Las especies
invasoras están entre las mayores amenazas mundiales a la biodiversidad y se
han convertido en un conductor principal de los cambios globales, con efectos
especialmente fuertes en las islas oceánicas.
Un equipo de
científicos, con la participación del Real Jardín Botánico de Madrid y la
Universidad de Coimbra, en Portugal, ha demostrado que en las islas Galápagos,
las especies invasoras están cada vez más presentes gracias a la dispersión de
sus semillas por animales como el lagarto de lava, la tortuga gigante y
distintas especies de aves. El trabajo ha sido publicado por la revista Proceedings
of the Royal Society.
En
archipiélagos remotos, como las Galápagos, Mauricio y Hawái, las plantas
exóticas o invasoras superan ya a las endémicas, es decir, las que crecen en un
lugar por sus propios medios, sin ayuda humana.
Muchas de
esas especies intrusas registran altas tasas de invasión por la dispersión de
sus semillas por parte de los frugívoros –animales que se alimentan de frutos–,
que facilitan su establecimiento y propagación.
“Además,
algunas de las plantas introducidas por el hombre para la agricultura se han
escapado de las áreas urbanas e invaden y dañan a las florestas nativas”,
explica a SINC Rubén Heleno, del Centro de Ecología Funcional de la Universidad
de Coimbra (Portugal) y coautor del trabajo. Sin embargo, asegura que muchas
otras “han entrado accidentalmente por rutas comerciales y turísticas”.
En este
sentido, “todos los años se invierten millones de euros para evitar que nuevas
plantas entren en áreas de las que no son originarias”, añade el investigador.
557 especies
nativas en las Galápagos
Según la
fundación Charles Darwin, la flora de las Galápagos consta de 557 especies
nativas –de las que el 32% son endémicas– y más de 825 invasoras.
En Santa Cruz
y San Cristóbal, las dos islas más pobladas del archipiélago, el equipo de
científicos recopiló datos de las vegetaciones más representativas –tierra baja
seca y tierra alta húmeda–, de los niveles de invasión, y del origen nativo o
introducido de las plantas.
En total, han
recogido 9.159 semillas diseminadas por 498 pájaros y 208 reptiles. De todos
los granos identificados, el 88% eran de plantas nativas y solo el 5% eran de
invasoras. Sin embargo, “la importancia de las semillas de especies invasoras
reside en que estas aparecieron en los restos dejados por 15 de los 18 animales
dispersores”, apunta Heleno.
Entre las más
invasivas se encuentran el guayabo (Psidium guajava), la zarzamora (Rubus
niveus) y la bandera española (Lantana cámara). “Estas plantas compiten con las
nativas no solo por recursos físicos –como el espacio, el agua y la luz– sino
también por servicios que proporcionan los animales, como la polinización y la
dispersión de semillas, común en el caso de aves y reptiles”, añade Heleno.
Las semillas
de zarzamora se diseminaron por seis especies de pájaros, especialmente los
papamoscas de Galápagos (Myiarchus magnirostris) y los sinsontes de San
Cristóbal (Mimus melanotis).
Por otro
lado, los animales que más dispersaron las semillas de guayabo fueron el
lagarto de lava de San Cristóbal (Microlophus bivittatus) y la tortuga gigante
de Floreana (Chelonoidis nigra); y las de bandera española, dos especies de
lagarto.
El lagarto de
lava, el más diseminador
El estudio
también ha analizado cuáles son las especies de animales que más contribuyen a
la dispersión de las semillas. El mayor dispersor es el lagarto de lava, que
diseminó 972 semillas de 27 especies de plantas distintas, entre las que se
encuentran la colima (Zanthoxylum fagara) y la bandera española.
Según el
trabajo, “las frutas de la colima son unas de las más consumidas por los
lagartos, seguramente debido a sus propiedades fungicidas”.
Las tortugas
gigantes también juegan un papel importante en este sentido, lo que responde a
su actual reintroducción en varias de las islas, “una decisión que podría haber
tenido importantes consecuencias para la dinámica de población de varias
especies”, recoge el trabajo.
Entre los
pájaros, el pinzón de tierra (G. fuliginosa) fue el mayor dispersor,
seguido de las dos especies de sinsontes de cada isla: el Mimus párvulus en
Santa Cruz y Mimus melanotis en San Cristóbal.
“Estos
resultados pueden ayudar a una conservación del medio ambiente mucho más eficaz
porque si conocemos la forma en que la naturaleza funciona, podremos protegerla
mejor y garantizar que esta sigue funcionando, no solo existiendo”, concluye
Heleno.
Fuente:
http://rspb.royalsocietypublishing.org/
Fuente:
http://rspb.royalsocietypublishing.org/
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