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martes, 19 de febrero de 2013

Tecnologías para eliminar CO2

"Para lograr reducciones específicas, necesitaríamos un escenario en el que, a mediados de siglo, la economía mundial esté en transición de positivo neto de emisiones de CO2 a negativo"

La reducción de las emisiones de dióxido de carbono puede no ser suficiente para frenar el calentamiento global, según científicos de la Universidad de Stanford, en Estados Unidos, que apuestan por desarrollar tecnologías negativas de carbono que eliminen grandes cantidades de CO2 de la atmósfera, según sus conclusiones, recogidas en un informe elaborado por el Proyecto del Clima Global y de Energía de Stanford (GCEP).

"Para lograr reducciones específicas, necesitaríamos un escenario en el que, a mediados de siglo, la economía mundial esté en transición de positivo neto de emisiones de CO2 a negativo", dijo el coautor del informe, Chris Field, profesor de Biología Ambiental y Ciencias de la Tierra en Stanford. "Tenemos que empezar a pensar en cómo implementar una estrategia de energía negativa de las emisiones a escala global", agrega.

En el informe GCEP, la autora principal, Jennifer Milne, describe un conjunto de negativos emergentes de carbono como soluciones al calentamiento global a partir de tecnologías de bioenergía. "Las emisiones netas negativas se pueden lograr cuando hay más gases de efecto invernadero secuestrados que los que se liberan en la atmósfera --explicó Milne, analista de la evaluación de la energía en GCEP--. Una de las más prometedoras tecnologías de red-negativas es BECCS o bioenergía con captura y almacenamiento de carbono".

Un sistema típico de BECCS convierte la biomasa leñosa, hierba y otro tipo de vegetación en productos químicos, electricidad o combustibles, tales como etanol. Las emisiones de CO2 liberado durante el proceso son capturadas y almacenadas, por lo que la tecnología puede ser utilizada en centrales eléctricas, fábricas de papel, fabricantes de etanol y otras instalaciones de fabricación.

Como tecnología de carbono-negativo, BECCS aprovecha la capacidad natural de árboles, pastos y otras plantas para absorber el CO2 de la atmósfera para la fotosíntesis. En la naturaleza, el CO2 es liberado finalmente de vuelta a la atmósfera como el decaimiento de la planta, pero cuando la vegetación se procesa en una planta BECCS, las emisiones de CO2 son capturadas y se les impide volver a entrar en el medio ambiente, lo que resulta en una reducción neta negativa en el CO2 atmosférico.

El informe GCEP identificó 16 proyectos BECCS en diversas etapas de desarrollo en todo el mundo. El primero se puso en marcha en 2009 por el Departamento de Energía en un centro de producción de etanol de maíz en Decatur, Illinois, operado por la compañía Archer Daniel Midlands. Cada día, unas 1.000 toneladas métricas de CO2 emitidas durante la fermentación del etanol son capturadas y almacenadas en una formación de arenisca de unos 7.000 metros bajo tierra. El objetivo es secuestrar 1 millón de toneladas métricas de CO2 al año, el equivalente a retirar 200.000 automóviles de la carretera.

Para hacer el proceso de carbono negativo, los investigadores han propuesto una coplanta de energía BECCS que funciona con una mezcla de combustible fósil (como el carbón) y la vegetación (madera, hierba o paja, por ejemplo). Un porcentaje de las emisiones de CO2 proceden de la vegetación quemada, por lo que la captura y el almacenamiento de esas emisiones sería un proceso neto negativo.

Las estimaciones indican que en 2050, las tecnologías BECCS podría secuestrar 10 billones de toneladas métricas de emisiones industriales de CO2 al año en todo el mundo. Pero, según el informe GCEP, se deben superar los principales obstáculos técnicos y económicos, como la relativa ineficacia de los combustibles de biomasa y el alto costo de la captura y almacenamiento de carbono (CCS).

El informe citó una investigación GCEP por José Moreira, de la Universidad de Sao Paulo, en la que usando modelos informáticos, descubrió que desde 1975 a 2007, la producción de etanol a partir de caña de azúcar en Brasil dio lugar a una captación neta negativa de 1,5 toneladas métricas de CO2 por metro cúbico de etanol producido.

"En este modelo, el sistema tardó 18 años para recuperar las emisiones de carbono, con la mayoría de las reducciones procedentes de la reposición del suelo de crecimiento de las raíces y la sustitución de la gasolina por etanol", según los autores del GCEP. Sin embargo, quedan dudas sobre los efectos a largo plazo de la combustión de etanol en el clima.

SECUESTRO DE CARBONO OCEÁNICO
El informe también explora, entre otras, la posibilidad de secuestro de carbono en el océano, con especial hincapié en el problema de la acidificación de los océanos, que está destruyendo los arrecifes de coral de todo el mundo. Los autores citan la investigación de David Keith, de la Universidad de Harvard, que sugiere que el carbonato de magnesio y otros minerales se podrían añadir al océano para reducir la acidez y secuestrar el CO2 atmosférico absorbido en agua de mar, aunque deben evaluarse los riesgos para el medio marino.

Keith también ha lanzado una ingeniería de carbono que se está desarrollando a escala industrial en máquinas, como "árboles artificiales" diseñados para capturar CO2 directamente del aire y que requieren el uso de gas natural para operar.
Más información:
http://gcep.stanford.edu/ 

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