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martes, 19 de agosto de 2014

Los paisajes agrícolas pueden beneficiar a las aves de Doñana

Un estudio realizado por jóvenes investigadores en la reserva biológica del Parque Natural analiza las migraciones La influencia del ser humano no ocasiona pérdidas en la biodiversidad.

La incursión del ser humano en el hábitat natural generalmente ocasiona una degradación de éste y una posible desaparición de las especies. No obstante, no siempre ocurre así; hay manejos que no conllevan pérdidas de biodiversidad. Un ejemplo claro es el estudio realizado por un grupo de jóvenes investigadores andaluces en Doñana, que explica cómo cambios moderados en la configuración del paisaje pueden favorecer la presencia de algunas especies que utilizan diariamente ambientes distintos para vivir.

Esto se debe a que a medida que se reduce la distancia entre los distintos tipos de hábitats utilizados por una especie lo hacen también los riesgos y la inversión energética asociados al desplazamiento.

Según ilustra una publicación de la revista científica Plos One, "no todas las especies responden de forma negativa a la transformación del hábitat; algunas de ellas pueden incluso verse beneficiadas por el manejo agrícola", explica Carlos Camacho, biólogo de la Estación Biológica de Doñana. "Si llegamos a comprender las bases del éxito de estas especies, podremos diseñar entonces directrices de gestión que actúen como elemento conciliador entre agricultura y conservación", añade.

El estudio realizado por los investigadores analiza los desplazamientos que los chotacabras cuellirojos, unas aves insectívoras nocturnas, realizan para acceder a sus zonas de nidificación, alimentación y descanso diariamente en áreas próximas al Espacio Natural de Doñana, y también dentro del mismo.

Los resultados del estudio muestran que aunque ambas zonas tienen una amplia diversificación de los hábitats, su disposición en el espacio es distinta y, como consecuencia, los chotacabras del área manejada, que componen un número significativamente mayor que en el área protegida, han de realizar un menor esfuerzo diario en sus desplazamientos.

Por otra parte, los espacios protegidos son prioritarios en términos de conservación, pero actualmente son los paisajes agrícolas los que componen la mayor parte de la biodiversidad mundial. Es por ello que la conservación de la biodiversidad pasa por considerar también las zonas transformadas, ajenas a cualquier figura de protección. Desafortunadamente, los efectos positivos del manejo agrícola han sido pocas veces reconocidos por los ecólogos, y sólo algunos han abandonado esa visión derrotista para centrarse en los aspectos positivos y promover su incorporación en las directrices de gestión. Como consecuencia de esto, los científicos aún desconocen en gran medida la contribución relativa de cada tipo de manejo a la conservación de la biodiversidad.

"Los resultados de este estudio sugieren que efectos negativos de la transformación agrícola del paisaje podrían atenuarse siguiendo directrices de manejo orientadas a manipular sólo la disposición espacial de los diferentes usos del suelo, pero no la superficie total dedicada a cada uso. De este modo, conseguiríamos facilitar el acceso a múltiples hábitats diferentes desde los puntos de reproducción de aves sin reducir necesariamente la producción agrícola", concluyen de esta manera los jóvenes investigadores.

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