La
energía que se desaprovecha en las grandes áreas urbanas del mundo
desarrollado tiene una influencia mucho mayor de lo que se suponía
en la circulación atmosférica mundial. No se trata solo de que las
ciudades sean islas de calor, sino de que el calor residual de las
emisiones del tráfico, la calefacción, el aire acondicionado y las
industrias producen cambios en la circulación atmosférica global
que explican anomalías observadas a miles de kilómetros de las
ciudades, pero no explicadas hasta ahora por los modelos de cambio
climático.
Investigadores
de varios centros estadounidenses han unido sus fuerzas para
incorporar el calor que resulta del consumo de energía de origen
fósil a los modelos de clima globales. Han encontrado que los
efectos de este factor, tales como el calentamiento en invierno de
hasta 1 grado centígrado en Rusia, el norte de Asia y la zona
central de Canadá son similares a los que se han observado en la
realidad durante la segunda mitad del siglo XX. También explica el
enfriamiento de hasta un grado centígrado que se ha observado en
Europa occidental durante el invierno.
“La
quema de combustibles fósiles no solo emite gases de efecto
invernadero sino que también afecta directamente a las temperaturas
debido al calor que escapa de fuentes como edificios y automóviles”,
explica Aixe Hu, del Centro
Nacional de Investigación Atmosférica, (NCAR),
que ha participado en el estudio, publicado en Nature
Climate Change.
“Aunque gran parte de este calor desaprovechado se emite desde las
grandes ciudades, puede cambiar los patrones atmosféricos de forma
que afecte a las temperaturas a distancias muy considerables
Dado
que las mayores concentraciones urbanas se encuentran en el
hemisferio Norte, el efecto se produce sobre todo en esta mitad del
mundo. Además de las zonas citadas, en China hay un calentamiento de
medio grado en invierno, mientras que en otoño el enfriamiento
afecta extensamente a Rusia, Canadá, el medio oeste de Estados
Unidos, mientras que se calienta el norte de Europa. Entre los
cambios observados en la circulación atmosférica está un
desplazamiento hacia el ecuador de la corriente de chorro invernal de
latitudes medias, la que afecta a Europa occidental.
Aunque
el efecto neto sobre las temperaturas medias globales de la energía
emitida por las grandes áreas urbanas es prácticamente
despreciable, a escala regional este efecto es cuantificable en
algunas zonas. El calor residual total producido por la actividad
humana constituye solo el 0,3% del calor total transportado en
latitudes altas por las circulaciones atmosférica y oceánica,
señalan los expertos citados por el NCAR.
Más
información:
http://www.nature.com/nclimate/index.html
http://www.nature.com/nclimate/index.html
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