Un grupo de investigadores de la Universidad de Zaragoza, en colaboración con científicos de la Universidad Complutense de Madrid, ha descubierto dunas eólicas con más de 50.000 años de antigüedad en el entorno de la capital aragonesa.
Se
trata de la primera vez que se describen dunas eólicas pleistocenas
en la cuenca del Ebro y se detalla su relación con los depósitos
fluviales, ha informado la institución académica zaragozana en un
comunicado.
Las
conclusiones del trabajo han sido publicadas recientemente en la
prestigiosa revista"Sedimentology",
cuyo índice de impacto está entre los más altos de esta
especialidad de la Geología.
El
estudio ha sido realizado por los grupos de Análisis de Cuencas
Sedimentarias Continentales y Geotransfer del departamento
de Ciencias
de la Tierra de la Universidad de Zaragoza,
junto con investigadores del grupo de Análisis
de Cuencas, de la Complutense.
Zaragoza:
campos de dunas
Los investigadores han demostrado que hace más de 50.000 años, durante el Pleistoceno, el paisaje de la Cuenca del Ebro en el entorno de la ciudad de Zaragoza era muy diferente al actual, con importantes extensiones de terreno cubiertas por campos de dunas de arena de hasta más de 10 metros de altura.
Los investigadores han demostrado que hace más de 50.000 años, durante el Pleistoceno, el paisaje de la Cuenca del Ebro en el entorno de la ciudad de Zaragoza era muy diferente al actual, con importantes extensiones de terreno cubiertas por campos de dunas de arena de hasta más de 10 metros de altura.
Estos
campos de dunas se desarrollaban sobre mantos de gravas depositados
en cursos fluviales procedentes de la Cordillera Ibérica y Pirineos,
los precursores del actual río Ebro.
El
ejemplo del paisaje sería, según las mismas fuentes, similar al que
se observa hoy en la parte sur de Islandia, con dunas arenosas
originadas en un ambiente de desierto muy frío y redes de canales
fluviales con aguas procedentes de los deshielos.
El
valle del Ebro
Los
estudios geomorfológicos y sedimentológicos realizados en
afloramientos de canteras excavadas en antiguas terrazas del río han
permitido localizar antiguas dunas eólicas en la región del valle
del Ebro comprendida entre las localidades zaragozanas de Pedrola, al
noroeste, y Fuentes de Ebro, al sureste.
Estos
se han desarrollado de forma recurrente en relación con las fases
áridas y frías que han existido a lo largo del Pleistoceno, una
época caracterizada por glaciaciones y en la que las zonas con hielo
permanente alcanzaron en algunos momentos el sur de Europa.
Las
condiciones de viento en la cuenca del Ebro, similares o incluso con
rachas más fuertes que en la actualidad, construyeron estas grandes
formas arenosas que migraban desde el oeste hacia el este,
coincidiendo prácticamente con la dirección del cierzo actual.
Según
las mismas fuentes, las dunas eólicas son depósitos fácilmente
erosionables y con poca capacidad de preservación por lo que se
requieren condiciones especiales para su conservación.
De
este modo durante etapas con más llegada de aguas al sector central
de la cuenca del Ebro (probablemente ligadas al deshielo de glaciares
de montaña) los campos de dunas serían arrasados conservándose en
cambio los depósitos fluviales (gravas) más resistente ante la
erosión.
Dunas
protegidas
Las peculiares características del entorno de Zaragoza, con una importante disolución de materiales salinos, provocaron el hundimiento del terreno en grandes áreas con dunas, de manera que éstas se situaron por debajo la superficie de erosión, quedando protegidas y conservadas.
Las peculiares características del entorno de Zaragoza, con una importante disolución de materiales salinos, provocaron el hundimiento del terreno en grandes áreas con dunas, de manera que éstas se situaron por debajo la superficie de erosión, quedando protegidas y conservadas.
Un
hecho que evidencia, además, que en aquel momento existían en el
sector central de la cuenca del Ebro importantes extensiones de
terreno afectadas por dolinas.
El
estudio detallado sobre los sedimentos de las antiguas terrazas del
valle del Ebro son fundamentales para identificar con precisión la
edad y características de los periodos climáticos glaciares e
interglaciares que se alternaron en el Pleistoceno durante más de
dos millones de años.
Hasta
que con el inicio del Holoceno, hace unos 10.000 años, se entra en
la fase climática interglaciar actual de carácter más cálido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Deja tu opinión. Siempre es importante aprender de los demás.