La
ciencia vuelve a posar la mirada sobre el diminuto universo de las
briófitas (musgos, hepáticas y antocerotes) en busca de respuestas
sobre el cambio climático.
La
ciencia vuelve a posar la mirada sobre el diminuto universo de las
briófitas (musgos, hepáticas y antocerotes) en busca de respuestas
sobre el cambio climático e información sobre los ecosistemas, dijo
el experto Bernard Goffinet en una entrevista.
Por
su pequeño tamaño y la dificultad de determinar sus diferentes
especies, la importancia de las briófitas ha sido históricamente
poco divulgada, tendencia que desde hace unos años los científicos
intentan revertir.
“Las
briófitas son plantas que surgieron hace más de 500 millones de
años y marcan la exitosa evolución de los vegetales desde los
ambientes acuáticos hacia la tierra”, apuntó Goffinet, presidente
de la Asociación Internacional de Briología.
Aparte
de ser las primeras plantas en colonizar los ambientes terrestres, su
relevancia recae también en su capacidad de adaptación, pues
“crecen casi en todas partes, desde los desiertos más áridos
hasta la selva más húmeda”, remarcó Goffinet, profesor de la
Universidad de Connecticut (EE.UU.).
Desde
el punto de vista de la evolución, “las briófitas son muy
importantes porque pueden ayudarnos a entender cómo hicieron las
primeras plantas para vivir en tierra y también nos pueden ayudar a
comprender el origen de los vegetales de los que dependemos para
comer y vivir”, detalló.
Su
estudio “también nos puede aportar mucha información sobre la
salud de los bosques o la calidad del aire que respiramos”, pues,
según Goffinet, son “indicadores biológicos”.
Su
capacidad de aportar información sobre el cambio climático es otra
piedra angular del estudio de estos organismos, “muy susceptibles a
los cambios de radiación solar o variaciones de la precipitación”,
señaló.
Por
tanto, para Goffinet, su estudio “es fundamental para conocer cómo
estos organismos actúan o responden ante cambios climáticos, además
de muchos otros secretos que la investigación nos puede desvelar”.
En
este sentido, la importancia de Chile para el estudio de estas
plantas es capital, puesto que posee uno de los rincones planetarios
con más diversidad y abundancia de estos organismos.
El
Parque Omora, un jardín de mil hectáreas en la Reserva Cabo de
Hornos, en el extremo sur de Chile, alberga más del 5 % de la
diversidad mundial de musgos y hepáticas, en un área menor que el
0,01 % de la superficie terrestre.
El
origen de esta riqueza “podría responder a factores históricos,
que aislaron esta zona de las grandes glaciaciones y de la influencia
externa”, afirmó Goffinet, para quien “lo prístino del entorno,
no alterado por el hombre”, conforma otro de los factores que han
convertido este remoto rincón en uno de los altares de los expertos
en estos minúsculos organismos.
De
ahí que este lugar fuera escogido como sede del Congreso
Internacional de Briología, que ha reunido hasta este domingo a más
de un centenar de expertos.
“Quisimos
reunirnos aquí debido a los esfuerzos realizados para estudiar la
diversidad de las especies y también porque las autoridades han
apoyado mucho todo esto”, destacó Goffinet.
Cada
dos años, explicó, investigadores de todo el mundo se reúnen “para
compartir sus progresos y conocimientos sobre la diversidad de las
especies, sus respuestas fisiológicas y los genes que son necesarios
para controlar el desarrollo de ciertos aspectos”.
Entre
esos estudios destacan el “descubrimiento de organismos en los
bordes de los glaciares, en la Antártida y el Ártico, capaces de
revivir después de 800 años”, tiempo durante el cual se han
mantenido inactivos debajo del hielo.
Y
es que, si bien es cierto que las briófitas son muy sensibles a los
cambios climáticos, su capacidad para soportar variaciones
climatológicas extremas y estrés medioambiental es asombrosa, un
don que las hace candidatas a convertirse “en uno de los últimos
organismos que habitarán la faz de la Tierra”.
Por
todos estos motivos, apuntó Goffinet, los expertos “están
haciendo un esfuerzo para aumentar el conocimiento sobre este pequeño
gran universo”.
Este
diminuto mundo con grandes secretos aún por revelar espera paciente
un cambio de visión que permita que la humanidad “descubra la
relevancia y belleza de estos fascinantes bosques en miniatura, que
se vuelven visibles con solo acercar una lupa”, concluyó el
investigador.
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