Decenas de
investigaciones en España buscan su uso en energía, alimentación, cosmética o
farmacia. Los primeros biocarburantes industriales de algas podrían llegar en
2016.
Tras las
recientes lluvias otoñales es posible que en muchas de las charcas creadas se
multipliquen las microalgas. Mares, ríos, lagos y estanques las contienen. Son
microorganismos que tienen al menos dos propiedades muy valoradas hoy en día
que comparten con sus hermanas mayores, las algas: absorben gran cantidad de
dióxido de carbono (CO2) para realizar su fotosíntesis y contienen compuestos
(lípidos, proteínas, pigmentos, vitaminas, enzimas) potencialmente
aprovechables en múltiples usos, como alimentación, energía, cosmética y
farmacia, entre otros. Incluso son capaces de transformar sustancias y aguas
residuales en biomasa útil.
Esta última
aseveración la daban a conocer esta semana en la actualización de los trabajos
del proyecto Cenit (Consorcios Estratégicos Nacionales en Investigación
Técnica) Vida, acrónimo de Valorización Integral de Algas. Trece empresas y
veinticinco organismos de investigación liderados por Grupo Iberdrola intentan
convertir las potencialidades de algas y microalgas en procesos industriales y
comerciales de los que salgan productos y servicios. En septiembre, uno de los
centros tecnológicos asociados a Cenit Vida, Ainia, daba a conocer la
elaboración de prototipos de galletas y salsas que estimulan el
sistema inmunológico gracias a la incorporación de sustancias extraídas de dos
géneros de microalgas. Se trata de otro proyecto, denominado Inmugal, en el que
también participan Azit-Tecnalia, Inbiotec y Fundación Leia.
En España
casi un centenar de iniciativas como Vida e Inmugal localizan y desarrollan las
variedades de microalgas acordes (en ocasiones incluye la modificación
genética) con los fines perseguidos, investigan sus múltiples propiedades, las
cultivan y se afanan por lograr el salto definitivo a la escala comercial.
Desde la Comisión Europea meten prisa. Recientemente dio a conocer una
propuesta de modificación
de directivas sobre energías renovables y carburantes en la que
recorta la participación de los biocarburantes fabricados a partir de cultivos
tradicionales en los objetivos de renovables en el transporte para 2020. En su
lugar, propone que se utilicen otras materias primas, como residuos vegetales y
algas.
Sin embargo,
al menos hasta 2016 no se espera que haya biodiésel basado en algas. Así lo
pronostican desde la Plataforma Tecnológica Española de la Biomasa (Bioplat),
que elaboró un estudio sobre el presente y el futuro de la investigación en
este sector en España. Margarita de Gregorio, coordinadora de Bioplat, afirma
que “hay dos grandes grupos de actuación, el de la cosmética y la alimentación,
que va más avanzado por las necesidades tecnológicas e industriales que
precisa, y el de la energía, más retrasado por el gran volumen de producción de
algas y de rentabilidad de los procesos al que tiene que hacer frente”. Además
de biodiésel, la investigación con fines energéticos también se orienta hacia
el bioetanol, la gasificación y el hidrógeno.
Por otro
lado, las dos formas de cultivar algas y microalgas, en foto-biorreactores y en
grandes piscinas que ocupan decenas de hectáreas, también condicionan su
desarrollo. Pero no lo obstaculizan. La unión entre Exeleria, filial del Grupo Everis orientada a
la gestión integral de servicios ambientales, y BTME (Biotecnología de
Microalgas), ha puesto en marcha en Jérez de la Frontera (Cádiz) la segunda
mayor planta de producción de microalgas de Europa y la mayor de España, según
los promotores. En ella esperan cosechar treinta toneladas de estos
microrganismos durante los dos próximos años y generar cien toneladas a partir
de 2014. Se destinarán a la investigación y producción en campos como la
alimentación de peces, la generación a escala industrial de Omega 3 y
biocarburantes. Añaden que “las instalaciones combinan las ventajas de la
producción en fotobiorreactores tubulares con las de la producción en raceways (piscinas
de producción de microalgas), lo que asegura una gran flexibilidad para
producir productos para diversas aplicaciones”.
Hace unos
días, el National Research Council de Estados Unidos advirtió
de que, en la situación actual de desarrollo, la producción de biocarburantes a
partir de algas conlleva un consumo insostenible de agua, energía y
fertilizantes que puede alargar el paso hacia los depósitos de los vehículos. A
pesar de todo, Miguel García, del Instituto de Bioquímica Vegetal y Fotosíntesis de la
Universidad de Sevilla-CSIC, enumeraba en un encuentro reciente los pros de
la balanza: “crecimiento más rápido, mayor productividad, pueden usar agua
residual, salobre o de mar, no compiten con la agricultura tradicional, pueden
alcanzar elevados niveles de aceite y/o azúcares, mayor facilidad para
manipular condiciones, menor consumo de agua y menor costo de
producción/procesamiento”.
Se pretende demostrar que este método
se puede aplicar en las ciudades para que sean autosuficientes
El proyecto
Cenit Vida también pretende demostrar la viabilidad de estas materias primas
dentro de un concepto más integrador, que en su máxima expresión se convierte
en una Bio Ciudad, Autosuficiente y Sostenible (BioCAS), “aplicando al entorno
urbano una nueva cultura de aprovechamiento de los recursos naturales, de los
residuos y de las sustancias contaminantes, utilizando para ello algas y
microalgas”. Uno de los fines más ambiciosos es colocar fotobiorreactores en
las fachadas de edificios, en el pavimento y en pérgolas.
Tanto en
Bioplat como en Cenit Vida son conscientes del trabajo que queda para
desarrollar nuevos sistemas de bioproducción más eficientes, que
minimicen sus costes y posibiliten el uso y desarrollo industrial de sus
múltiples aplicaciones. Se piensa incluso en su cultivo en entornos con escasa
luz solar o en la recuperación y empleo del CO2 emitido en centrales térmicas o
en otras industrias para alimentar a las microalgas. Una iniciativa del Grupo Iberdrola (CO2Algaefix) va en
esta última línea, asociada a su central de ciclo combinado de Arcos de la
Frontera, en Cádiz. Otros dos proyectos con microalgas, Extradis y Extrasuper,
en los que colabora con Algae Biotech, el Instituto de la Grasa-CSIC y Ainia,
colocan a la compañía eléctrica entre las punteras en el desarrollo de
tecnologías que permitan el paso definitivo al nivel industrial.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Deja tu opinión. Siempre es importante aprender de los demás.