Cuantas veces vamos por
las carreteras y vemos cunetas y campos llenos de hierbas que denominamos “malas
hierbas”…. Pues bien, esta especie, que se localiza junto a caminos, cunetas,
taludes o campos de cultivos abandonados, posee unas cualidades únicas que son
empleadas en el mundo farmacéutico para diversos tratamientos médicos.
La malva
silvestre o común es una popular planta vivaz que puede sobrepasar el metro de
altura, con hojas tomentosas y festoneadas, con flores estivales muy vistosas
de color rosa, de unos 3 a 4 cms. de diámetro, mientras que el tallo suele ser
pubescente.
La planta se
localiza junto a caminos, cunetas, taludes o campos de cultivos abandonados,
por lo que se considera una planta ruderal y arvense.
La familia de
las malvas engloba a casi un millar de especies, repartidas en 119 géneros, que
se extienden por casi todo el planeta, aunque la mayor diversificación la
alcanza en los países cálidos y tropicales. De ellas una docena se localizan en
la Península Ibérica.
En nuestra
zona la más popular es la malva silvestre (Malva sylvestris), una planta en
torno a la cual y sus aplicaciones medicinales existe toda una industria
farmacológica, de la que en medicina popular se aprovechan tanto las hojas y
tallos, aunque particularmente sus flores.
Pio Font Quer en su obra “Plantas
Medicinales. El Dioscórides renovado” se ocupa con detalle de esta planta,
dando útiles consejos para la recolección de sus flores, para lo que indica que
sea secadas lo más rápido posible, extendiéndolas lo más rápido posible “un día
de buen sol y de aire seco”. Tras secarse conservarán los pétalos un bonito
color azul, debiendo de guardarse en saquitos que se mantendrán alejados de la
luz y la humedad.
La forma más
tradicional de usar en etnobotánica sus flores ha sido en tisana,
considerándose que sirve para aplacar la tos, al tener efectos
antiinflamatorios y calmantes.
Otras
aplicaciones de la malva han sido en forma de cataplasma y como ungüento para
combatir dolores, cortes, cardenales, úlceras, forúnculos, dolores cutáneos,
edemas e inflamaciones de cualquier clase, así como esguinces y torceduras.
También se ha
utilizado como laxante, el líquido de cocción (decocción) en forma de enemas
(lavativas). En algunos lugares de Europa la planta tenía fama como depurativo
interno. Ya Plinio recomendaba una dosis diaria de malva para mantener la
salud.
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