La
técnica se ha aplicado en Hassilabied y Merzouga, dos pequeñas
poblaciones cobijadas tras las dunas de Erg Chebbi, al sureste de
Marruecos.
Los
ergsson regiones arenosas del desierto formadas por grandes dunas. En
estos sistemas el agua de las precipitaciones se filtra a través de
la arena y se acumula en el subsuelo formando acuíferos a poca
profundidad. Mediante sistemas de información geográfica y el
diseño de un modelo matemático, científicos de la UNED y la
Universidad Complutense han desarrollado ahora un método de trabajo
para comprender el comportamiento del agua en el subsuelo y estimar
los recursos hídricos disponibles.
La
técnica se ha aplicado en Hassilabied y Merzouga, dos pequeñas
poblaciones cobijadas tras las dunas de Erg Chebbi, al sureste de
Marruecos. Al igual que sucede en otros asentamientos del Sahara, la
subsistencia depende del aprovechamiento de las reservas de agua
ubicadas bajo la superficie. Sin embargo el sistema sólo es
sostenible en la medida que la extracción de agua no exceda a la
recarga natural que tiene el propio acuífero.
La
alta permeabilidad de la arena permite que una parte de las escasas
precipitaciones que caen drene hacia el subsuelo formando reservas de
agua, mientras el resto se evapora. Para aprovechar este recurso, las
comunidades locales han construido tradicionalmente khettaras, un
sistema que les permite captar y conducir el agua mediante galerías
horizontales y pozos. Sin embargo, a la vez que ha crecido el número
de habitantes y de visitantes, también han aumentado los puntos de
extracción.
Los
investigadores se propusieron estudiar la evolución hidrológica de
Erg Chebbi y determinar la sostenibilidad del conjunto. Las
características de este sistema dunar eran propicias para
desarrollar un método que permitiera diseñar un modelo para estimar
los recursos hídricos disponibles y la capacidad natural de
almacenamiento que tenía el acuífero.
El
equipo realizó mediciones directas in situ en el área periférica
del complejo. Para las zonas internas del erg, donde resulta
complicado acceder, se sirvieron de fotografías tomadas por
satélite. En estas imágenes buscaron indicadores que señalan la
presencia de agua a poca profundidad: la aparición de costras
salinas, producto de la evaporación de agua subterránea, o las
plantas freatrófilas, que se abastecen del agua freática.
Por
otro lado, empleando sistemas de información geográfica (GIS), los
investigadores diseñaron un modelo digital del terreno que permitió
determinar la geometría del acuífero y el volúmen de agua
almacenada. La porosidad del suelo se determinó mediante referencias
bibliográficas y a partir de los datos tomados en estaciones
meteorológicas próximas obtuvieron el nivel de evapotranspiración
y el registro de precipitaciones.
Con
todos estos datos se desarrolló un modelo matemático para
interpretar el flujo de agua bajo las arenas de Erg Chebbi y
comprender la evolución del sistema hidrológico en su conjunto. Los
datos fueron procesados con Modflow, un código para modelar flujos
que se emplea habitualmente en estudios hidrogeológicos.
El
modelo permitió evidenciar importantes cambios en el sistema,
producto del agotamiento al que se ha venido sometiendo durante
décadas. La extensión del acuífero se ha reducido de 100 km2 a 65
km2, a la vez que su capacidad de almacenamiento natural ha
disminuido un 30% : “El nivel de agua subterránea se ha deprimido
más de diez metros en las proximidades de las zonas más pobladas”
detalla Manuel García Rodríguez, autor principal del estudio y
miembro del Grupo de Geología del departamento de Ciencias
Analíticas de la UNED.
La
fragilidad del ecosistema
El
modelo ha puesto de manifiesto el efecto de las khettaras como eje de
drenaje de todo el acuífero: “durante unos cuantos años, las
khettaras han permitido obtener caudales muy superiores a los
recursos renovables, creando un escenario de disponibilidad de agua
irreal, en el que es aplicable eso de ´pan para hoy y hambre para
mañana´; por esa razón, la aplicación de un modelo tiene mucho
interés ya que permite definir los recursos disponibles y así poder
realizar un gestión sostenible del agua subterránea” señala el
investigador.
El
problema que existe detrás de esto es una mayor demanda de agua. El
incremento de la población implica que hayan aumentado las zonas de
cultivo y, en parte, esta población local ha venido aprovechando los
beneficios económicos derivados de un turismo que también se ha
intensificado. La nueva técnica permite su aplicación en regiones
desérticas como estas donde el incremento de la población y el
turismo está provocando un desajuste en el ecosistema.
Pero
el turismo masivo conlleva también un mayor consumo y derroche de
agua, por ejemplo mediante el uso de duchas, la construcción de
piscinas u hoteles con zonas ajardinadas: “el incremento de
población, de zonas de cultivo, y un turismo masivo han sido los
responsables de una mayor demanda de agua que ha llevado a construir
más metros de khettara hacia el interior del erg, lo que ha drenado
(vaciado) el acuífero a una velocidad superior a la descarga natural
que le corresponde” explica Manuel García.
Este
modelo pretende ser una herramienta que favorezca la planificación
del agua entre las comunidades y los organismos locales y regionales
que gestionan este recurso: “Así dispondrían de una herramienta
que les permita planificar este recurso tan escaso en las zonas
desérticas, de manera que no lleguen a agotar el acuífero, lo que
supondría un efecto nefasto para las poblaciones locales de Erg
Chebbi”, señala el investigador, quien concluye: “Resulta muy
útil también para ONGs, para que valoren los riesgos que puede
tener a largo plazo la construcción de nuevas khettaras”.
Fuente
original: http://www.agenciasinc.es/
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