El CSIC publica el
primer estudio sobre los daños que causan en la naturaleza los productos
químicos que usa la Xunta para acelerar la extinción del fuego
Se conocen
como retardantes de llama y tienen efectos secundarios en el medio natural. Son
compuestos químicos que se empezaron a emplear en Estados Unidos en los años
treinta para potenciar la labor del agua en la extinción, y su uso, desde
entonces, no ha parado de medrar. Cruzaron el charco hace bastante tiempo, y en
la década de los noventa, con Fraga en el papel de presidente apagafuegos,
empezaron a usarse en Galicia. Ahora, aquí, los retardantes siguen en plena
vigencia, y la bióloga Alejandra Couto acaba de presentar una tesis sobre las
consecuencias de su uso y la muerte que siembran a su paso. Se trata del primer
estudio (valorado con sobresaliente cum laude por el tribunal que lo examinó en
la Universidade de Santiago) sobre los daños a largo plazo que causan estas
sustancias extintoras y retardantes en el ecosistema gallego. Y ha dado también
lugar al primer artículo científico sobre la materia al aparecer las
conclusiones en el número 20 del International Journal of Wildland Fire, una
publicación especializada en incendios forestales y sus efectos.
La
Administración reconoce que recurre a estos productos en los incendios más
grandes, rebeldes y desmandados que arrasan los montes gallegos, pero jamás
informa sobre cuáles, entre los tres de uso más frecuente, utiliza y con qué
criterios los elige. Porque estos compuestos tienen efectos nefastos sobre los
pinos; o bien sobre el agua y la fauna que da vida a los ríos; o impiden que
germinen las semillas en la tierra mientras provocan un desarrollo exagerado de
los toxos.
Los
retardantes más generalizados por sus virtudes a la hora de sofocar llamas son
el polifosfato amónico, el agente espumante y el llamado firesorb. Se arrojan
desde el aire, diluidos en el agua que sueltan helicópteros e hidroaviones. Y
cada uno de ellos es perjudicial a su manera, afecta a un tipo de vegetación, y
todos deberían evitarse en el caso de que haya algún regato, un río o alguna
forma de agua empantanada.
“La Xunta no
da información sobre esto”, lamenta Couto Vázquez cuando se le pregunta si
tiene constancia del empleo de retardantes de llama en los fatales fuegos de
este año, que asolaron enclaves emblemáticos, y en teoría protegidos, como las
Fragas do Eume y el parque Natural do Xurés. La única manera de saberlo, ante
el silencio administrativo, es hacer lo que hizo esta compostelana. Analizar
durante cinco años muestras de tierra, comprobar que, efectivamente, las
sustancias dañinas persisten en el suelo, y demostrar cómo sus componentes
pervierten el desarrollo normal del ecosistema.
Dirigida en
la tesis por Serafín González, Alejandra Couto desarrolló su trabajo en el
departamento de Bioquímica del Suelo del Instituto de Investigaciones Agrobiológicas
de Galicia (Centro Superior de Investigaciones Científicas). Para hacer el
seguimiento, además de tomar muestras en otros lugares como Laza y el Macizo
Central de Ourense (donde efectivamente comprobó que se habían aplicado estas
sustancias durante los fuegos de 2010), el departamento recreó un incendio en
Tomiño. Era preciso medir las consecuencias de los tres agentes químicos en el
mismo terreno y con las mismas condiciones. La “quema experimental”, extinguida
con estos retardantes y agua, tuvo lugar en el Alto da Pedrada, sobre 500
metros cuadrados de monte “de bajo interés ecológico” y antes de la temporada
de cría de la fauna silvestre.
Las brigadas
forestales deberían disponer de un mapa en el que, por las especies más
abundantes y valiosas de cada lugar, se recomiende aplicar uno entre los
productos o ninguno. Sin embargo, y aunque ya era sabido que el espumante y el
firesorb alteraban gravemente el medio acuático, estos protocolos no existen.
El
polifosfato amónico es el más poderoso de estos retardantes, su efecto sobre
las llamas persiste durante más tiempo, por eso “siempre se recurre a él en los
incendios más intensos”, explica Couto. La bióloga ha demostrado que provoca la
eutrofización de las aguas, propicia el rápido desarrollo de la vegetación que
rebrota a partir de cepa (como los toxos) e impide germinar la flora autóctona
de semilla (como las uces) por la sobredosis tóxica de nitrógeno y fósforo que
aporta a la tierra. El firesorb, por su parte, durante el estudio derivó en una
mayor mortandad de pinos, aunque según la bióloga, esto habría que confirmarlo
con más pruebas.
El espumante es el método con menos efectos en la tierra
aunque, al igual que el firesorb, es atroz para la fauna acuática:
“invertebrados, insectos, peces”. “Estos productos alteran la permeabilidad de
las membranas de sus células y los vuelven más vulnerables por los
contaminantes”.
Fuente y más información:http://www.csic.es/web/guest/home;jsessionid=28F5F6B93E45DC1E8389553AB5FDED9B
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