Los
datos climáticos y geográficos aportados al Gobierno de Aragón y
la Confederación Hidrográfica del Ebro por el Instituto Pirenaico
de Ecología y las universidades de Zaragoza, Jaén y País Vasco,
entre otros, en el marco de la reunión del Patronato del Monumento
Natural de los Glaciares Pirenaicos, no dejan lugar a duda de la
desaparición paulatina del hielo glacial en el Pirineo.
Los
años 2014 y 2015 han sido, junto a 2011, los tres años más cálidos
de la serie histórica de referencia según los registros de AEMET
(Agencia Estatal de Meteorología). Para Luis Cancer, profesor de la
Universidad de Jaén, estos datos referenciales concuerdan con los
registrados en la estación Aneto 3050, situada casi en el techo de
Aragón, donde en 2014, durante once meses los valores térmicos se
situaron por encima de la media. “Si comparamos el año 2015 con
2014, el invierno de 2015 es más frío, pero el verano fue más
cálido que en 2014, con meses con temperaturas por encima de la
media. Mientras que 2014 fue año de precipitaciones abundantes, 2015
quedó claramente por debajo. Los meses de acumulación nival, salvo
febrero, fueron muy secos, lo que unido a las muy altas temperaturas
del tramo marzo-agosto provocó una situación de los glaciares
pirenaicos de acusado retroceso”, comenta Cancer.
Por
otra parte el Programa ERHIN (Evaluación de los Recursos Hídricos
procedentes de la Innivación) que desarrolla el Ministerio de
Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente a través de la
Confederación Hidrográfica del Ebro, realiza diversos trabajos para
obtener indicadores que permitan caracterizar el cambio climático.
En este marco cabe destacar el seguimiento detallado del glaciar de
La Maladeta, así como la utilización del modelo hidrológico ASTER
para cuantificar la evolución de las reservas nivales en los
Pirineos y concretamente la acumulación de nieve en los glaciares.
Los
datos climáticos y geográficos no dejan lugar a duda de la
desaparición paulatina del hielo glacial en el Pirineo.
María
Luisa Moreno, directora del programa ERHIN, indica que se dispone de
información detallada de este glaciar desde la década de los años
90. “Actualmente, el cuerpo principal del glaciar presenta una
superficie de 23,58 hectáreas, habiendo sufrido una reducción de un
15 por ciento de su superficie en los últimos cinco años. Así
mismo, supone una pérdida del 53 por ciento desde 1991, cuando el
glaciar presentaba una superficie de 50 hectáreas. Las pérdidas
acumuladas de hielo en la parte terminal del glaciar alcanzan los 35
metros. Todo ello indica una clara regresión de este aparato
glaciar”. En el periodo 2014-2015 dicho estudio destaca notables
pérdidas de superficie y de espesor en el glaciar de La Maladeta. La
pérdida de espesor medio en esta masa de hielo ha sido de 2 metros,
sólo superado en el año 2011-2012 con casi 3 metros de espesor
perdido.
Glaciares
en fusión y otros ya extinguidos
Para
Fernando Lampre, geógrafo y presidente del Patronato del Monumento
Natural de los Glaciares Pirenaicos, “los registros globales sobre
la retirada de los glaciares pirenaicos son realmente contundentes.
La pérdida de superficie total ha sido del 50 por ciento entre la
Pequeña Edad del Hielo (datos de mediados del siglo XIX) y 1980.
Pero todavía es mucho más acentuada esta pérdida si analizamos lo
que han sido las tres últimas décadas, entre 1980 y 2012, donde se
registra un retroceso negativo del 75 por ciento. En este mismo
periodo, los glaciares de los Alpes, a una latitud más norteña y
con altitudes por encima de los 4.000 metros, solo habrían perdido
en torno a un 40 por ciento. Son diferencias que muestran la gran
sensibilidad de los glaciares pirenaicos al calentamiento global y su
situación límite en el contexto geográfico de la cordillera”.
Desde
1980 hasta hoy hemos visto desaparecer una cuarta parte de la
superficie glaciar que existía en la vertiente sur o aragonesa de
los Pirineos. La disminución de esta superficie helada es alarmante
si atendemos a los casos de las mayores masas de hielo de la
cordillera: en el glaciar de La Paúl en Posets ha desaparecido en
estos últimos 35 años el 75 por ciento de lo que antes existía, en
el de Aneto la pérdida glaciar ha sido del 54 por ciento, y en el
Monte Perdido, aunque la merma no ha sido tanto en superficie helada
–un 24 por ciento-, sí que ha sido muy notable en volumen y
espesor.
Allí,
en el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, es donde el
Instituto Pirenaico de Ecología (CSIC) realiza mediciones anuales
mediante técnica de láser escáner. “Los resultados obtenidos
sitúan la isoterma de los 0º C a 3.000 metros de altura, lo que
limita mucho la acumulación de hielo en el glaciar. Se confirma una
rápida degradación del glaciar, con una pérdida media de espesor
de 3 metros, alcanzándose puntualmente pérdidas que exceden los 7
metros. En este próximo año se espera conocer el volumen total de
hielo que queda en el glaciar, mediante la técnica de georadar, y
conocer mejor su dinámica mediante técnicas de interferometría”,
explica Ignacio López, miembro del Consejo Superior de
Investigaciones Científicas.
A
todo eso también hay que añadir que ya en las últimas décadas han
desaparecido aparatos que estaban catalogados o cartografiados como
“glaciares” hasta las décadas de 1970-80. Las principales bajas
serían los glaciares y heleros de las vertientes meridionales de
Balaitús, Vignemale y Perdiguero-Cabrioules, Cregüeña, Llosás o
Coronas.
Los
glaciares del Pirineo Aragonés, Monumentos Naturales
En
el Pirineo aragonés (provincia de Huesca), a lo largo de 90
kilómetors entre los valles de los ríos Gállego (oeste) y Noguera
Ribagorzana (este), se encuentran los ocho macizos montañosos que
actualmente albergan las últimas masas de hielo funcionales de la
cordillera: Balaitús o Moros, Infierno, Vignemale o Comachibosa,
Monte Perdido o Tres Serols, La Munia, Posets o Llardana,
Perdiguero-Cabrioules y Maladeta-Aneto.
En
concreto, en el año 2012 sobreviven 8 heleros y 10 glaciares que
alcanzan una extensión total de 160,4 hectáreas.
En
el año 1990, por Ley, los Glaciares Pirenaicos fueron protegidos
como “Monumento Natural” por parte del Gobierno de Aragón. Éstos
disponen de un Patronato, órgano consultivo para la gestión del
espacio natural protegido.
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