Un
estudio en el que ha participado el Museo Nacional de Ciencias
Naturales (CSIC) ha estimado que desde 1950 en Europa se describen
más de 770 nuevas especies de media cada año, excluyendo los
microrganismos. Aún no se ha alcanzado el techo que permita calcular
la importancia de la biodiversidad europea.
Cerca
de 17.000 nuevas especies se describen cada año, principalmente en
los trópicos. Mientras que sobre algunos grupos como las aves, los
mamíferos y las plantas superiores hay mucha información, el
conocimiento sobre otros es muy escaso: contrasta el 10% de los
vertebrados que quedan por describir frente al 50% de los artrópodos
terrestres o el 95% de los protozoos.
Muchas
especies se extinguirán antes de ser descritas. Esta incapacidad
para clasificar y nombrar el fabuloso patrimonio natural que alberga
el planeta es lo que se conoce como “impedimento taxonómico” y
está asociada a la progresiva disminución de la cantidad de
taxónomos profesionales.
Un
equipo internacional dirigido por un investigador del Museo de
Historia Natural de París, y en el que han participado científicos
del MNCN, ha llevado a cabo una revisión de las bases de datos Fauna
Europaea y Zoological
Record para
medir el crecimiento del registro taxonómico en Europa y evaluar el
peso de los taxónomos profesionales y amateurs en la elaboración
del inventario. Sus resultados se han publicado en la revista PLoS
ONE.
En
Europa se ha estimado que desde 1950 se describen más de 770 nuevas
especies de media cada año –excluyendo los microrganismos- que se
suman a las 125.000 ya conocidas. De momento, nada indica que se haya
alcanzado el techo que permita calcular la magnitud de la
biodiversidad europea. Lo más curioso es que más del 60% de las
nuevas especies son descritas por taxónomos aficionados, los cuales
constituyen una pieza esencial para aquilatar el conocimiento que
tenemos de los seres vivos.
Taxónomos
amateur que descubren y revisan especies
En
contra de lo que pudiera parecer, los taxónomos aficionados no se
centran sólo en grupos carismáticos, de hecho durante el período
analizado el 53% de los nuevos dípteros y el 23% de los ácaros
fueron descritos por taxónomos no profesionales. Del mismo modo, los
taxónomos amateurs también se implicaron en trabajos de revisión:
de las 1.186 especies en sinonimia –con más de un nombre para el
mismo taxón-, el 46% fueron sinonimizados por ellos.
El
estudio pone de manifiesto que la taxonomía como ciencia es más
dinámica que nunca por varios motivos: el interés y acceso a nuevos
nichos ecológicos (cuevas profundas, capas intersticiales entre roca
y suelo, agujeros de crioconita, etc.); número creciente de
taxonómos activos; utilización de nuevas técnicas (métodos
moleculares, sonogramas para insectos o murciélagos, microtomografía
de rayos X en fósiles atrapados en ámbar y para el estudio de la
anatomía esquelético-muscular de artrópodos, etc.).
“Nuestro
trabajo muestra que las regiones desarrolladas como Europa, que
cuentan con un gran número de estudios, también albergan muchas
especies desconocidas” señala Miguel Ángel Alonso Zarazaga del
MNCN, que continúa: “Es fundamental desarrollar un sistema que
sostenga y guíe la formidable fuerza de trabajo que representan los
taxónomos amateurs para superar el “impedimento taxonómico” y
acelerar el proceso de descripción de la biodiversidad del planeta
antes de que sea demasiado tarde”.
Fuente:Fontaine,
B., van Achterberg, K., Alonso-Zarazaga, M. A., Araujo, R.,
Asche, M., et
al. 2012.
New Species in the Old World: Europe as a Frontier in Biodiversity
Exploration, a Test Bed for 21st Century Taxonomy. PLoS
ONE,
7(5): e36881. doi:10.1371/journal.pone.0036881.
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