El cambio climático, la
contaminación, el fondeo de embarcaciones, el uso de técnicas destructivas de
pesca, la sobrexplotación de recursos marinos.
Europa pierde sus
ecosistemas marinos más productivos, 8 veces más rentables que los bosques
tropicales. Ante la pasividad de los legisladores, miles de hectáreas de
bosques marinos desaparecen cada año, especialmente en el sur de Europa.
En el Día Mundial de
los Océanos (8 de junio), Oceana da la alarma sobre el rápido
retroceso que están sufriendo los bosques submarinos europeos por el cambio
climático y actividades humanas irresponsables. Cada año se pierden miles de
hectáreas de estos ecosistemas, una destrucción que pasa inadvertida y que
perjudica a cientos de especies. Por ello, la organización internacional de
conservación marina pide a los Estados miembros de la UE medidas urgentes que
detengan la desaparición de sus ecosistemas más rentables.
El cambio
climático, la contaminación, el fondeo de embarcaciones, el uso de técnicas
destructivas de pesca, la sobrexplotación de recursos marinos, las especies
invasoras o la construcción costera son algunas de las causas que han llevado a
la mayoría de los sistemas vegetales marinos a haber sufrido un declive
drástico en las últimas décadas.
Sin embargo,
los bosques submarinos están entre los ecosistemas más productivos del planeta,
ya que una hectárea de macroalgas o fanerógamas marinas pueden llegar a
producir más de 18.000 euros anuales de beneficios económicos, 8 veces más que
un bosque tropical.
“Si la
pérdida de masa ‘forestal’ marina se estuviera produciendo al mismo nivel en tierra
sería un escándalo y formaría parte prioritaria de todas las agendas y debates
políticos”, señala Ricardo Aguilar, Director de Investigación de Oceana
Europa. “Prados de fanerógamas, bosques de quelpos, mantos de fucales,
fondos de coralígeno o lechos de rodolitos son tan importantes o más que los
robledales, encinares, dehesas, abedulares, pinares o hayedos que cubren la
piel de Europa, pero la mayoría de ciudadanos ni siquiera sabe de su
existencia”.
Los países
del sur de Europa son los que sufren un riesgo más severo de perder sus bosques
submarinos, ya que muchas de las especies más importantes se encuentran aquí en
su límite meridional de distribución y cualquier cambio en su medio puede ser
devastador.
Los bosques
marinos son una defensa colosal contra la erosión costera, que le cuesta a
Europa cerca de 90.000 millones de euros al año. Sin embargo, la UE apenas
gasta en protección de estos hábitats, a pesar de saberse que cada euro
invertido en conservación marina y costera produce, como mínimo, entre 10 y 15
euros de beneficio. Además, los ecosistemas marinos le aportan a Europa
unos beneficios netos de más de 20.000 millones de euros.
“Todos nos
hemos convertido en incendiarios de los bosques submarinos, pero son los
políticos los que entregan el fósforo al pirómano y miran para otro lado cuando
se empiezan a ver las llamas”, añade Aguilar. “Es urgente que la UE ponga
en marcha un plan para frenar la deforestación marina y que los gobiernos
incluyan estos hábitats entre sus prioridades de conservación”.
A lo largo de
Europa se han ido produciendo mortandades, como la de los quelpos del Golfo de Vizcaya, las Cystoseira del
Mediterráneo o los prados de Zostera del Atlántico, pero nadie ha
levantado la voz. Todo ha ocurrido en silencio y fuera de la vista de la
mayoría de los europeos.
Algas de más
de 4 metros de alto como los quelpos, mantos boscosos compuestos por una decena
de especies de Cystoseira (algas pardas en forma de pequeños abetos),
prados marinos con mas de un millar de especies viviendo entre ellas, fondos de
algas rojas fijadoras de carbono y productoras de calcio, horizontes de algas
que protegen a la costa frente al embate del mar, o laberintos de algas rojas,
pardas y verdes formadoras de hábitats y refugio de especies de interés
pesquero son algunas de las formaciones “boscosas” marinas que están “ardiendo”
ante la pasividad de los gobiernos.
Las
fanerógamas marinas, plantas con flores y frutos que forman extensos prados
marinos, están disminuyendo a un ritmo del 3-5% anual, y la mayoría podría
desparecer en menos de un siglo. Los bosques de quelpos, las algas mayores del
planeta, que antaño albergaban a cientos de especies y mantenían las pesquerías
costeras en grandes zonas de Europa, ahora se encuentran arrinconadas en
pequeños lugares, han visto alterado su densidad y distribución o modificado su
composición, pudiendo apenas mantener su función de “bosque”.
Las Cystoseira,
frecuentes en toda la cuenca mediterránea, pero también con presencia en el
Atlántico norte y en zonas de la Macaronesia, ahora se ven reducidas a unas
escasas manchas o en bosques empobrecidos en cuanto a la presencia de especies.
Especies antaño muy abundantes, como las algas cuerda, el “musgo de
Irlanda”, las “hojas de roble” o los sargazos europeos son solo anécdotas
en un paisaje marino cada vez más empobrecido y alterado.
Oceana desarrolla
su campaña de protección del Banco
de Gorringe (Portugal) gracias al apoyo de la Foundation for the Third Millennium.
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