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lunes, 21 de marzo de 2011

Bosques de Castilla y León y bosques tropicales mexicanos unidos por un proyecto de investigación

El Instituto de Recursos Naturales y Agrobiología de Salamanca (Irnasa, perteneciente al CSIC) y la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) han iniciado un proyecto de investigación que compara dos tipos de bosques muy diferentes, pero con algunas características comunes: el bosque de rebollo de Castilla y Léon (Quercus pyrenaica) y el bosque tropical mexicano. En ambos se aprecia la carencia de un nutriente esencial como el fósforo, que ayuda a que las plantas capturen carbono atmosférico y contribuyan así a reducir el calentamiento global, según ha explicado hoy en Salamanca un experto de la universidad mexicana más importante.

Julio Campo Alves, responsable del Laboratorio de Biogeoquímica Terrestre y Clima del Instituto de Ecología de la UNAM, ha explicado a DiCYT que el proyecto se basa en realizar "estudios comparativos sobre bosques limitados por la disponibilidad de fósforo en el suelo en Castilla y León y bosques con el mismo problema en el trópico de México". Gracias a la colaboración entre su grupo de investigación y el grupo que dirige Juan Gallardo en el Irnasa, "hemos encontrado sistemas que tienen un funcionamiento relativamente similar en bosques de Quercus pyrenaica que, además de compartir la poca disponibilidad de fósforo, tienen otros aspectos funcionales que los hacen muy comparables a los bosques tropicales", apunta.

Las diferencias entre las zonas donde crece el rebollo y los bosques mexicanos son evidentes: los españoles tienen una temperatura media de 10 grados centígrados frente a los 27 de los tropicales y, mientras los primeros casi están formados por una sola especie, en los segundos hay unas 300 especies por hectárea. Sin embargo, "las tasas de acumulación de carbono en biomasa y su distribución tienen patrones similares y queremos saber qué reglas están ocurriendo en la construcción de tejidos de biomasa aérea y subterránea que hacen similares dos sistemas tan diferentes y que comparten la limitación por fósforo", apunta el experto.

La importancia del fósforo para los bosques es esencial. "La vida se construye con no más de 20 elementos y los más importantes son el carbono, el oxígeno y el hidrógeno, pero justo detrás vendrían el nitrógeno y el fósforo", señala. Este último tiene un papel en actividades metabólicas, también se necesita para la síntesis de los materiales de información genética y para que la planta tome elementos del medio para realizar sus funciones. "En las plantas, la tasa de fijación de carbono atmosférico es dependiente de la cantidad de fósforo que tiene una hoja", resume Julio Campo.

Lluvia y carbono
El equipo de Juan Galladardo también participa desde el Irnasa en otro proyecto conjunto con Julio Campo para explorar las consecuencias de las alteraciones en la cantidad de lluvia que recibe anualmente un ecosistema y la relación que esto podría tener con el balance de carbono de los ecosistemas terrestres. "Estamos trabajando en un sistema muy rico en carbono en el trópico y que, como consecuencia de ello, tiene un gran riesgo de producir una gran liberación de carbono si se modifican ciertos procesos", señala el investigador de la UNAM. "Queremos determinar si las modificaciones pronosticadas en la cantidad de lluvia podrían traer cambios en captura o emisiones de carbono", indica, y por lo tanto, en el incremento de gases de efecto invernadero.

El Laboratorio de Biogeoquímica del Instituto de Ecología de la UNAM trabaja también en otras líneas de investigación, como la ecología de la restauración, que definen como "generar información básica con fines prácticos para la solución de los problemas que generan las áreas abandonadas, es decir, el conocimiento de la biología para implementar acciones que conduzcan a la recuperación de los recursos naturales.

Impacto de las especies migratorias

Asimismo, trabajan en el impacto de las especies migratorias en los ecosistemas nativos. "La ruta de las especies está cambiando como consecuencia de los cambios que está sufriendo el clima. Están bien documentados los cambios de las rutas migratorias, pero no los efectos que producen estas especies una vez que se alojan temporalmente en ecosistemas nativos que carecían de dichas especies y esto puede tener efectos perjudiciales para la biodiversidad nativa", indica.

En el ámbito de la ecología de cambio global existe otro proyecto que tiene como fin detectar las consecuencias que traerá el incremento en la deposición de nitrógeno desde la atmósfera, algo que "está pronosticado por el incremento en el uso de fertilizantes y cultivos de leguminosas", según Julio Campo. "Estamos interesados en cómo va a afectar esto en el funcionamiento de los bosques tropicales, que concentran el carbono de los ecosistemas terrestres y hacen circular la mayor parte del carbono entre la biosfera terrestre y la atmósfera. Nuestro interés es saber si estos incrementos van a producir cambios funcionales que pudieran llevar a un incremento de las emisiones de gases con efecto invernadero y un cambio en las posibilidades de captura de carbono por parte de los bosques", comenta el científico, que ofreció una conferencia esta mañana a los investigadores del Irnasa.
Más información:
http://www.dicvt.com/


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