El
espacio de Ojo Guareña, al norte de la provincia de Burgos, es uno
de los conjuntos de cuevas más extenso del mundo, una peculiaridad
que ha condicionado su riqueza natural o su paisaje y que lo han
convertido en un "laboratorio" excepcional para la ciencia.
Acredita
ya el título de “Monumento Natural” y está incluido en la red
ecológica europea Natura 2000 como “Lugar de Interés
Comunitario”, pero las características únicas del lugar sustentan
sus aspiraciones a convertirse en el primer Parque Nacional español
de carácter “subterráneo”.
En
Ojo Guareña es tan importante lo que se ve con relativa facilidad
(muchas de las más emblemáticas especies de aves sobre un paisaje
espectacular) como lo que no se ve: más de cien kilómetros de
cuevas donde ya se han encontrado varios yacimientos arqueológicos y
una fauna invertebrada única en el mundo, con numerosas especies
endémicas y muchas de ellas nuevas para la ciencia.
Un
revulsivo para la comarca
Consuelo
Temiño, directora de este espacio natural, ha subrayado que la
inclusión de Ojo Guareña en la red Natura 2000 puede ser “una
gran oportunidad” y un revulsivo para la comarca, y ha destacado
las posibilidades de compatibilizar la conservación de los recursos
naturales con el desarrollo social y económico.
En
conversaciones, Temiño ha señalado que las actividades
tradicionales de la comarca -agrícolas, ganaderas o forestales- son
compatibles con otras nuevas e incipientes como el turismo de
naturaleza, y que ninguna de éstas tiene que estar reñida con la
protección del medio ambiente.
“Si
no fuera así sería un fracaso, porque en una Europa donde el
paisaje está tan profundamente humanizado e intervenido por el
hombre, la creación de santuarios de la naturaleza en los que se
limitara la actividad sería intolerable para las personas que viven
en la zona, además de una forma muy poco inteligente de actuar y de
conservar los valores”, ha manifestado.
A
su juicio, la idea que debe prevalecer es que “la conservación
activa se puede llevar a cabo a través de la gestión”, y ha
precisado que gestionar un territorio significa “que la gente pueda
seguir viviendo en la zona y que incluso se pueden recuperar algunas
zonas del mundo rural que se encuentran muy deterioradas”.
En
las cavidades de Ojo Guareña han puesto el foco, además de los
espeleólogos, los topógrafos, los biólogos, los arqueólogos o los
investigadores del clima, ya que es una cavidad única en el mundo,
un auténtico “laboratorio natural” por la gran variedad de fauna
que alberga; se trata del primer caso comprobado en España de “punto
caliente de biodiversidad”.
34
especies nuevas para la ciencia
La
colaboración durante los últimos años de la Junta de Castilla y
León y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha
permitido dar a conocer la existencia de 115 especies de
invertebrados terrestres y 187 acuáticos, de los que 36 son
endemismos y 34 son especies nuevas para la ciencia.
Y
es que los hallazgos de este laberinto de dieciocho cuevas han
revelado que fueron pobladas o utilizadas desde el paleolítico medio
-hace 70.000 años- hasta la Edad Media, cuando se construyó,
empotrada en una de las cavidades, la ermita de San Bernabé.
Afuera,
el paisaje se encuentra a caballo entre las dos zonas biogeográficas
principales de la península, la Atlántica y la Mediterránea, y las
especies de flora y de fauna que enriquecen ese paisaje son fruto
precisamente de ese maridaje.
Maite
Martínez es una de las personas que ayuda a los “todavía” pocos
turistas que visitan Ojo Guareña a interpretar sus valores
naturales, arqueológicos o históricos, además de poner el acento
en las posibilidades científicas del lugar y en las oportunidades
que todos estos recursos pueden significar para la economía local y
el desarrollo socio económico de la comarca.
En
declaraciones hechas, Maite Martínez ha apuntado que en el espacio
de Ojo Guareña es posible caminar por un bosque atlántico de hayas
y abedules y a dos kilómetros entrar en un bosque mediterráneo de
encinas y quejigos.
Desde
grandes rapaces hasta el pequeño y protegido caracol moteado
Sobre
ese paisaje sobrevuelan ruiseñores, cucos o el martín pescador,
grandes rapaces como el buitre leonado, el alimoche, el águila real,
la perdicera o el aguilucho cenizo, y habitan especies muy protegidas
como el caracol moteado.
Pero
sobre todos esos valores y peculiaridades, las que convierten el
espacio en “excepcional” para la ciencia y la naturaleza son la
fauna invertebrada endémica que habita en las cuevas y los
yacimientos arqueológicos.
“Yo
confío en que ser parte de la red Natura 2000 nos ayude a abrirnos
las puertas”, ha señalado Maite Martínez, para quien el
espaldarazo definitivo sería la declaración de Ojo Guareña como
Parque Nacional “subterráneo”.
Ciencia,
investigación, conservación…y desarrollo económico; porque los
gestores de Ojo Guareña están convencidos de que este espacio
natural puede ser el motor del territorio donde se sitúa, ya que
puede hacer una oferta alternativa y diferente, pero coherente con un
modelo de calidad de vida que apuesta cada vez más por la
conservación de la naturaleza.
Fuente:
Agencia EFE / Red Natura 2000
Agencia EFE / Red Natura 2000
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