La UN ha advertido de
que se trata de un mal que afecta a más de 110 países en el mundo y que
"afecta significativamente a los países más desfavorecidos de África,
donde dos tercios del continente es desierto o zona árida
Un total de
12 millones de hectáreas se pierden cada año a causa de la desertificación,
según datos recogidos por la ONG World Vision con motivo de la celebración del
Día Mundial contra la Desertificación y la Sequía, que tiene lugar este
domingo, con el objetivo de "sensibilizar a la población de las terribles
consecuencias de esta amenaza".
La ONG ha
advertido de que se trata de un mal que afecta a más de 110 países en el mundo
y que "afecta significativamente a los países más desfavorecidos de
África, donde dos tercios del continente es desierto o zona árida, y en zonas
de América Latina especialmente áridas como el Chaco Boliviano".
"Mientras
la desertificación cuesta a la economía mundial unos 42 billones de dólares
cada año, el coste humano es incalculable", ha apostillado. Así, unos 135
millones de personas --el equivalente a la población total de Francia y
Alemania-- se encuentran en peligro de ser desplazadas.
Organizaciones
de desarrollo como Word Vision estiman que por cada dólar invertido en la lucha
contra la degradación de la tierra y desertificación se podrían generar unos
tres dólares de beneficios económicos, lo que "ayudaría a luchar contra la
pobreza entre los millones de personas que viven en éstas frágiles
tierras", ha añadido.
Asimismo,
la UN recuerda que "esta amenaza afecta a países desarrollados,
como es el caso de España --el más afectado de Europa--. Por ello, apuesta por
la sensibilización de la población, desde niños, con "proyectos para
informar y concienciar sobre las consecuencias de la desertificación y plantear
soluciones a los efectos de la sequía".
Además de
esta labor formativa y de sensibilización, diversas instituciones tienen en marcha varios
proyectos de desarrollo en las zonas más afectadas de África y América Latina
que se concretan en la reforestación de bosques; el fomento de cultivos con
riego más eficiente, como sistemas de micro riego; el uso de insecticidas y
abonos orgánicos; el fomento de cultivos menos intensivos en agua; depósitos de
agua comunitarios; sistemas familiares de recogida de agua de lluvia;
canalizaciones de agua; y el uso de estufas solares.
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