España
es líder en la investigación de un hongo mortal para los anfibios
Se
extendió desde África debido al tráfico mundial de ranas y sapos
En
las últimas décadas se han extinguido 200 especies por su causa
Más del 30%
de los anfibios que hay sobre la Tierra está amenazado, es decir, al menos
1.500 especies de las 5.000 actualmente existentes. Ranas, sapos, tritones,
gallipatos y salamandras sufren en la oscuridad de sus hábitats y entre el
silencio mediático una de las extinciones más preocupantes del reino animal.
Contaminación, cambio climático y destrucción del hábitat son tres de los
principales impactos que sufren, a los que se añade otro que agudiza esa terna
y que tiene a científicos españoles como sus descubridores y principales
investigadores en Europa: el hongo Batrachochytrium dendrobatidis.
Del 21 al 26
de mayo, representantes de organismos científicos de varios países europeos y
de Estados Unidos se reunieron en Rascafría
(Madrid) para actualizar y compartir información y medios de lucha
contra una epidemia que partió de África y se ha extendido ya por todo el
mundo. “En las últimas décadas, 200 especies de anfibios se han extinguido por
culpa de este hongo”. Jaime Bosch, científico titular del Consejo Superior de
Investigaciones Científicas (CSIC), es una de las personas que más y mejor
conoce sobre la aparición, evolución y control de un patógeno que se detectó
por primera vez en Europa en el macizo madrileño de Peñalara, cumbres cercanas
al lugar de reunión de los investigadores que trabajan en torno al RACE,
acrónimo en inglés del proyecto europeo Determinación del riesgo de la
quitridiomicosis en la biodiversidad de anfibios de Europa.
Fue en las
lagunas de Peñalara, en la Sierra de Guadarrama, donde en 1997 se comenzó a
detectar una mortandad masiva de anfibios, especialmente sapos parteros.
Bosch
recuerda que “llegamos a charcas donde habitualmente te encontrabas 5.000
renacuajos y solo contabas diez, y en algunas directamente no quedaba ni uno;
cuantificamos en un 98% la pérdida de poblaciones”. Nadie sabía qué causaba
esta tragedia. Un año después se detectó al responsable y en 1999 se le
describió por primera vez en Europa (Batrachochytrium dendrobatidis) y se
conoció su consecuencia: la quitridiomicosis. Desde entonces, comunidades
autónomas como Baleares o Madrid han tomada serias medidas para frenar la
expansión del hongo, que afecta a algunas especies de sapo partero que solo
viven en España. Precisamente, en Rascafría existe un centro de cría en cautividad de anfibios cuya misión es rescatar
ejemplares dañados y reintroducir los más fuertes para reforzar las
poblaciones.
A partir de
entonces se encontró la explicación a otras mortandades de anfibios que tienen
y habían tenido lugar en Australia, Centroamérica y Estados Unidos. “Se
secuenció el genoma completo de 20 cepas del hongo en todo el mundo para seguir
la pista de su progresión y extensión, y detectamos que en España teníamos la
cepa más virulenta y que coincidía exactamente con una que aparecía en
Sudáfrica”, recuerda Bosch. La conexión Sudáfrica- Peñalara se explica por el
comercio mundial de anfibios. En concreto, las ranas de uñas africana (Xenopus
laevis), portadoras del hongo, se exportan desde África por toneladas al resto
del planeta, entre otros motivos porque es muy utilizada para experimentos en
laboratorios.
La UICN cataloga al hongo como una de
las 100 especies invasoras más peligrosas para la biodiversidad
Una de las
medidas que ha tomado el Gobierno español es incluir a esta rana en el Catálogo
de Especies Exóticas Invasoras, que conlleva la prohibición de su introducción
en el medio natural en todo el territorio nacional y en las zonas marinas bajo
soberanía o jurisdicción española. Se prohíbe su “posesión, transporte, tráfico
y comercio de ejemplares vivos o muertos y de sus restos, incluyendo el
comercio exterior”. Se intenta asegurar así la protección de cuatro de las
cinco especies de sapos parteros que existen en el mundo y que viven en España.
Tres de ellas son endémicas: ibérico, bético y ferreret. Este último solo se
distribuye en Baleares y está considerado en peligro de extinción, por lo que
el Gobierrno de las islas lleva a cabo un estricto programa de protección de
las 31 poblaciones que aún resisten. Por otro lado, la Unión Internacional para
la Conservación de la Naturaleza cataloga al hongo Batrachochytrium
dendrobatidis como una de las 100 especies invasoras más peligrosas para
la biodiversidad del planeta.
El encuentro
de Rascafría ha servido para conocer los últimos avances, entre los que está la
investigación de la biología del hongo y el estudio de diferentes métodos de
desinfección en el campo. También se constató el consenso general al considerar
a los anfibios como piezas fundamentales de todos los ecosistemas, ya que, por
debajo de la cadena trófica capturan insectos y otros invertebrados e impiden
su excesiva expansión, y por arriba, forman parte de la dieta de numerosos
predadores. En España, aparte de poblaciones enteras de sapos parteros, también
han sucumbido al hongo otras de salamandra común y sapo común. Los ejemplares
que no mueren quedan debilitados y son más vulnerables al resto de amenazas.
Sapo partero (Alytes obstetriccans)
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