestran que diferentes especies hospedadoras y diferentes tipos de enfermedad pueden responder de forma distinta a las mismas presiones medioambientales”, apunta Rory Gibb, investigadora de UCL y primera autora del estudio. “Por ejemplo, los riesgos asociados a enfermedades en primates pueden ser superior alrededor de bosques donde la gente tiene un contacto más estrecho con ellos, pero inferior en entornos agrarios, donde las enfermedades portadas por roedores pueden suponer un riesgo mayor”, aclara.

Una de las preguntas que quedan sin responder es el motivo por el que las especies ganadoras de la irrupción de los humanos y su apetito por las tierras de cultivo y urbanización son mejores huéspedes para los patógenos, tanto los que infectan a los humanos como los que no. Como propuesta, los autores plantean que los rasgos que hacen a algunos roedores y aves adaptables a los cambios que producen los humanos, como una vida rápida y prolífica, esté relacionado con su inversión en un sistema inmune más tolerante con la presencia de microbios.

Sobre el caso concreto de la covid, los autores reconocen que no hay pruebas de que el uso de la tierra tuviese alguna influencia en su aparición, pero eso no significa que no la haya tenido en otras epidemias pasadas o que pueda tenerlo en algunas futuras. En los próximos años, el incremento de la población va a continuar y con él la necesidad de transformar tierras y el riesgo de virus saltando de animales a humanos. Gibb y sus colegas reconocen esa necesidad y proponen incidir en algunos factores controlables. “Estos factores son generalmente socioeconómicos e incluyen la forma de conseguir el sustento, la calidad de las viviendas, el acceso a agua limpia y saneamiento y el acceso a sanidad”, afirma Gibb. “Siempre se pueden reducir estos riesgos, mejorando el acceso a la sanidad o invirtiendo en viviendas de calidad y buenas infraestructuras”, concluye.

En un artículo publicado en la revista Science el 24 de julio con Andrew Dobson, de la Universidad de Princeton (EE UU) como primer firmante, se proponía un esfuerzo de entre 20.000 y 30.000 millones de dólares anuales para prevenir la deforestación y regular el comercio con animales salvajes como estrategia para reducir la probabilidad de nuevas pandemias. Todos los años, dos nuevos virus que antes solo infectaban a animales saltan a los humanos y este tipo de medidas de control, además de ofrecer beneficios para los ecosistemas de todo el planeta y las poblaciones humanas que viven en las regiones donde la deforestación es más acelerada, podría reducir la probabilidad de que se produjesen estos saltos.

Más información:

https://link.springer.com/article/10.1007/s00442-008-1169-9

https://www.nature.com/articles/s41586-020-2562-8.epdf?sharing_token=2fKgxch9EIBS5_1JkmhB2NRgN0jAjWel9jnR3ZoTv0NqID9oJ9Oz_8xjYH7pyzOTF9b6jf0p5tCuM6MZ2xphtJRYDJdPEbCXd9t16r19y4dx_Fxrm0tOjsML6VjwqaWQkTGjUrct_pFze53XaZKY5LORLu18HHpxEdZqyFfTNXfKknD0WFvCoF4zwall4ik3As0TZMYM731Z9uN0Iyp-97ShR9_aAXO4-ES7w1NBvDHJyicy0geZXpPH0mG2eDlMYt6eZnpCv9eN4b2XuDADSWz6gqHNqeF1_Ml6FWr9sXgGVPDTuThqAGd508pWHUVpfE29uCrgQuW-bv2YHGyIUA%3D%3D&tracking_referrer=elpais.com

https://royalsocietypublishing.org/doi/full/10.1098/rsif.2014.0950

https://science.sciencemag.org/content/369/6502/379/tab-pdf

La Sierra de las Nieves, un poco más cerca de ser declarada parque nacional

Los trámites para declarar parque nacional a la emblemática Sierra de las Nieves, en Málaga, seguirán su cauce tras el cierre hoy del plazo de consulta pública para presentar observaciones a dicho anteproyecto de ley que fue abierto hace un mes por el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (Miteco).

Una vez estudiadas y valoradas las observaciones recibidas y superados otros procesos de participación preceptivos, el texto será enviado al Consejo de Ministros para su aprobación con el objetivo de convertir a la Sierra de las Nieves en el decimosexto entorno natural incluido en la Red de Parques Nacionales.

Una vegetación y fauna singulares

Con una vegetación y fauna singulares, la superficie del entorno abarca 23.000 hectáreas comprendidas entre los municipios malagueños de Benahavis, El Burgo, Istán, Monda, Parauta, Ronda, Tolox y Yunquera, promotores de activar la declaración de la Sierra de las Nieves como Parque Nacional y que han colaborado para su protección a través de la declaración previa de parque natural y Reserva de la Biosfera.

La futura declaración de este entorno natural incorporará a la Red de Parques Nacionales importantes masas de pinsapo y afloramientos rocosos de peridotitas, muy escasos en el mundo, con sus comunidades florísticas asociadas, igualmente singulares y raras, hasta ahora no representadas en dicha red.

La Sierra de las Nieves alberga el 65% de la superficie de pinsapar española, y el abeto pinsapo (Abies pinsapo) y el abeto blanco (Abies alba) con los únicos representantes del género Abies en la Península Ibérica.

Aunque existen excelentes bosques de abeto blanco en algunos parques nacionales (como Ordesa y Monte Perdido, en Aragón, y Aigüestortes y Lago de San Mauricio, en Cataluña), el pinsapo no figuraba en la Red de Parques Nacionales.

La Sierra de las Nieves destaca también por sus afloramientos de peridotitas, unas rocas ultra básicas que son de las que más escasean en la corteza terrestre, y asimismo por su diversidad de hábitats y variada fauna.

Junto a la representatividad de sistemas naturales, la Sierra de las Nieves cumple con el resto de los requisitos para ser parque nacional, definidos en la Ley 30/2014 de Parques Nacionales.

Así, cuenta con una proporción relevante de las especies y comunidades propias de los sistemas naturales representados; su superficie es continua, no fragmentada, ocupada principalmente por formaciones naturales, sin elementos artificiales que alteren significativamente el paisaje, y suelos no susceptibles de transformación urbanística. 

Más información:
https://www.juntadeandalucia.es

http://www.sierranieves.com/

Drones, robots y ‘big data’: tecnología punta contra los incendios forestales

Simuladores en tiempo real que muestran la propagación del fuego. Robots que distinguen a través del humo. La alta tecnología gana protagonismo en la lucha contra esta catástrofe.

De Australia a California y Brasil. De España, Portugal y Grecia a Suecia, Noruega y Siberia. Los grandes incendios forestales se han convertido en una tragedia global, muy vinculada a los efectos devastadores del cambio climático, que arrasa vidas y bosques. La situación en España, el segundo país del sur de Europa que más sufre estos siniestros (solo superado en los últimos años por Portugal), es especialmente grave. Solo el año pasado, cerca de 11.000 incendios quemaron casi 84.000 hectáreas en España, más del triple que en todo 2018, según datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación.

Las situaciones de meteorología adversa, con olas de calor y sequía cada vez más frecuentes, agravan las condiciones de propagación de las llamas y amplían el periodo de riesgo de unos montes vulnerables y con insuficiente gestión forestal, denuncian las organizaciones ecologistas. Incendios y fuegos masivos que se suceden por los cinco continentes y cuya virulencia cada vez es mayor, con consecuencias terribles para las personas, el medioambiente y el clima global.

Más allá del uso de drones o de imágenes por satélite, las nuevas tecnologías se han convertido en un aliado indispensable en la lucha contra las llamas. Robótica, 5G, big data e inteligencia artificial al servicio del planeta para prevenir, anticiparse y actuar con eficacia cuando se desata la primera chispa. Millones de datos con información precisa para combatir incendios cada vez más peligrosos, rápidos e incontrolables. En este contexto, los proyectos e ideas innovadoras se multiplican. Detrás de muchas de ellas se encuentran ingenieros y startups españolas, con propuestas punteras a escala mundial e iniciativas pioneras que se han exportado a otros países.

Es el caso, por ejemplo, de Wastmote, una plataforma de sensores inalámbricos desarrollado por la empresa aragonesa Libelium. Un dispositivo electrónico detecta el riesgo de incendio mediante la combinación de varios parámetros de medición, como la temperatura, humedad, presión ambiental y radiación solar, y transmite la información a través de Internet. Estos sensores se han instalado este año en distintos puntos del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, en el Pirineo aragonés. De esta manera, se puede saber al momento qué zonas del bosque están más expuestas a un posible fuego. “Gracias al Internet de las cosas, la inversión en tecnología al servicio de la sostenibilidad ambiental es uno de los mayores legados que podemos aportar a la conservación de los espacios naturales. Sin olvidar que estamos actuando sobre recursos de gran atracción turística que generan un impacto favorable en la economía y el empleo local”, explican en Libelium.

Anticiparse es la clave

Los expertos coinciden. En el ámbito de la prevención, la detección y extinción, la recuperación de zonas quemadas y el análisis, las nuevas tecnologías son un tesoro. “Gracias a modelos matemáticos muy precisos, el big data y la inteligencia artificial permiten desarrollar herramientas y aplicaciones para anticiparnos en el tiempo y saber qué va a pasar antes de que ocurra nada. También ofrecen mayor capacidad de actuación y de planificación a la hora de acometer trabajos de extinción, y son a su vez de gran ayuda en la reconstrucción de masas boscosas”, apunta el ingeniero de montes José Ramón González.

Es lo que sucede con Wildfire Analyst, un software que proporciona análisis en tiempo real del comportamiento de incendios forestales. El programa simula en pocos segundos la propagación de estos siniestros y permite la toma de decisiones con rapidez y precisión. El sistema se integra con la detección por satélite cada cinco minutos y la lectura de datos en tiempo real de 80.000 estaciones meteorológicas. Además, hace un seguimiento de la vegetación y severidad del fuego en colaboración con la NASA y Google. A su vez, integra imágenes de drones y emplea la supercomputación. “Cada día simulamos 380 millones de incendios virtuales en California, computando los posibles impactos a personas, casas y puntos críticos. Este mismo sistema lo usan las mayores compañías eléctricas americanas para reducir su riesgo de incendios”, explica Joaquín Ramírez, director general de Tecnosylva.

Esta empresa de León trabaja desde hace siete años en EE UU y sus desarrollos tecnológicos la han convertido en una referencia mundial. Tecnosylva es también la responsable de fiResponse, una multiplataforma que permite seguir y gestionar incidentes relacionados con los fuegos. Distintas organizaciones y usuarios puedan utilizar esta herramienta de forma sincronizada y compartir la información mientras sucede el siniestro. Ocho Estados de EE UU ya emplean este dispositivo, al igual que varias comunidades autónomas de España.

El hombre tiene la última palabra

Pese a todos estos avances, los expertos coinciden en que las nuevas tecnologías no pueden suplir nunca al factor humano. “Jamás deben suponer una excusa o una coartada para la inacción ni para apoyar las justificaciones de una mala decisión o una gestión inadecuada de una emergencia”, advierten Pablo Gárriz y José Manuel Peribáñez, miembros de la Asociación Española de Lucha Contra el Fuego (Aself). “Si se pretende una automatización de las decisiones sin la intervención humana basándose en elementos tenidos en cuenta en inteligencia artificial, estaremos ante un escenario de robotización de las decisiones y de dejación de funciones con graves consecuencias, incluso legales”. De lo que nadie duda es de que los procedimientos y técnicas de aprendizaje y capacitación basándose en simuladores, plataformas de teleformación, realidad aumentada y herramientas en 3D han favorecido la toma de decisiones a la hora de afrontar un incendio forestal.

Aquí, los algoritmos y los modelos matemáticos son fundamentales. La clave pasa por hacer visualmente sencillo lo numéricamente complejo, lo que ayuda a una rápida comprensión de lo que está pasando y a actuar con más acierto. Esta es la base de Wuiview, uno de los proyectos más innovadores financiados por la Comisión Europea cuyo objetivo es crear una plataforma que ayude a evitar incendios en la interfaz urbano-forestal. Es decir, en aquellas zonas donde la vegetación del monte está en contacto con viviendas, naves industriales, carreteras, líneas de teléfono y electricidad… El resultado finalserá una herramienta para el análisis de riesgo de incendio basada en código abierto para que pueda ser utilizada por ingenieros y arquitectos.

En esta especie de laboratorio virtual en 3D se utilizan sofisticadas herramientas de simulación numérica que estudian cómo se inicia y progresa la combustión de los elementos que hay en el entorno forestal que rodea a las viviendas y en las propias construcciones. “Para ello hemos extraído un número concreto de situaciones-tipo, lecciones aprendidas de incendios que ya han ocurrido y sobre los que hemos hecho un importante trabajo de investigación forense”, explica el ingeniero de montes David Caballero. “Después estas situaciones se ensayan en el laboratorio del fuego para observar los factores y fenómenos que las gobiernan, y finalmente procedemos a su simulación numérica en tres dimensiones. Este proceso nos permite poder ver por adelantado lo que puede ocurrir en caso de incendio”, ilustra. Para construir estos modelos tridimensionales se utilizan drones y tecnología líder, basada en sensores que emiten rayos de luz.

Datos y más datos

La lista de proyectos e iniciativas que ya están en marcha son casi infinitas. Robots que ven a través del humo, drones que transmiten mapas en tiempo real con imágenes aéreas georreferenciadas, tanquetas robotizadas capaces de penetrar en las llamas y aguantar las altas temperaturas… En el futuro, la tecnología cada vez ayudará más a los humanos en esta tarea. “Tendremos un acceso inmediato y visualmente más intuitivo a datos que son relevantes. Una comunicación eficiente en caso de incendio nos permitirá conocer rápidamente nuestras oportunidades para la evacuación o para el confinamiento. Podremos ver las rutas más seguras, el progreso que tendrá el frente de llamas y el humo y saber si estos elementos amenazarán las carreteras por las que vamos a pasar”, vaticina Caballero. Y los medios de intervención controlarán con mayor facilidad todos los elementos desplegados en estos escenarios de la emergencia: población y movimiento, infraestructura amenazada, posible evolución de la meteorología, propagación esperada del incendio, posibles efectos dominó… Un futuro no tan lejano en el que la tecnología será de nuevo protagonista.

Autor:

Ramiro Varea (Retina País)

Más información:
http://www.libelium.com/products/waspmote/

https://tecnosylva.es/wildfire-analyst

viernes, 12 de junio de 2020

Llueve plástico en los parques nacionales de EE UU

Un estudio calcula que la atmósfera transporta más de 1.000 toneladas de microplásticos al año hasta estos espacios naturales protegidos del oeste del país.

Hasta ahora se ha incidido en cómo los plásticos se están diseminando por el planeta a través de los ríos y los océanos, pero los científicos empiezan a tener cada vez más en cuenta otra vía de propagación: la atmósfera. El último trabajo de investigación sale publicado esta semana en la revista Science y muestra cómo la lluvia, el aire, las nubes están desplazando microplásticos hasta lugares tan inesperados como los parques nacionales de EE UU. A partir de las deposiciones atmosféricas recogidas en 11 de estos espacios naturales desde el otoño de 2017 al verano de 2019, investigadores de la Universidad Estatal de Utah llegan a estimar que cada año caen del cielo más de 1.000 toneladas de microplásticos en los parques nacionales del oeste de este país, el equivalente a entre 120 y 300 millones de botellas de plástico de agua que fueran desperdigadas en trozos microscópicos.

“Nos sorprendió el número tan alto de plásticos en las muestras, pues es algo que no podemos ver a simple vista. Pero utilizamos dos métodos distintos de conteo y los dos dieron resultados similares”, detalla por teléfono Janice Brahney, profesora auxiliar de la Universidad Estatal de Utah y autora principal de este estudio.

Encontrar microplásticos en parques nacionales como las Montañas Rocosas o el Gran Cañón no solo sorprende porque se trate de enclaves protegidos de gran valor. Esto tiene una relevancia especial porque confirma el papel de la atmósfera para desperdigar por todo el planeta un material que no existía en la naturaleza hasta que fue inventado por los humanos en el siglo XX. Una propagación a gran escala de la que, hoy en día, no se sabe realmente hasta dónde puede llegar su impacto.

Un estudio de investigadores franceses ya documentó el año pasado deposiciones en altitud en montañas de Pirineos y otro trabajo del pasado agosto encontró microplásticos en la nieve del Ártico. Ahora, esta nueva investigación aporta más pistas sobre el viaje del plástico a través de la atmósfera.

Como explica Brahney, algunos trabajos han tratado de cuantificar el movimiento global del plástico en el planeta, pero ignoraban la parte atmosférica: “Nuestros datos muestran que el ciclo del plástico es una reminiscencia del ciclo mundial del agua, que tiene vidas atmosféricas, oceánicas y terrestres”. El mismo número de Science en el que aparece el trabajo de los parques nacionales incluye un comentario en el que los científicos Chelsea Rochman y Timothy Hoellein defienden la necesidad de pensar en grande con las pequeñas partículas e investigar este ciclo del plástico como otros de los ciclos elementales globales.

Para estudiar el viaje de los microplásticos hasta los parques nacionales de EE UU se utilizó un sistema que recolecta a la vez deposiciones atmosféricas húmedas y secas. Básicamente, se trata de dos cubos con un sensor de lluvia: cuando empiezan a caer gotas del cielo, de forma automática se tapa el cubo de las muestras secas y se deja al descubierto el de las húmedas, ocurriendo lo contrario al acabar de llover. En total, los investigadores recogieron 236 muestras húmedas y 103 secas (el número de las primeras es mayor porque se recogían de forma semanal, mientras que con las otras se hacía cada mes o dos meses). A continuación, todas estas deposiciones recolectadas en estos santuarios de la naturaleza fueron analizadas en el microscopio: el 98% de ellas contenían microplásticos. 

Partículas y fibras plásticas mezcladas con polvo en muestras recogidas por los investigadores, 500 µm equivalen a 0,5 milímetros. (JANICE BRAHNEY / UNIVERSIDAD ESTATAL DE UTAH) 

Si un pelo humano tiene un grosor de unas 80 micras (µm), el tamaño de las partículas plásticas recogidas variaba entre 4 y 188 µm, además también se encontraron fibras de entre 20 µm y 3 milímetros. Gran parte de estos microplásticos estaban en un rango similar al polvo que se mueve en la atmósfera. No obstante, según se recalca en el estudio, el plástico tiene menor densidad que las partículas de tierra por lo que todavía resulta más “transportable”. En cuanto a su composición, la mayor parte de los microplásticos fueron identificados como polímeros utilizados en aplicaciones industriales y textiles.

Después de combinar los resultados de las muestras con la localización de las ciudades cercanas, los patrones meteorológicos locales y los modelos climáticos, los investigadores concluyeron que los microplásticos más grandes fueron depositados durante la caída de lluvia y posiblemente llegaron hasta allí desde zonas urbanas cercanas durante tormentas. Al mismo tiempo, las partículas más pequeñas (que componían la mayoría de la masa plástica recogida) fueron recolectadas con tiempo seco y se cree que recorrieron mayores distancias.

Como señala Gaël Le Roux, investigador de la Universidad de Toulouse (Francia) y uno de los autores del trabajo científico del año pasado que detectó deposiciones de plástico en Pirineos, si bien el papel de la atmósfera en la propagación de micropartículas de este material se ha empezado a estudiar de forma reciente, cada vez son más los indicios que prueban su importancia. “Lo más impresionante de nuestro estudio es que la cantidad de plástico hallado en las montañas era similar al que se encuentra en las grandes ciudades”.

Este especialista en biogeoquímica incide en que cuando se evalúa la cantidad de plástico en los océanos hay una parte que no se sabe dónde va. “Debería estar en los océanos, pero no la encontramos: o bien desaparece, lo que es posible, pues puede ser descompuesto por organismos vivos, o bien va a la atmósfera. Nos hacen falta más datos", recalca.

¿Qué impacto tiene toda esta contaminación para los seres vivos en la naturaleza y en las personas? Como se especifica en el estudio de los parques nacionales, aunque todavía es escasa la literatura científica sobre los efectos de los microplásticos en los organismos terrestres, hay trabajos científicos que han documentado daños internos, reducción de la energía o modificación del comportamiento en organismos acuáticos por la ingestión de plásticos. Asimismo, los investigadores de EE UU inciden en que, si bien se sabe todavía menos de lo que ocurre con los microbios, algunos estudios sugieren que este material puede influir en la composición de la comunidad microbiana. Expertos en toxicología advierten no tanto de los microplásticos, como de determinados aditivos utilizados en su fabricación. Por su parte, Le Roux incide en la degradación de los microplásticos en fragmentos todavía más pequeños, nanoplásticos, que pueden llegar más lejos en un organismo vivo.

“No sabemos realmente todas las implicaciones que tiene la acumulación de estos materiales, hace falta más investigación”, destaca Brahney, que cree que un primer paso para encontrar soluciones a escala global pasa por identificar los mecanismos clave en la emisión del plástico. Aun así, como incide, “aunque se dejara de producir plástico ahora mismo, la liberación de plástico en el entorno durante tanto tiempo hace que no se pueda parar su propagación en la atmósfera”.

Fuente:

https://science.sciencemag.org/content/368/6496/1257.full