Quizás
hayan escuchado algunas apreciaciones o incluso definiciones
distintas sobre lo que es e implica la existencia de un destino
turístico.
Aunque
muchas veces se confunde con una marca, imagen o simplemente se
identifica con un sitio turístico e incluso con un propósito de
viaje, lo cierto es que mas bien hablamos de un territorio con un uso
principal turístico.
Ahora
bien esto también podría ser cualquier oferta turística
concentrada en cualquier entorno. Esto no es mera palabrería, como
algunos podrán pensar.
Si
admitimos, que lo mas importante para un turista o visitante es la
experiencia y emociones, que se adquieren y por tanto permanecen en
sus mentes, entonces debemos darnos cuenta que para conseguir una
satisfacción o una experiencia positiva a percibir por nuestros
visitantes, es imprescindible que la cadena o sistema que conforma
este destino, no sea solo una oferta turística articulada, sino que
conlleve una relación “funcional” y activa entre todos los
actores involucrados, turísticos y no turísticos. De otra forma el
riesgo de no obtener estas experiencias positivas, se hace más alto.
Si
nos centramos en áreas naturales y rurales (el mayor porcentaje de
territorio de la mayoría de los países), hay cuestiones muy
evidentes: Para ofrecer productos turísticos, experiencias
memorables y emociones positivas que perduren en el tiempo, se
necesita un entorno natural y rural, bien conservado; mucho mejor si
posee una importante biodiversidad (se acerque a su estado climax) y
además que sea perceptible para los visitantes (fundamental para el
éxito), aun mejor si existen elementos naturales (fauna, flora y
gea) visibles y accesibles; una gestión turística (oferta y
demanda) inteligente o eficiente (sostenible y competitiva); Es
decir, si realmente se puede presumir de una calidad ambiental de ese
destino, que se convertirá en factor clave para la calidad turística
de dicho territorio.
Y
todo esto es tan fácil, como complicado, pero depende de la
comprensión del modelo de desarrollo local, de los objetivos
marcados y de la capacidad de gestión, usando las herramientas
adecuadas y teniendo en cuenta el Patrimonio local (Natural, social y
cultural), la comunidad local receptora y la población visitante.
Para
ello existe una herramienta muy eficaz, muy nombrada pero menos
utilizada, que se denomina “Gobernanza” y que trata de llevar a
cabo un mix de gestión público-privada, basándose en la
cooperación activa, como se hablo hace poco en el I Encuentro de
Turismo y Naturaleza del Pirineo.
Para
que un área natural o rural con vocación turística, pueda
funcionar y conseguir la conservación del sitio, a la vez que su
desarrollo, la gobernanza tiene que provocar el empoderamiento del
Patrimonio Natural, por la comunidad anfitriona, así como el
proyecto turístico (esto debería conllevar automáticamente la
Coopetencia de sus empresarios locales); encontrar un liderazgo a
nivel local, capaz de dinamizar permanentemente a los actores
locales; tener una política de comunicación interna y externa muy
eficiente y respetar también los diferentes segmentos de la
población, aceptando las diversas actitudes y aptitudes y
consecuentemente la velocidad de aceptación que en muchas ocasiones
suelen ser variadas y no se suele tener en cuenta.
El
Patrimonio Natural es un capital de inversión a largo plazo, pero si
se quiere obtener una rentabilidad importante, desde el inicio de esa
inversión, y se usa el turismo como actividad productiva o
generadora de esos intereses, es imprescindible saber jugar con las
reglas del juego de este mercado, pero como profesionales y no
amateurs.
Un
cordial saludo
Arturo
Crosby
Editor
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